La Liberación de Dios de parte de Dios Es la Base de la Liberación de Satanás de parte de Dios

Cómo es que la Cruz de Cristo Corresponde a y Conquista la Obra de Satanás

10 de enero de 2007 por John Piper

Tema: La muerte de Cristo

La obra de Satanás no es el peligro principal al que se enfrenta la muerte de Cristo. La ira de Dios lo es. Dios se opone a nosotros en su justa ira, y él está a favor de nosotros en su amor. Por lo tanto, en su gran amor, él envía a su Hijo a soportar su propia ira contra nosotros. De esta manera, se confirma su rectitud y se expresa su amor. Su ira, maldición y condena de nuestro pecado son soportadas en nuestro lugar por otro, un sustituto, Jesucristo. Estos son algunos de los textos que enseñan esto:

"El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él" (Juan 3:36).

"Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira" (Romanos 5:9).

"[Nosotros] éramos por naturaleza hijos de ira. . . . Pero Dios. . . nos dio vida juntamente con Cristo"(Efesios 2:3-4).

"Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, quien murió por nosotros" (1 Tesalonicenses 5:9).

"Cristo nos redimió de la maldición de la ley [que es una expresión de su ira], hecho por nosotros maldición [para que no suframos la ira de Dios]" (Gálatas 3:13).

"Enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, [Dios] condenó el pecado en la carne [así, su condenación colérica del pecado se gasta en la carne de su Hijo, no en la nuestra]" (Romanos 8:3).

Sin embargo, al tratar con la ira de Dios de esta manera, la doble obra de Satanás es derrotada. Es crucial que veamos esta obra de Cristo que soporta la ira como algo fundamental para nuestra liberación de la obra de Satanás. Para decirlo de manera más provocativa, es crucial que veamos nuestra liberación de Dios como fundamento para nuestra liberación de Satanás.

La doble obra de Satanás es su obra de acusación y su obra de tentación. Su nombre, Satanás, significa acusador. Y Juan lo describe de esa manera, "Ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche" (Apocalipsis 12:10). Y tanto Mateo como Pablo lo llaman "el tentador" (Mateo 4:3; 1 Tesalonicenses 3:5). Considera entonces cómo es que la liberación de Cristo de la ira de Dios es el fundamento de su liberación de ambas obras de Satanás.

Cuando Satanás nos acusa ante Dios, de lo que nos acusa es de pecado. La única razón por la cual esta acusación tiene un significado es que es verdad. Tanto Satanás como Dios saben que hemos pecado. Y ambos saben que "la paga del pecado es muerte [eterna]" (Romanos 6:23). Es decir, el castigo designado por Dios para el pecado es el tormento eterno (Mateo 25:41, 46; Apocalipsis 14:11). El pecado merece y recibe la ira de Dios. "cosas [pecados] por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia" (Colosenses 3:6). Así que Satanás está reclamando a los humanos y diciendo que en los propios términos de Dios deben ser condenados por su pecado al igual que él.

Pero en este punto de la acusación de Satanás, Jesucristo toma la postura de nuestro abogado e intercede por nosotros. Dios diseñó esto, desea esto, y se deleita en esto. "Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados"(1 Juan 2:1-2). La defensa de Cristo se basa en su propiciación—su seguridad infalible de la eliminación de la ira de Dios para todos aquellos que están en él. Entonces las acusaciones de Satanás caen al suelo porque nuestro Abogado aboga su propia sangre y justicia a nuestro favor. "¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros" (Romanos 8:34). La defensa e intercesión de Cristo por nosotros anula las acusaciones de Satanás contra nosotros. Esta defensa e intercesión se basan en su muerte por nosotros. Por medio de esta muerte por nosotros, Cristo soportó la ira de Dios contra nosotros. Por lo tanto, la liberación de Cristo de la ira de Dios es el fundamento de su liberación a nuestro favor de las acusaciones de Satanás.

Esto también es cierto con respecto a nuestra liberación de las tentaciones de Satanás. La obra propiciatoria de Cristo para liberarnos de la ira de Dios no es solo el fundamento de nuestra liberación de las acusaciones de Satanás, sino también de sus tentaciones. Muchos cristianos no pueden ver esto. Es por eso que el evangelio (las nuevas de la muerte y de la resurrección de la ira de Cristo, duradera y que quita la culpa) a menudo es asociado con comenzar la vida cristiana pero no con vivir la vida cristiana.

Hay al menos dos formas en las que el Nuevo Testamento muestra cómo es que la liberación de Cristo de la ira de Dios es el fundamento de nuestra liberación de las tentaciones de Satanás. Una es que nuestra victoria sobre las tentaciones de Satanás asume la ayuda misericordiosa de Dios por medio de su Espíritu. "Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo" (Efesios 6:11). "por si quizá Dios les conceda que se arrepientan. . . y escapen del lazo del diablo" (2 Timoteo 2:25-26). "Por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne" (Romanos 8:13).

Sin los dones misericordiosos de la armadura de Dios, del arrepentimiento y del Espíritu, no podemos vencer las tentaciones del diablo. Pero la única razón por la cual la plena misericordia santificante de Dios fluye hacia nosotros (a través de su armadura, de su arrepentimiento y de su Espíritu) es porque su ira no lo hace. Y la razón por la que su ira no lo hace es porque Cristo la soportó por nosotros en la cruz. Por lo tanto, nuestra liberación de las tentaciones de Satanás se basa en nuestra liberación de la ira de Dios.

Otra forma en que el Nuevo Testamento muestra esto es enseñándonos que cuando Cristo murió por nosotros, morimos con él. Y debido a que morimos con él, podemos considerarnos muertos a las tentaciones de Satanás para pecar. "Si fuimos plantados juntamente con él [Cristo] en la semejanza de su muerte. . . . nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado" (Romanos 6:5-6, véase Gálatas 2:20). "Si uno murió por todos, luego todos murieron" (2 Corintios 5:14). Por lo tanto, una de las formas en que luchamos contra las tentaciones de Satanás para pecar es considerarnos muertos al pecado. "Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús" (Romanos 6:11). Podemos hacer esto porque cuando Cristo murió por nosotros, morimos en él.

Pero ¿por qué tuvo que morir por nosotros? ¿Por qué tenemos que morir en él? Porque la paga del pecado es muerte. La ira justa de Dios tarde o temprano cae sobre todo pecado (Colosenses 3:6). Por lo tanto, la muerte de Cristo, por la cual morimos al pecado, es la misma muerte que soporta la ira de Dios en nuestro lugar. La muerte que sufrimos en Cristo es a la vez nuestro castigo por el pecado y nuestra muerte por el pecado. Ellas son inseparables. Es por eso que la obra de Cristo para liberarnos de la ira de Dios no es solo su liberación de las acusaciones del diablo sino también de las tentaciones del diablo.

Resumiendo, la obra propiciadora de la ira de Cristo que perdura en la cruz es la base de nuestra justificación y de nuestra santificación. Esta obra justificadora de Dios corresponde a, y conquista, la obra de acusación de Satanás. Y esta obra santificadora de Dios corresponde a y conquista la obra de tentación de Satanás. En nuestra justificación, las acusaciones de Satanás pierden su poder de condena, y en nuestra santificación, las tentaciones de Satanás pierden su poder corruptor. Y ambas, nuestra liberación de sus acusaciones y nuestra liberación de sus tentaciones, se basan en nuestra liberación de la ira de Dios por medio de la cruz de Cristo (es decir, por medio de su propiciación).

Por lo tanto, en la defensa del evangelio, no nos rindamos nunca a la sustitución duradera de la ira de parte de Cristo a nuestro favor. Es fundamental para todo lo que importa en nuestras vidas. Y en la vida radical del evangelio para la gloria de Cristo y para el bien del mundo, nunca más vayamos más allá del evangelio del Cristo crucificado en nuestro lugar. Sea este nuestro pan de cada día. Vivamos por su poder que derrota a Satanás.

Amando el evangelio de Cristo contigo, 

El Pastor John

 

©2013 Fundación Deseando a Dios. Usado con permiso.

Por John Piper. ©2013 Fundación Deseando a Dios. Sitio web: desiringGod.org

 

Last modified: Tuesday, April 3, 2018, 3:21 PM