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La Prueba Y El Testimonio De La Iglesia Primitiva

PROGRAMA 3

FUNDAMENTOS

NIGEL como CAECILIUS: Ustedes son felices al beneficiarse de todo lo que es nuestro, viviendo aquí, en la época más grande de toda la historia. Pero, ¿dónde está su gratitud? Todas ustedes son unas personas arrogantes. Ustedes no mostrarán el debido respeto por nuestros festivales de aniversario. No sacrificarán en honor a lo virtuoso del emperador. No lucharán, ni se unirán al imperio.

STEVE: En programas anteriores hemos visto cómo aquí en Jerusalén se extendió la iglesia cristiana primitiva hasta los confines del Imperio Romano. Pero las consecuencias fueron repetidos estallidos de horrible persecución que originaron el surgimiento de muchos mártires dignos de mención.

En próximos programas echaremos un vistazo a estas persecuciones a detalle, pero el día de hoy nuestra atención se centrará en aquello que estaba detrás de las persecuciones. Es importante recordar que el Imperio Romano toleró muchas religiones, casi cualquier religión. Sin embargo, hay aspectos del cristianismo que el mundo romano simplemente no podía tolerar.

NIGEL: En el programa de hoy analizaremos que es lo que hizo al cristianismo tan intolerable y tal amenaza. ¿Cuáles fueron las acusaciones?

STEVE: Esta es la única sección sobre la tierra que queda del pretorio de Poncio Pilato en Jerusalén. Aquí Jesús fue llevado ante Pilato, fue acusado y fue juzgado. Posteriormente sus seguidores descubrirían que ellos continuamente también serían presentados ante las autoridades y acusados.

Los cargos reales presentados normalmente contra los cristianos son fascinantes y variados. Algunos eran infundados, otros maliciosamente falsos, pero otros aún eran válidos y acertados, y mostraban cuán efectivamente el cristianismo representaba una verdadera amenaza hacia algunas de las convicciones más profundas y valores apreciados en el mundo romano.

Sin duda, algunas de las acusaciones te sorprenderán. Entre ellas:

El canibalismo, la interferencia en los negocios, la inmoralidad, estar en contra de la familia, la pobreza, el ateísmo, lo novedoso, la falta de patriotismo, una conducta antisocial, las causas de los desastres.

Entre los escritos de los padres de la Iglesia, existe un documento escrito alrededor del año 230 llamado el OCTAVIUS DE MINICIUS FELIX. Describe un debate entre un cristiano y un pagano en el puerto romano de Ostia. Sólo ha sobrevivido un ejemplar de esta obra.

Minicius Felix estaba caminando sobre Ostia con dos amigos, Octavius, un cristiano y Caecilius, un pagano. Cuando Caecilius se detuvo para rendir honor a un ídolo pagano, Octavius se sintió obligado a objetar. Se desarrolló un amplio debate con el pagano Caecilius presentando los principales argumentos de los romanos en contra del cristianismo. Y con las respuestas del cristiano Octavius.

Ahora podemos adaptar y recrear el debate con argumentos provenientes no sólo de la escritura de Minicius Felix sino también de otras fuentes, así que podemos incluir otras acusaciones hechas contra los cristianos de los primeros siglos. El escenario donde el rodaje se lleva a cabo es en los restos de la villa del emperador Adriano en Tivoli, no lejos de Roma. Caecilius es interpretado por Nigel y Octavius por Russell. Jane ofrece sus comentarios ocasionalmente.

CAECILIUS: Ustedes los cristianos son la peor raza que pudo afectar al mundo. Se merecen todo el castigo posible. No le agradan a nadie. Hubiera sido mejor si ustedes y su Jesús nunca hubieran nacido.

OCTAVIUS: Venga, venga, no vamos a perder el tiempo con insultos. Dime tus denuncias en concreto y te mostraré que, en muchos casos, simplemente nos han mal entendido. Bríndanos un juicio justo. ¿Quién sabe? Podrías convertirte en uno de nosotros.

CAECILIUS: Tú eres el único que necesita cambiar su manera de pensar. Nos enteramos que todos ustedes son unos caníbales que comen la carne de sus hijos en sus santas reuniones.

Octavio: Bueno, esa historia ciertamente ha circulado- si ha sido por malicia o por malentendido, yo no lo sé. Es probable que sea sobre la base de los informes acerca de que juntos compartimos el alimento del cuerpo y de la sangre de Cristo. Ahora, lo cual hacemos. Pero no es carne humana lo que comemos. Es el pan y el vino que consagramos para conmemorar la muerte de nuestro Señor Jesucristo.

Me asombra que le des credibilidad a estos rumores de canibalismo.

Ustedes saben cómo somos. Tengan en cuenta que, si tienen un hijo y es una niña, pero querían un niño o si el niño está deformado o si simplemente no lo quieren, ¿qué hacen? Dejan al niño afuera, a expensas de la muerte.

CAECILIUS: Tú sabes que es mucho más misericordioso dejar que el bebé muera en lugar de dejarlo en un hogar donde no lo quieren.

OCATAVIUS: Nosotros no exponemos a nuestros hijos, y me encantaría saber cuántos de esos pequeños que otros han dejado fuera para morir han sido rescatados por los cristianos y les ha sido dado un hogar. Así que esto es justo lo contrario de lo que nos acusas, Caecilius. No consumimos la vida humana; más bien la protegemos y la defendemos.

CAECILIUS: Muy bien. Concedido, es sólo un rumor, pero también nos hemos enterado de que se reúnen en secreto, incluso antes del amanecer, y la inmoralidad que escuchamos que sucede en esos lugares es tan repugnante, que ni siquiera se pude describir, salvo decir que se trata de incesto, el cual considero lo más repulsivo.

OCATAVIUS: Ustedes nunca han estado en ninguna de nuestras reuniones.

CAECILIUS: No, y yo no sería visto allí.

OCATAVIUS: Bueno, si lo hubieras hecho, te hubieras podido dar cuenta de que las relaciones sexuales y la intimidad que se imaginan tan rápidamente, son de una naturaleza totalmente distinta. Nos reunimos antes del amanecer porque somos gente de trabajo. Tenemos trabajos a los que asistir. Nosotros no siempre nos reunimos en secreto, pero no tenemos templos o sinagogas, así que usamos el hogar de alguien que tenga suficiente espacio. Nos llamamos hermanos y hermanas entre nosotros y nos comprometemos a amarnos los unos a los otros porque eso es lo que nuestro Señor nos ha mandado a hacer. Y nos saludamos y bendecimos mutuamente con ósculo santo, no por medio de la lujuria sino por medio del amor auténtico y la preocupación por los demás. Ven y verás que les exigimos los estándares de moralidad más altos a todos aquellos que se unen a nosotros.

JANE: Las acusaciones de canibalismo e inmoralidad circularon durante algún tiempo. Los cristianos no tenían sus propias fiestas públicas ni contaban con ningún templo. Solían reunirse en secreto, lo que suscitó la imaginación de sus opositores de desarrollarse sin restricciones. Pero, conforme el número de cristianos creció, estos cargos comenzaron a desaparecer a medida que más y más personas conocieron acerca de ellos, de su fe y de su vida.

CAECILIUS: Permíteme pasar a un argumento del que no te podrás escapar. Siempre que tu secta empieza a crecer en número, suceden cosas malas. Se pierden puestos de trabajo. Los templos se vuelven desiertos. La venta de animales para ceremonias va mal. La venta de carne sacrificial se va a la baja.

OCATAVIUS: Culpable.

CAECILIUS: Lo hubieras podido negar, de modo que debes admitir que ustedes son malos para los negocios y perturban la economía local.

OCATAVIUS: Sí, tienes razón.

CAECILUS: Seré generoso aquí y admitiré que esto no es irresoluble. Puede haber una reasignación de la inversión a lo largo del tiempo. Pero lo que no puede corregirse es el daño irreparable que tu clase le está haciendo a la familia. La familia es el pilar de nuestra sociedad, y ustedes son un peligro evidente cuando se trata de la familia.

OCATAVIUS: Déjame sorprenderte. Admito que en cierto sentido tienes razón. Pero en general estás equivocado. Ahora escúchame en esto, amigo.

CAECILIUS: No soy tu amigo. Las personas que deshacen familias no son mis amigos.

OCATAVIUS: Volvamos a tu punto. Es cierto que cuando nos hacemos cristianos, nos convertimos en miembros de otra familia. Otros creyentes son nuestros hermanos y hermanas. Y, en cierto modo, esto llega a ser más importante. Pero no descuidamos a nuestra propia familia. En todo caso, los tratamos mucho mejor. Permíteme hacer una digresión por un momento y mostrarte a qué me refiero. Caecilius, ¿Alguna vez dormiste con una mujer distinta a tu esposa?

CAECILIUS: ¿Y qué si lo hice? No es de tu incumbencia.

OCATAVIUS: ¿Alguna vez has obligado a tu esclava a tener sexo contigo?

CAECILIUS: Por supuesto que lo he hecho. Ese es el derecho de todo hombre. ¿Cuál es el punto?

OCATAVIUS: Tú eres el que quería hablar sobre la familia. Nosotros conservamos a nuestras propias esposas. Las amamos y honramos como nuestras Escrituras lo enseñan. Creo que lo que a ustedes realmente les molesta es que nosotros no nos desahogamos en la fornicación con nuestros esclavos. Les damos la bienvenida a nuestras iglesias. Tal vez lo que a ustedes realmente les molesta es que aceptamos el forastero, de cualquier raza, de cualquier clase, incluso a los esclavos. Y quizás ese, querido Caecilius, puede ser tu problema.

CAECILIUS: Estaba esperando esto. Eche un vistazo a sus Iglesias. ¿Por quienes están formadas? En su mayoría por mujeres, niños crédulos, la mayoría son de clase trabajadora, sin una buena educación, como tú mismo lo has dicho, incluso por esclavos. Me causa risa pensar sobre lo pobre que son, apenas y tienen lo suficiente para vivir. Si este Dios suyo es tan grande y tan amoroso, ¿por qué hay tantos pobres entre ustedes? O él no es tan bueno y no le importa que ustedes sean pobres o no es tan amoroso y es incapaz de hacer algo al respecto. ¡Que Dios! No es de extrañar que todos ustedes sean consideradas unas personas tontas.

OCATAVIUS: Bien hecho. ¡Pero un tanto equivocado! En primer lugar, si hubieras tenido la molestia de tomarte el tiempo para investigar, hubieras sabido que hay muchas personas de clase alta entre nosotros, incluso algunos miembros del personal del César. Y notables estudiosos, que alguna vez fueron paganos, han escrito en defensa de nuestra fe para considerar a los más educados. Pero no discutamos. Muchos de nosotros-- la mayoría son pobres.

CAECILIUS: Entonces ¿estás dispuesto a admitir que ustedes son unos pobres miserables?

OCATAVIUS: Considéralo como tú quieras, pero lo más importante es cómo nos vemos a nosotros mismos. Nos consideramos ricos. Tenemos aquello que es más valioso, el regalo más preciado, el cual no puede perderse. Y para tu información, hay quienes somos ricos. No despreciamos la riqueza; le damos la bienvenida cuando viene legalmente. Pero no la codiciamos. Y cuando obtenemos más riquezas, simplemente regalamos más. La riqueza puede ser una gran carga. Te carga de muchas preocupaciones y problemas. Viajar ligero tiene sus ventajas.

CAECILCUS: Lo siento, no he notado a ninguno. Yo tomaría esa riqueza en su lugar cualquier día.

OCATAVIUS: Sabes, Caecilius hablar contigo me hace entender por primera vez por qué Dios no nos bendice automáticamente con abundancia. Porque si lo hiciera, las personas como tú se apresurarían a volverse cristianos y no entenderían la verdadera intención de todo esto. Así que no sientas lástima de nosotros. Tenemos mucho, no sólo para nosotros sino también para los necesitados, aquellos que tu ignoras.               

CAECILIUS: Ustedes son tan puros y buenos. Esa es otra cosa que me molesta: todos ustedes piensan que son tan rectos.               

OCATAVIUS: Primero nos acusas de canibalismo y nos atribuyes orgías, y ahora estás ofendido porque tratamos de llevar una vida santa. Permíteme asegurarte que no nos consideramos santos. Cada día del Señor, tenemos una comunión, y se trata de un servicio de acción de gracias--día de acción de gracias porque somos perdonados, no porque seamos santos, y si somos perdonados, entonces nos esforzaremos por llevar vidas que sean como la de Cristo.         

CAECILIUS: Lo que me preocupa es lo que realmente son. Esta es la razón por la que son odiados por todas las tierras de este vasto imperio. Vayamos al problema real. Ustedes son ateos.         

OCATAVIUS: Sí, somos ateos--si quieres decir que no oramos ni creemos en todos los dioses que se adoran. Pero esos no son dioses. Nosotros adoramos al único Dios verdadero, el Señor que está por encima de todo.

JANE: Ahora, de hecho, han llegado a un punto delicado. Para los romanos, esto fue lo más difícil de entender acerca de los cristianos. Mira, el mundo romano tenía dioses a raudales. Dioses domésticos mantenidos por cada familia, dioses de regiones locales adorados por sus victorias del pasado. Era un imperio que miraba hacia sus dioses patronales, los cuales lo habían protegido y le habían dado victorias, e incluso el mismo emperador era visto como un dios- la encarnación de los favores y de la gloria que los dioses se habían depositado en Roma.     

No adorar a los dioses, o al menos mostrar cierto respeto, era considerado ateísmo. Afirmar la existencia de un único Dios por encima de otros, era visto como algo presuntuoso y estúpido.

CAECILIUS: Ustedes actúan como si su gente supiera más que el resto de nosotros. Esto es exactamente de lo que estoy hablando, mi entendido y "rico" Octavio. Ustedes piensan que saben más que todos nuestros padres, que solo ustedes están en lo correcto. Lo que se reduce a decir que ustedes están cautivos a algo nuevo. Cuan ciegos están para no ver que les falta aquella cualidad indispensable que siempre ha sido venerada por los sabios. Hablo del respeto, del honor a nuestras tradiciones, y de la lealtad a la herencia que nos ha sido confiada. ¡Novedad! ¡Novedad! Eso es lo que los excita.

OCATAVIUS: Simplemente ese no es el caso. ¿Por qué no les exigen a los judíos que sacrifiquen a sus dioses? Sólo a ellos se les concede la exención. ¿Por qué? Debido a la antigüedad de su religión. Lo único de lo que no pueden ser acusados es de lo novedoso. Ustedes les dan espacio, incluso aunque ellos son muy antipáticos, porque la suya es una religión más antigua. Bien, pueden estar seguros de que el Dios que adoran los judíos es el mismo Dios que nosotros adoramos. Sus sagradas escrituras, la ley y los Profetas-nosotros las reverenciamos y las leemos en voz alta en nuestras reuniones. Y debido a que adoramos a este Dios de los Judíos, algo de lo que no pueden acusarnos es de lo novedoso. Todo lo contrario. Nuestra fe se remonta hacia el principio del tiempo, hacia el Dios que creó todo lo que existe. Lo que ustedes no quieren escuchar y lo que los judíos se niegan a aceptar es que Dios ha venido a nuestro mundo para mostrarnos cómo es él en la persona de su Hijo, el Señor Jesucristo, a quien amamos y servimos. ¿Por qué? Porque él murió por nosotros para acercarnos a una relación con el único Dios verdadero, para ofrecernos el perdón de Dios, para ofrecerle una nueva vida a todos los que lo aceptan y creen en él--incluso a ti, mi amigo.        

CAECILIUS: ¡Cómo me fastidias con este balbuceo imprudente! Esta vez no me voy a tomar el tiempo para contestarte, excepto para decir cuán absurdo es pensar que incluso si el "único Dios verdadero", como tú afirmas, iban a venir a la tierra, él seguramente lo haría mejor que simplemente presentarse como un carpintero analfabeto de clase obrera en un lugar como Galilea, de Judea. Y, si se hallara el perdón a través de algún hombre, te aseguro que nunca habría llegado a través de la muerte de algún criminal condenado y crucificado. Pero dejemos a un lado esa simplicidad e ingenuidad por ahora, porque nosotros somos un pueblo tolerante y ustedes son libres de creer en lo que ustedes quieran. En muchos aspectos, ustedes no suenan nada distintos a algunas de las religiones misteriosas, y aquellas están abandonadas. Pero lo que hace a su gente tan ofensiva es su testarudez. Crean en lo que quieran, pero eso no es excusa para su falta de patriotismo.

JANE: ¿Falta de patriotismo? Sí. Recuerda, toda esa idea de la separación de la religión con el estado es relativamente reciente. Esa fue la gran causa de los anabaptistas en Europa durante siglo XVI. Y se encontraba avanzada más efectivamente sólo un par de cientos de años atrás con Estados Unidos. En todas las sociedades y países, antes de ese momento, los políticos y los religiosos estaban entrelazados y eran inseparables. La conexión entre ambos era incuestionable. Era simplemente una de esas cosas que se tenían por sentado. Caminar a lo largo de Roma se trataba de constantemente ser recordado acerca del lugar de la religión y de los dioses en la vida romana. El estado pagaba el debido homenaje a los dioses en nombre del pueblo. No hacerlo era correr el riesgo de incurrir en el disgusto y la ira de los dioses’. Así que la religión no era sólo una cuestión personal. No, negar a los dioses era considerado ateísmo, pero era aún más que eso. Era antisocial y antipatriota. Era considerado políticamente subversivo.

CAECILIUS: Ustedes son felices al beneficiarse de todo lo que es nuestro, viviendo aquí, en la época más grande de toda la historia. Pero, ¿dónde está su gratitud? Todas ustedes son unas personas arrogantes. Ustedes no mostrarán el debido respeto por nuestros festivales de aniversario. No sacrificarán en honor a lo virtuoso del emperador. No lucharán, ni se unirán al imperio. Sencillamente, ustedes son desleales, antipatrióticos y no son dignos de confianza. Por lo que a mi concierte, ustedes son un peligro para la sociedad.

OCATAVIUS: Si quisieras transmitir una idea y apegarte a ella, quizá podría responderte. Pero estás siendo muy desorganizado con tus tergiversaciones y exageraciones. No podemos entrar al ejército y no luchamos porque no creemos en el asesinato. Amamos a nuestros enemigos y hacemos el bien para ellos. Aunque a menudo somos perseguidos y asesinados por acusadores como tú, nosotros ni siquiera tomamos las armas para defendernos. Por lo tanto, no veo cómo podríamos representar cualquier peligro para nadie. Pero sí, tienes razón, no le oramos al emperador ni nos unimos con nuestros vecinos para sacrificar a los dioses. Pero, aunque no le oramos al emperador, hacemos oración por el emperador. Reconocemos a la autoridad designada por Dios para preservar el orden. Buscamos y oramos por la paz y la tranquilidad del imperio. Dios sabe que, si existe algún grupo que busca una vida tranquila y sin molestias, somos nosotros. Nunca sabemos cuándo vamos a ser culpados, acosados y arrestados por algo que anda mal.

CAECILIUS: No sin causa alguna, te lo aseguro. ¿Por qué no pueden ver lo que es tan evidente para todos? Su falta de patriotismo les ha causado a todos ustedes dolor y sufrimiento. Los dioses han sido buenos con Roma. Ellos nos han dado grandes victorias, buena comida, tierras fértiles. Es por eso que debemos propiciar a ellos y librarnos de los ateos. Ustedes no son más que criminales y deben ser tratados como tales.

OCATAVIUS: Oh sí, ya hemos oído eso antes, demasiadas veces. Como uno de nuestros padres escribió:

Si el Tíber alcanza los muros, si el Nilo no sube a los campos, si el cielo no se mueve o la tierra lo hace, si hay hambre, si hay peste, el grito es el mismo: ¡‘El cristiano a los leones'! Vayamos a lo que realmente les perturba. Una de las acusaciones hechas en contra de nosotros que aún no has mencionado en medio de tantas palabras, es que somos una superstición. Bueno, es la superstición la que se encuentra en el corazón de este asunto. Esto es difícil, y si me prestas atención en esto, entonces podría demostrarte que mucho de lo que nos divide, se aclarará. Ustedes viven en ese temor de ofender a sus dioses. Son tan cuidadosos de ofrecer sus sacrificios y de llevar sus regalos a sus dioses para mantenerlos felices, de modo que no envíen problemas sobre nosotros. ¿Qué tipo de dioses son estos de todos modos como para que crean que construyeron a Roma y la hicieron grande?

CAECILIUS: ¿Qué es esto? ¿Qué estás diciendo? Ten cuidado con lo que dices, pues me temo que no sabes lo que estás diciendo.

OCATAVIUS: Lo sé exactamente, mi querido Caecilius, debido a que tú y las masas que piensan como tú, son los supersticiosos. Sus dioses no construyeron Roma. Roma fue construida encima de la guerra, del asesinato, de la violencia y de la codicia. Regresa al principio, hacia los fundadores que exaltas. Por ello, ¡Rómulo asesinó a su propio hermano Remo! Nuestra historia no es un regalo de los dioses. La nuestra es una historia de conquista y destrucción por medio de la fuerza y la violencia. Y esto no de parte de los dioses, sino de nuestra propia codicia y odio. Pueden ser los demonios, quienes han respaldado a Roma, pero ellos no son dioses.

CAECILIUS: Suficiente, basta de esto, digo yo. No escucharé más de esto. Esta es una blasfemia total. Tú y los de tu clase son perversos y malvados. Aléjate.

JANE: En la historia real de Minicius Felix, Caecilius termina convirtiéndose. Pero dejemos aquí en nuestra adaptación porque aquí es donde han llegado al punto crucial de todo. Dos opiniones diametralmente opuestas la una contra la otra, y no parece haber una forma de conciliarlas. El cristianismo era mucho más que una perspectiva desagradable para el mundo pagano. Fue percibida correctamente como una amenaza. El mundo romano no toleraba tan fácilmente las amenazas.

Mira este antiguo muro, el Muro Aureliano que se extiende por millas a través de Roma. Incluso la poderosa Roma necesitaba de sus defensas.

El Evangelio con su tranquilo mensaje de perdón, de paz y de amor comenzó a socavar los muros--y sus paredes familiares que les brindaban seguridad. Cuando las paredes son penetradas, la inseguridad aumenta, y la tendencia es reaccionar. Curiosamente, aun cuando este es un muro de confinamiento, hay cierta resistencia para dejarlo ir. Para poder romper estas paredes, hubo que pagar un precio.

NIGEL: Pero hubo más que paredes rotas detrás de las acusaciones romanas en contra de los cristianos. El cristianismo, desde el principio, fue percibido como algo intrínsecamente ofensivo para la mayoría de las creencias religiosas.

STEVE: Aquí hay algunos otros muros rotos. Se trata de los restos de la pequeña ciudad galilea de Corozaín. Aunque sólo se menciona dos veces en el Nuevo Testamento, se nos dice que Corozaín es el mismo lugar donde Jesús realizó algunas de sus más grandes maravillas. Curiosamente, no fueron contadas cuales fueron esas maravillas. Pero Jesús pronunció su dolor por esa ciudad debido a que sus residentes no se arrepintieron, ni volvieron sus corazones hacia Dios en respuesta a tales maravillas. Así, estos inolvidables restos son recordatorios severos de que Jesús vino e imputó sus juicios y acusaciones antes de que él o sus creyentes se convirtieran en los acusados. Pero esto es aún más profundo. No se trataba tan sólo de que las palabras de Jesús en ocasiones fueran ofensivas particularmente para el sistema religioso. No, más que eso, Jesucristo mismo se convirtió en una ofensa. La mayor ofensa del cristianismo siempre ha tenido que ver con la persona misma de Jesucristo. El meollo del asunto pudo haber sido declarado mejor en una charla, ahora clásica, en la radio de la BBC, efectuada hace más de 50 años por el estudioso británico C. S. Lewis.

C.S. LEWIS: Hubo un tiempo cuando yo creía que el universo era sólo un accidente, que Dios era sólo una fantasía, y que Cristo era sólo un buen maestro moral. Ahora no es así. Mira, he descubierto que Cristo negó que existiera alguna verdad en mis argumentos. Es más, Él dijo ser el Hijo de Dios. En ese momento yo estaba preocupado. Un hombre que simplemente era un hombre y que haya dicho el tipo de cosas que Jesús dijo no sería un gran maestro moral en absoluto. Él podría ser un lunático al nivel del hombre que dice ser un huevo hervido, o de lo contrario él sería el diablo del infierno. Tú debes decidir. Ya sea que este hombre era el Hijo de Dios, o bien un loco, o algo peor. Lo puedes silenciar como a un tonto, le puedes escupir encima y matarlo como a un demonio, o puedes caer a sus pies y llamarlo Señor y Dios. Pero no vamos a salir con ninguna tontería condescendiente sobre su cualidad de su ser un gran maestro humano. Él no ha dejado abierto eso para nosotros. Él no tuvo la intención de hacerlo.

Narrador: Es esta afirmación de Cristo la que, a través de las épocas, ha sido la mayor ofensa y la mayor atracción del cristianismo.

El mundo romano pudo haber visto lo que estaba en juego, de ahí, la oposición y las acusaciones. En nuestro próximo episodio, veremos cómo las acusaciones provocaron una oleada tras otra de persecuciones violentas.

 

Última modificación: lunes, 22 de enero de 2018, 12:19