Seleccionado de un artículo de CBN.com

Tácticas Veinte Veces Probadas para Mejorar Tus Habilidades Personales

Por Michael Zigarelli 
Decano, Escuela de Negocios Regent

 

Una Plétora de Prácticas Poderosas
Una rápida advertencia de publicidad no engañosa: lo dicho en este artículo ya se ha dicho con anterioridad. Estas prácticas de relaciones humanas ciertamente me preceden y son anteriores a 1936. De hecho, han sido transmitidas a través de las épocas. Son tradicionales y probadas. Han sido publicadas de innumerables maneras por diversos autores. Eso es debido a que son prácticas poderosas. Funcionan. Mejorarán tu vida y las vidas de los que te rodean.

La lista de abajo no es una lista exhaustiva, por supuesto--sin duda podrías añadirle--pero espero que la encuentres como una guía útil a una manera de perfeccionar tus propias habilidades personales.

No te quejes: Se nos ha dicho (y con razón) que no deberíamos de quejarnos. ¡Al ochenta por ciento de la gente no le importa y el otro veinte por ciento cree que se merece lo que está recibiendo! Pero si prefieres las escrituras en lugar de las queja-turas (sí, sé que no es una palabra, pero rima muy bien), considera la admonición del Apóstol Pablo hacia los Filipenses: "Haced todo sin murmuraciones y contiendas" (Fil. 2:14).

1. No te quejes: Eso no te lleva muy lejos porque la gente tiende a reaccionar negativamente a las pláticas tóxicas. En su lugar, ofrece soluciones potenciales cuando identifiques problemas, o no digas nada.

2. Sonríe bastante: Échale un vistazo a esa cara tuya en el espejo. ¿Tienes generalmente una cara de "no" o una cara de "sí"? ¿Tu expresión le dice al mundo que te dejen solo o que eres amigable y accesible? Supongo que Jesús sonreía mucho. Después de todo, el fruto del Espíritu es gozo.

Prueba esto, solo por hoy. Estoy hablando en serio, experimenta con esto. Hazte sonreír, incluso si no te apetece. Hazlo de una manera consistente durante todo el día y luego observa cómo responden otros hacia ti. Te sorprenderás gratamente (¡y los demás también!).

3. Escucha de cerca y activamente: Cuando estaba en la escuela primaria, mi abuelo me decía a menudo (con un acento singularmente italiano): "¡Oyes, pero no escuchas!" Normalmente tenía razón. Podía repetir lo que se me dijo, pero realmente no lo procesaba, mucho menos obedecía.

Cuando se trata de relaciones interpersonales, ese es un error más grande que la lasaña que mamá solía hacer. Y el resultado es la frustración y la repetición--la frustración porque nada desespera tanto a un orador como la sensación de ser ignorado; repetición porque el orador tratará de remediar el problema repitiendo lo que él o ella acaba de decir.

Pero prueba esto en su lugar. Haz un verdadero esfuerzo para escuchar todo lo que se te está diciendo. Concéntrate en ello en lugar de dejar que tu mente vague por algo más interesante--o en lo que quieres decir como respuesta. Luego, especialmente si existe posibilidad de desacuerdo o malentendido, parafrasea lo que la persona ha intentado comunicarte. Sé paciente aquí y resume brevemente sus preocupaciones, puntos o divagaciones como un prefacio a tu propia respuesta. Esa persona sabrá que ha sido escuchada. Entonces, en reciprocidad, será más probable que te escuche.

Aquí cosecharás lo que siembres. La comunicación mejorará, está garantizado. Lo mismo sucederá con la relación. Y nunca más tendrás que preocuparte de ser jalado de la oreja porque oyes, pero no escuchas.

4. Hazlos sentir importantes: La falta de afirmación y respeto pueden estar alcanzando proporciones epidémicas en nuestra sociedad narcisista. En casa, en el trabajo y en cualquier otro lugar, la gente parece morirse de hambre por saber que son importantes y relevantes. Así que aliméntalos. Hazles saber que piensas que están trabajando muy duro, que están haciendo un gran trabajo--que están contribuyendo, que lo que son y lo que hacen tiene un valor genuino. Haz la prueba con tu cónyuge, con tus empleados, con tus amigos, con tu pastor. Sé un animador y un afirmador. No hay un camino más directo al desarrollo de las personas y a la construcción de tus relaciones.

5. Muestra tu aprecio: La gratitud es un primo de la afirmación. Cuando alguien ha dedicado un poco de esfuerzo del cual te beneficies--incluso si es algo que se esperaría de esa persona--hazle saber que lo aprecias. Haz un hábito de expresar tu gratitud. La gente se siente con derecho a recibirla y cuando se retiene, el resentimiento llena el vacío. Por el contrario, cuando expresas gratitud, instantáneamente puedes hacerle el día a esa persona.

Así que agradécele a tu cónyuge por sacar la basura o por lavar los platos, no sólo por las cosas especiales. Agradécele a tus empleados por su esfuerzo, incluso si no siempre da frutos. Agradécele al cartero por ser tan confiable. A continuación, mira sus rostros brillar. La gratitud no te cuesta nada y le da mucho los demás. Es un impresionante Retorno Sobre la Inversión.

6. Habla sobre sus intereses: Prueba esto la próxima vez que estés en medio de alguna actividad social abarrotada. Haz un juego, si quieres. En lugar de esperar oportunidades para decirle a la gente lo grande que tú eres, y en lugar de sólo realizar una pequeña charla sobre el pronóstico del clima de los próximos cinco días, habla sobre los intereses de la otra persona. Hazte a un lado esa noche e interésate por los que te rodean. ¿Esta persona es secretaria y madre? Pregúntale sobre el trabajo y sobre sus hijos. Esa persona tiene una camisa de Star Trek. Pregunte sobre Star Trek. No importa que tú no estés interesado realmente por el Sr. Spock o que no entiendas la condición de sus orejas. La persona con la que estás hablando es un fan, así que empieza desde ahí. A la gente le encanta hablar sobre sus intereses, así que dales la oportunidad de hacerlo.

Por cierto, esta técnica también funciona fuera de las fiestas. Pruébalo la próxima vez que veas con ese vecino que está dando dificultades.

7. Recuerda cada nombre: Algunas personas tienen una habilidad misteriosa para recordar nombres. El resto de nosotros encontramos maneras creativas para ocultar el hecho de que los hemos olvidado. "Hola, amigo. Oh, que hay amigo. Bienvenido, hermano. ¡Es estupendo verlos a todos nuevamente!"

Se nos ha dicho que el nombre de alguien es la palabra más dulce que una persona escuchar, así que haz lo que sea necesario para hacer ese sonido dulce. Harás más que impresionarlos. Harás que se sientan memorables.

8. Haz un sacrificio para ellos: Las palabras son poderosas, pero pocas de tus palabras serán más apreciadas que un sacrificio sincero de tu parte de tiempo o dinero. Así que ten el hábito de identificar y satisfacer las necesidades de la gente. Se amable. Pon sus necesidades por delante de las tuyas. Deja que la agobiada madre deje a sus hijos en tu casa durante una tarde y luego dile que te encargarás de írselos a dejar. Y mientras lo haces, llévales una pizza para cenar. Cuando aquella madre te agradezca en gran manera por salirte de tu rutina para llevar la cena, simplemente dile: "oye, la pizzería estaba sólo a un kilómetro extra!" Ella lo entenderá.

Nada te generará más amigos reales que el sacrificio. Y si eres evangélico, nada te hará ganar el derecho de ser escuchado en asuntos importantes como tu fe.

9. Utiliza el humor autoridiculizante: No dudes en burlarte de ti mismo. En un mundo donde la gente está tan llena de sí misma y constantemente preocupada por comunicar su propia importancia, el humor autoridiculizante puede hacerte atractivo instantáneamente. Así que adelante. Disfruta de tus defectos. Baja tu nivel un poco. Paradójicamente, esto probablemente te alzará ante los ojos de los demás.

10. Enfócate en sus similitudes: Muchas investigaciones dan testimonio de lo que ya podría ser obvio para ti: es más probable que seamos influenciados por personas que son similares a nosotros. Si también has estado ahí, si has aguantado su dolor, si te ves, hablas y te vistes como ellos, probablemente les gustarás más. Ellos te escucharán más. Confiarán más en ti.

Así que céntrate en lo similar. Incluso si tienes un escaso porcentaje de similitud con alguien en el trabajo, cuando puedas concentra el 100 por ciento de tu conversación en lo que tienen en común. Algunas personas lo llaman el "Principio del 101 por ciento". Otros lo llaman "ser tan astuto como una serpiente".

11. Genera "relajación social": Eso no tiene nada que ver con ofrecerle a tu invitado una silla cómoda. Tiene todo que ver con la creación de un ambiente en donde la gente esté relajada con tu presencia y se sientan cómodos hablando contigo. ¿Cómo haces eso? En su mayoría, a través de una amalgama de las prácticas enumeradas aquí. Sonreír, felicitarlos, centrarse en sus necesidades y expresar un interés real en ellos.

Suaviza las discusiones más difíciles--sé cálido con ellos--en lugar de ser tan directo. Y muéstrales siempre que les estás prestando atención haciendo un buen contacto visual, asintiendo con la cabeza cuando entiendas lo que están diciendo, y mirándolos fijamente en lugar de sentarte de perfil. Sé genuino, transparente, abierto--incluso amoroso--y casi siempre cosecharás lo mismo a cambio.

12. Habla sobre tus propios errores mientras salen los suyos: Tú puedes ser una persona perfeccionista, pero no eres perfecto. Si quieres que alguien te escuche hablar sobre los errores que han cometido, comienza identificando los tuyos. Créeme, ¡sin duda escucharán eso! A medida que lo hagas, los harás sentir más seguros para reconocer sus fallas.

13. No asumas que tienes la razón: Esta suposición descarta más conversaciones, comienza más peleas y extingue más ideas potencialmente grandes que cualquier otra. No siempre tengo la razón. Eso es bastante obvio. Pero en una conversación o en un debate, de alguna manera aquello se vuelve menos obvio para mí. Y luego crea problemas.

Cuando asumo que mi opinión es correcta y que alguien que no está de acuerdo conmigo está equivocado, he perdido la oportunidad de aprender de esa persona y de generar una solución de ganar-ganar. Además, estoy dando la impresión de estar más aferrado a mi posición.

Eso es terco. Eso es disparatado. Y eso es orgulloso. Debo aceptar humildemente que no tengo todas las respuestas, y que alguien--incluso alguien que me está criticando--podría tener un buen argumento.

Si a veces tú tienes este problema, un remedio es cambiar tu mentalidad: considera el diálogo como una "conversación de aprendizaje". Es decir, conceptualiza la conversación como una oportunidad para aprender algo, en lugar de verla como una contienda.

Recoge lo que puedas de la otra persona. Tal vez tu colega realmente tiene cierta información que tú no tienes. Tal vez tu suegra en realidad tiene algo de sabiduría que puede transmitirte. Una vez que hacemos ese salto mental de hacer prevalecer nuestro punto de vista a participar en una conversación de aprendizaje, cosechamos autodesarrollo, mejores ideas y mejores relaciones. Y reducimos el número de veces que tendremos que usar la práctica # 14.

14. Discúlpate: Simplemente dilo. Adelante. No te matará. Además, probablemente se lo debes a la persona. Repite después de mí: "Yo...estaba...mal. Lo…siento..." Continúa con un "por favor perdóname" y de hecho te sentirás liberado. Ten cuidado, sin embargo. El ímpetu resultante de la paz puede hacerte sonreír. Entonces, simplemente te parecerás a la persona con la que estás hablando.

15. Nunca de los nunca digas chismes -- jamás: Muchas personas ni siquiera se dan cuenta de que lo están haciendo, empatizando con alguien al manchar la reputación de otra persona. Eso es chisme, simple y llanamente. Si lo que estás a punto de decir socava la reputación de alguien que no está en la conversación, piensa primero en por qué lo estás diciendo realmente. Entonces, en la mayoría de los casos, muérdete los labios.

16. No interrumpas cuando alguien esté hablando: Y tampoco en ninguna ocasión completes sus pensamientos en su lugar. Estos comportamientos enfurecen a la mayoría de la gente. Si tienes este problema, vuelva a leer la práctica # 3 (escucha activamente). Después, diseña para ti un nuevo protector de pantalla que diga "¡Cállate y escucha!".

17. Nunca digas "estás mal": Piensa en cómo te sentiste la última vez que alguien te dijo aquellas mismas palabras. ¿Ayudó a resolver el problema, o lo escaló? Estas palabras raramente persuaden, por eso excomúlgalas de tu vocabulario. Y por favor, no me digas que estoy mal sobre esto.

18. No comuniques cuando estés enojado: A veces es inevitable, pero a menudo no lo es. La mayoría de nosotros hacemos un trabajo sumamente pobre al dejar en claro nuestra opinión cuando nuestros cerebros están nublados por la ira. Y entonces nos enfurecemos aún más--con nosotros mismos por no comunicarnos bien--incrementando el problema. Simplemente aléjate y cuenta hasta treinta. Sí, sí--ese enfoque está muy gastado, pero te diré algo: funciona.

Un corolario rápido mientras estamos en el tema: nunca envíes un correo electrónico cuando estás molesto. Misma regla, lugar diferente. ¡Si lo envías, tu diatriba estará registrada para toda la posteridad! Así que simplemente diles no a los correos electrónicos cuando estás enojado.

19. Haz del autoexamen un hábito: ¿Estoy usando estas habilidades diariamente? ¿Dónde puedo mejorar? ¿Qué está funcionando y qué no lo está? Al igual que con cualquier proceso de auto mejora, es necesario hacer un inventario con regularidad acerca de cómo te estás desempeñando. Reflexiona sobre tus habilidades personales a menudo y luego encuentra formas de mejorar tus debilidades.

20. Practica estas prácticas: Las habilidades personales son como cualquier otra habilidad. Cuanto más las uses, más adepto te vuelves. Por lo que, si realmente quieres "perfeccionar" tus habilidades personales, no existe un atajo. Sólo la práctica hará la perfección.

 

Modifié le: mercredi 12 octobre 2022, 09:12