Cuerpos de Resurrección por David Feddes

Cada vez que llega la primavera, muchas personas parecen perder la cabeza. Salen y hacen algo loco: entierran motas grises y duras en un poco de tierra y esperan que cobren vida y se conviertan en algo maravilloso. ¿No es tonto? Cualquiera puede ver que esas partículas están muertas. ¿Por qué piensan que cobrarán vida o que llegarán a ser algo? Pero cada primavera, las personas se vuelven un poco locas y plantan semillas en sus campos, jardines y parterres.

En realidad, nadie piensa que sembrar semillas sea una locura. Plantamos miles de millones de semillas y se convierten en maíz, tomates, flores o lo que sea. Sabemos que algo que parece muerto puede volverse vivo y bello. El Dios que inventó este proceso en el mundo vegetal tiene en mente algo similar para los seres humanos. Él tomará cuerpos humanos que están muertos y descompuestos y no solo los traerá a la vida, sino que los hará gloriosos e inmortales. Puede que no esperes este resultado de un cadáver, pero resucitar a los muertos no es más difícil para Dios que transformar una semilla en una planta.

Algunos de nosotros no podemos aceptar algo a menos que podamos explicarlo. No creeremos que la resurrección sucederá a menos que comprendamos cómo sucederá, y no tenemos ni idea de cómo los cadáveres pueden cobrar vida nuevamente. Algunos son destruidos en la guerra. Algunos son incinerados y esparcidos por el viento. Algunos yacen en un ataúd y se descomponen en polvo. ¿Cómo pueden resucitar esos cuerpos? Y solo suponiendo que puedan, ¿cómo serán esos cuerpos de resurrección?

Tales preguntas no son nada nuevo. La Biblia se ocupa de ellas en 1 Corintios 15. El versículo 35 dice: "Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán? Necio" No es necio hacer preguntas si realmente quieres respuestas, pero es necio cuestionar la resurrección con una actitud dudosa e incrédula solo porque no entiendes cómo sucederá o cómo será el cuerpo de la resurrección.

Si te resulta difícil creer en las resurrecciones, las Escrituras dicen que abras los ojos y mires. Verás una especie de resurrección teniendo lugar una y otra vez a tu alrededor. Esto sucede cada vez que siembras una semilla. "Lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes. Y lo que siembras no es el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano; pero Dios le da el cuerpo como él quiso, y a cada semilla su propio cuerpo" (v. 36-38). Tiene tanto sentido enterrar un cuerpo humano y esperar que cobre vida como lo tiene plantar una semilla y esperar que cobre vida.

El Experto del Cuerpo

Cuando realmente prestamos atención a este universo en el que vivimos, vemos todo tipo de pruebas de que Dios es un experto del cuerpo. El poder de Dios puede traer vida donde parece no haber ninguna, y la sabiduría de Dios puede diseñar el tipo correcto de cuerpo para cada clase de ser. Esto se puede ver no solo en las plantas sino también en los animales. "No toda carne es la misma carne, sino que una carne es la de los hombres, otra carne la de las bestias, otra la de los peces, y otra la de las aves" (v. 39). Diferentes cosas tienen diferentes cuerpos adecuados para su propia identidad y para su propio entorno.

Las personas tienen un tipo de cuerpo. Caminan erguidos, lo que les deja las manos libres para construir y crear. Tienen el tipo de cerebro necesario para seres que fueron creados para pensar, imaginar, amar y adorar. Los seres humanos tenemos el tipo de cuerpo que se necesita para ser—bueno, seres humanos.

Los animales tienen otro tipo de carne. Los animales terrestres tienen cuerpos que se adaptan a su hábitat, ya sea en el desierto o en la jungla. Las aves tienen otro tipo de cuerpo, con alas y plumas y el tipo de estructura corporal para estar como en casa en el aire. Los peces todavía tienen otro tipo de cuerpo, uno que está como en casa en el agua, con branquias para extraer oxígeno del agua y aletas perfectas para nadar. Si Dios ha creado todos estos cuerpos diferentes para diferentes escenarios, ¿por qué dudar de que él también pueda resucitar cuerpos humanos adecuados para un ambiente de gloria eterna con él?

La Biblia insiste al señalar el esplendor de otros objetos físicos que Dios ha puesto en la tierra y en los cielos (v. 40-41). Las cosas en la tierra tienen su propia belleza y atractivo. El delicado copo de nieve, la majestuosa montaña, la estruendosa cascada, el vasto desierto, todos estos cuerpos terrenales tienen un tipo único de esplendor. Las cosas en el cielo—el sol, la luna, las estrellas y los planetas—tienen su propio esplendor especial. Cada uno muestra la creatividad de un Dios quien tiene una habilidad ilimitada en el diseño y en la creación de una amplia gama de objetos físicos.

Cuando consideramos todo esto, ¿es tan difícil creer que si Dios quiere que vivas con él para siempre, él puede darte exactamente el tipo de cuerpo adecuado para ese propósito? Vemos indicios de resurrección en el brote de las semillas, y vemos la ilimitada imaginación de Dios al poner una asombrosa variedad de cuerpos en la tierra y también en el espacio. Pon todo este testimonio de la creación junto con el hecho de que el Señor Jesucristo ya ha resucitado en un cuerpo glorificado, y parece necio no creer en la resurrección.

Para creer en la resurrección, no necesitamos saber exactamente cómo pasará. Solo necesitamos saber quién hará que suceda. Dios es más que capaz de hacerse cargo. Cuando hablamos de resurrección, no estamos hablando de algún investigador en criogenia que tenga que congelar un cadáver intacto hasta que se descubra la tecnología que lo revivirá nuevamente. No estamos hablando de un inventor que intenta desesperadamente hacer algo que nunca antes ha hecho. Estamos hablando acerca del Dios todopoderoso que creó al mundo de la nada total, quien creó vida a partir del material sin vida, quien es el poder creativo detrás de cada cuerpo en el universo. También estamos hablando del Padre que ya ha resucitado a Jesús de entre los muertos en un cuerpo glorificado. Dios es un experto en el cuerpo y un éxito comprobado en la resurrección. Él lo ha hecho antes, y lo hará de nuevo.

De Semillas a Plantas

¿Cómo será el cuerpo resucitado? Podemos obtener algunos consejos útiles de lo que sucede cuando una semilla se convierte en una planta. Cada tipo de semilla produce su propio tipo de planta. Una semilla de trigo produce una planta de trigo; una semilla de frijol produce una planta de frijol. No puedes obtener frijoles plantando trigo o trigo plantando frijoles. Cada planta tiene la identidad de la semilla que la produjo. Como dice 1 Corintios 15:38, "Dios le da el cuerpo como él quiso, y a cada semilla su propio cuerpo". Del mismo modo, Dios te dará tu propio cuerpo. Cada cuerpo de resurrección tendrá la misma identidad que el cuerpo mortal que le precedió. Después de la resurrección, tú seguirás siendo tú y yo seguiré siendo yo. No te convertirás en otra persona más de lo que una semilla de trigo brota en una planta de frijol.

Sin embargo, aunque conserves tu propia identidad, habrá una gran diferencia, una transformación milagrosa. La nueva versión de tu cuerpo superará con creces a la anterior. Conservarás tu ser único, pero no creas que el cuerpo de resurrección es solo una versión revivida del cuerpo que tienes ahora. Pablo dice que incluso aquellos que están vivos cuando Jesús regrese serán cambiados y transformados (v. 51). El cuerpo glorificado seguirá siendo tu cuerpo, pero la transformación puede ser incluso más grande que un bebé convirtiéndose en adulto, o que una oruga convirtiéndose en mariposa.

De nuevo, piensa en una planta. En cierto sentido, tiene la misma identidad que la semilla—el mismo código genético, si quieres—pero en otro sentido, la planta es muy diferente de la semilla. La Biblia dice: "Lo que siembras no es el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo". El cuerpo que emerge de esa semilla es mucho más impresionante que la semilla. De la misma manera, el cuerpo glorificado y perfecto que emerge en la resurrección sobrepasará con creces el cuerpo que tienes ahora, de una manera difícil de imaginar.

Digamos que lo único que conocías sobre los tulipanes era cómo era un bulbo de tulipán; nunca habías visto plantas de tulipanes en flor. Podrías estudiar ese feo bulbo de tulipán gris todo lo que quisieras, pero nunca adivinarías la belleza de los tulipanes hasta que realmente vieras algo de floración en todo su magnífico color. Los cuerpos que tenemos ahora son como bulbos de tulipán. Se convertirán en algo mucho más de lo que son ahora, pero no sabremos cómo es el florecimiento completo de nuestros cuerpos hasta que suceda, hasta que nuestros cuerpos humildes se vuelvan como el glorioso cuerpo de Jesús.

Apto para el Cielo en la Tierra

La Biblia ofrece algunos consejos interesantes sobre los cuerpos que Dios planea para su pueblo. Dios le proporciona a cada ser un cuerpo adecuado para su identidad y para su entorno. Así como él le da a un pez las agallas que necesita para respirar en el agua, así como él le da alas a un pájaro que necesita para volar por el aire, así Dios nos dará los cuerpos que necesitamos para expresar nuestra identidad como hijos de Dios y para prosperar en un ambiente de gloria celestial y de perfección absoluta.

En Apocalipsis 21, la Biblia visualiza una nueva creación en la que el cielo desciende a la tierra. La tierra y el cielo se vuelven uno. En esta nueva creación, Dios estará presente directamente para nosotros. Nada pecaminoso puede sobrevivir en presencia de su santidad. Para que un cuerpo se adapte a ese entorno, tendrá que ser perfecto, absolutamente libre de tendencias pecaminosas. Dios hará que tanto el espíritu humano como el cuerpo humano se ajusten al cielo en la tierra.

Este cuerpo no solo será perfectamente santo sino perfectamente sano. Puede que hayas nacido afligido por el síndrome de alcoholismo fetal o por el SIDA, pero para ese entonces no tendrás aflicción. Es posible que hayas sido herido por apuñalamientos, balas o golpes, pero para ese entonces estarás sano. Es posible que hayan abusado de ti en esta vida, pero para ese entonces no te perseguirán los traumas. Puedes ser ciego ahora, pero verás perfectamente para ese entonces. Es posible que ahora te resulte difícil escuchar, pero oirás perfectamente para ese entonces. Ahora puedes estar lisiado por una lesión o artritis, pero para ese entonces caminarás y saltarás. Los milagros de sanidad de Jesús descritos en los evangelios eran pruebas del reino venidero donde todas las heridas son sanadas y todas las lágrimas son borradas. Estarás lleno de energía y de vigor, un espécimen perfecto de humanidad que refleja la perfección de Dios y que se siente como en casa en su presencia.

Y hay más. Para estar completamente adaptado a nuestro nuevo entorno, el cuerpo celestial necesitará capacidades que van más allá de lo que podamos imaginar. Veremos al Señor cara a cara y podremos percibir a los ángeles. ¿Cómo es eso posible? Bien, nuestros ojos y oídos podrán percibir realidades que no podemos ver o escuchar en nuestra condición actual, o se nos darán sentidos y poderes de percepción que van más allá de nuestros ojos u oídos, más allá del gusto, del tacto, y del olfato.

Los cinco sentidos con los que ya contamos se verán enormemente mejorados e incluso podremos tener nuevos sentidos. Es imposible decir cómo sería un nuevo sentido. ¿Cómo puedes decirle a una persona que nació ciega cómo es un arcoíris? ¿Cómo podrías explicarle la música a alguien que nació sordo? Eso es algo parecido a lo que es hablar de ver a los ángeles y al mundo de los espíritus. Necesitaremos poderes de percepción que nunca antes hemos tenido, que ni siquiera podemos imaginar en este momento.

Algo es cierto. Percibiremos a Jesús en su gloria como nunca antes lo hicimos. La Biblia dice: "Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es" (1 Juan 3:2). ¡Qué asombroso! ¡Ese cuerpo celestial será apto para el cielo en la tierra, estará diseñado para estar como en casa en la misma presencia del Señor!

El Cuerpo Perfecto

Muchos de nosotros queremos un cuerpo perfecto en este momento. La búsqueda del cuerpo perfecto es un gran negocio. Gastamos miles de millones en varios planes de dieta, máquinas de ejercicios y clubes de salud. Para algunos, el objetivo es tener un aspecto perfecto. Esto puede volverse necio e incluso peligroso. Para los hombres, el cuerpo ideal puede ser el de un tipo que consume esteroides y cuyo único trabajo es levantar pesas y flexionar los músculos. Para las mujeres, el cuerpo supuestamente perfecto de una modelo que aparece en las revistas de glamour en realidad puede ser el de una anoréxica fumadora con implantes y liposucción.

Incluso si no buscamos un aspecto perfecto, podemos estar buscando una salud perfecta. Queremos mantenernos fuertes y vivir mucho tiempo. Algunos programas de ejercicios no se sienten muy bien, y algunos programas de dieta no saben muy bien. Se ha dicho que comer alimentos saludables no te hace vivir más tiempo; ¡solo la hace parecer más prolongada! No quiero desanimarte si intentas mejorar tus hábitos de ejercicio y de alimentación, especialmente si tu salud así lo requiere. Después de todo, la Biblia habla del cuerpo como un templo para el Espíritu Santo de Dios, por lo que debemos cuidar bien de nuestros cuerpos. Pero no puedo evitar preguntarme si nos preocupamos demasiado por el aspecto y la salud. ¿El objetivo principal de la existencia humana es ser lo más delgado posible y prolongar nuestra vida presente el mayor tiempo posible? Hay cosas más importantes que parecer un modelo de una revista. También hay cosas más importantes que tratar de agregar algunos años más a tu vida.

Si mantenerte saludable se convierte en una obsesión, eso se vuelve francamente poco saludable. Puedes estar tan ocupado tratando de no morir que nunca vives realmente. La obsesión por vivir más tiempo puede arruinar el tiempo con el que cuentas. Peor aún, puedes entrar en la rutina de actuar como si la vida fuera todo lo que hay. Estás tan ocupado tratando de hacer que tu vida dure más que ignoras el hecho de que la muerte es inevitable e ignoras lo que viene después de la muerte.

Eso me recuerda dos caricaturas. Una muestra a un hombre caminando, pensando para sí mismo: "No fumar, no beber, bajo en grasas, bajo en azúcar, poca sal, alto contenido de fibra, mucho ejercicio". Tiene una expresión petulante, pensando en lo saludable que está y cuánto tiempo va a vivir. Mientras tanto, un gran piano cae sobre su cabeza, y está a punto de ser aplastado.

Otra caricatura muestra a un esposo y a una esposa de pie en las nubes en alguna parte, en la versión del cielo de los dibujantes. La esposa le dice al marido, "Este lugar es fantástico, ¿no crees?" El marido gruñe, "Sí—y hubiésemos estado aquí mucho antes si no nos hubieras hecho comer toda esa pésima comida saludable".

Nuevamente, no me malinterpretes. Es bueno cuidarte razonablemente. Pero no te concentres tanto en tu apariencia que descuides tu alma. No te concentres tanto en mantenerte saludable para esta vida que te olvides de la vida futura. El cuerpo perfecto buscado por fanáticos de la salud y por personas obsesionadas con el aspecto no es realmente tan perfecto. Aun así, hay un sentir en el cual todos deberíamos anhelar un cuerpo perfecto. Dios les promete a aquellos que confían en Jesús que cada uno de nosotros tendremos un cuerpo perfecto y resucitado, como el cuerpo glorificado de Jesús.

 

Cuatro Contrastes

Los cuerpos imperfectos que tenemos ahora son muy diferentes de los cuerpos perfectos de resurrección que el Señor nos dará en la nueva creación. 1 Corintios 15:42-44 señala cuatro contrastes entre este cuerpo que será sepultado y el cuerpo de resurrección: "Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual." Miremos más de cerca estos cuatro contrastes.

Los cuerpos que tenemos ahora son corruptibles. Éstos mueren. Hay muchas formas de morir—guerra, accidente, virus mortal, cáncer, ataque cardíaco o accidente cerebrovascular, pero de una forma u otra, llega la muerte. No importa cuán bien cuides tu cuerpo, es corruptible. Pero será resucitado incorruptible. Seremos como Superman, solo que mejor. Superman no puede ser dañado por nada en la tierra, solo por la kriptonita de un planeta lejano. Pero nada en absoluto podrá dañar el cuerpo incorruptible, ni siquiera la kriptonita. Es inmune a enfermedades, lesiones y muerte.

El segundo contraste es que lo que se siembra en deshonra resucitará en gloria. ¿Alguna vez has visto viejos álbumes de fotos y has visto caras jóvenes y atractivas que ahora están arrugadas y poco atractivas? ¿O caras sonrientes y vibrantes que ahora están muertas? Eso te hace estremecer. El cuerpo pierde belleza a medida que envejece, y la muerte trae la deshonra final. Cuando el cuerpo muere, debe ser enterrado o quemado para que no apeste u obstaculice el camino. "Se siembra en deshonra". Pero, gracias a Dios, es resucitado en gloria, para nunca más perder su belleza, para nunca más experimentar la fealdad, la humillación, la vergüenza o el deterioro: solo la gloria de la perfección.

El tercer contraste hace un punto similar: el cuerpo se siembra en debilidad, pero resucitará en poder. Nuestros cuerpos tienen varias debilidades. A veces, a medida que envejecemos, nuestros ojos comienzan a deteriorarse. Necesitamos anteojos, luego necesitamos anteojos bifocales, luego necesitamos anteojos trifocales, luego necesitamos cirugía de cataratas. Nos preguntamos por qué la gente habla tan bajo y no puede hablar un poco más fuerte, cuando de hecho nuestros oídos nos están fallando. A medida que envejecemos, nuestros huesos se vuelven quebradizos y se rompen con mayor facilidad. Pasamos tiempo en sillas de ruedas o en unidades quirúrgicas. Nuestros cuerpos son débiles y se vuelven cada vez más débiles hasta que finalmente morimos. Pero si pertenecemos a Jesucristo, nuestros cuerpos serán resucitados en poder. Entonces podemos tirar los anteojos trifocales y ver mejor que un águila. Podemos tirar los audífonos y escuchar perfectamente. Podemos tirar las muletas, los bastones, las andadoras y las sillas de ruedas, y podemos saltar y bailar. El cuerpo perfecto nunca se cansará, se debilitará o se desgastará. Siempre estará lleno de fuerza y ​​de vitalidad. Tal vez te preguntes si las personas que mueren siendo bebés tendrán cuerpos de bebés en el cielo, o si las personas que mueren en la vejez lucirán viejas en el cielo. La respuesta más simple es que todos nuestros cuerpos estarán en la plenitud perfecta que Dios quiere para ellos, más fuertes y más espléndidos que en cualquier etapa que hayamos experimentado en esta vida. Seremos "resucitados en poder".

El cuarto contraste es el más profundo: "Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual". Observa que se trata de un cuerpo espiritual. El contraste no es entre un cuerpo material y un espíritu inmaterial. El cuerpo de resurrección no es un fantasma o una cosa de niebla que flota en el aire. El cuerpo de resurrección es tanto un cuerpo como el cuerpo presente, tanto carne y hueso, igual de real—solo que más, porque nunca muere.

Cuerpos Como el Suyo

1 Corintios 15:44 dice: "Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual". Nuestro cuerpo presente y natural proviene de Adán, el primero de la humanidad antigua. Nuestro futuro cuerpo espiritual proviene de Jesús, el primero de la humanidad nueva. "El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales. Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial" (15:47-49).

El cuerpo celestial, con Jesús como prototipo, estará como en casa en la tierra renovada, pero no será terrestre. Tendrá el tipo de poder, de libertad y de bondad que solo proviene del Señor del cielo. En otro lugar, las Escrituras dicen que Jesús "transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya" (Filipenses 3:21). Si queremos saber cómo serán nuestros cuerpos resucitados, podemos aprender mucho de cómo es el cuerpo de Jesús. Cualquier cosa que el cuerpo de Jesús pueda hacer, lo podrá hacer el nuestro.

Cuando Jesús estaba en la tierra, caminó sobre el agua sin hundirse. Y Jesús no fue el único. Por unos momentos, el apóstol Pedro también caminó sobre el agua. Pedro comenzó a hundirse solo cuando quitó sus ojos de Jesús. En la nueva creación, con los poderes de la nueva humanidad que fluye de Jesús, todos podremos caminar sobre el agua (y aún podremos bucear y nadar si lo deseamos). ¡Incluso podremos volar! La última vez que los discípulos de Jesús lo vieron, él los dejó elevándose por encima del suelo y elevándose hacia las nubes. Si Jesús podía volar, también nosotros podremos volar. Esto no es una imaginación desenfrenada; es lógica. Esto proviene directamente de la declaración de la Biblia de que Jesús hará que nuestros cuerpos se asemejen a su cuerpo glorioso. Si esta lógica no te lo asegura, la Biblia dice directamente que volaremos. 1 Tesalonicenses 4:17 dice que nos encontraremos con Jesús en el aire cuando regrese.

El cuerpo celestial será verdaderamente físico, pero no será gobernado ni dominado por ninguna fuerza física externa. Dios originalmente creó a la humanidad para gobernar sobre todas las criaturas y fuerzas de la creación. Nuestra caída en pecado nos hizo sujetos a las fuerzas físicas que estábamos destinados a gobernar, pero en Jesús la nueva humanidad toma nuevamente el control de la naturaleza. Jesús podía ordenar que las tormentas se fueran y que los mares se calmaran. Él tenía el control total sobre las fuerzas físicas, y nosotros tendremos poderes similares.

Jesús podía cambiar su ubicación corporal a voluntad, y cuando nos volvamos como él, podremos hacer lo mismo. Después de la resurrección de Jesús, a veces aparecía de repente en una habitación donde las puertas estaban cerradas. Podía desaparecer igual de rápido y aparecer en otro lado. Jesús no estaba haciendo esto como un espíritu sino con un cuerpo real. Él ingería comida sólida con sus amigos. Ellos podían verlo masticar y tragar. Podrían tocarlo y sentir que él era carne real y sólida. Pero aunque el cuerpo de resurrección de Jesús es una carne sólida, puede cambiar de ubicación instantáneamente cuando lo desee. Nuestros cuerpos podrán hacer lo mismo. Star Trek representa un futuro en el que las máquinas transmiten instantáneamente a personas de un lugar a otro. La realidad superará a la ciencia ficción. Podremos viajar más rápido que los personajes de Star Trek, y no necesitaremos máquinas para hacerlo.

Si vives en una zona urbana, probablemente ya tengas suficientes viajes largos y atascos de tráfico. ¿Cómo te gustaría poder ir del punto A al punto B al instante? Si hay un lugar al otro lado del mundo que siempre quisiste ver, o si quieres caminar sobre la luna, explorar Marte o viajar al espacio exterior, ve y disfruta de la idea de hacerlo. Tu cuerpo celestial podrá viajar a donde tu mente lo desee.

Cuerpos Controlados por el Espíritu

Trascender las leyes actuales de la física puede ser emocionante, pero no es el punto principal del contraste de la Biblia entre el cuerpo natural y el cuerpo espiritual. "Espiritual" significa que el cuerpo de resurrección obtiene su vida definitiva del Espíritu de Dios mismo. Nuestros espíritus estarán perfectamente en sintonía con el Espíritu de Dios. Nuestros cuerpos no estarán esclavizados por las leyes físicas, y nuestros espíritus no estarán esclavizados por nuestros cuerpos.

Desde que la humanidad cayó en pecado, hemos tenido dificultades para controlar nuestros deseos corporales. Nuestro apetito por la comida, nuestros impulsos sexuales, nuestro antojo de alcohol, de drogas y de cigarrillos—estos son casos en los que nuestro espíritu a menudo se encuentra demasiado torcido o débil como para controlar adecuadamente el cuerpo. Pero nuestros cuerpos de resurrección no gobernarán a nuestro espíritu. Nuestro espíritu, hecho perfeccionado por el Espíritu de Dios, dirigirá nuestros cuerpos correctamente y controlará nuestros deseos a la perfección.

El cuerpo espiritual no dependerá de la cadena alimenticia para sobrevivir, sino del Espíritu de Dios. Este cuerpo estará bien preparado para vivir para siempre en la presencia del Señor y de sus santos ángeles en la tierra nueva. Solo un cuerpo verdaderamente espiritual, uno completamente lleno de la presencia del Espíritu de Dios, estará como en casa en la nueva creación. Solo un cuerpo celestial, uno completamente en sintonía con el Señor del cielo, estará como en casa cuando la voluntad de Dios sea hecha en la tierra como en el cielo.

Vida en el Interior

1 Corintios 15:50 dice: "la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción". Solo el poder transformador de Dios puede crear cuerpos aptos para su glorioso reino. Y esto significa que las increíbles promesas de la Biblia acerca de los cuerpos celestiales no aplican para cualquiera; aplican solo si ya tienes la vida de Cristo mientras aún estás en tu cuerpo presente.

Un año, a mediados de marzo, un hombre que conozco le dio a su madre un paquete de pequeñas motas. Él le dijo que eran un tipo especial de semilla de flor que crecería y florecería en menos de dos semanas. Así que las plantó en una maceta de tierra, las colocó en una ventana soleada y esperó a que el milagro sucediera. Pasó una semana. No sucedió nada. Pasaron dos semanas. No sucedió nada. Ella la mantuvo húmeda, pero no sucedió nada. Nada apareció en la maceta, sino suciedad. No podía entender lo que estaba haciendo mal. El 1 de abril, el hijo se presentó para preguntarle a su mamá cómo estaban sus flores. Ella tristemente informó que no estaba sucediendo nada. Su hijo se echó a reír y dijo: "¡Día de los santos inocentes!" Las "semillas" que le había dado eran solo puntas de pico de pavo pequeñas y duras que había recogido en una granja local. Parecían semillas, pero no crecieron como semillas.

Cuando siembras una semilla, puede que no parezca estar viva, puede que aún no se vea como una planta, pero tiene vida escondida dentro de ella. No puedes enterrar apenas una mota de material y esperar que crezca una planta. Solo una semilla que ya tenga el comienzo de la vida dentro de ella crecerá y se convertirá en una planta. La Biblia habla de "Cristo en vosotros, la esperanza de gloria" (Colosenses 1:27). Para ser resucitado en un cuerpo celestial como el de Jesús, necesitas la vida de Jesús dentro de ti antes de que te entierren. Sin la vida de Jesús dentro de ti, tienes tantas posibilidades de ser resucitado a la gloria eterna como la punta de un pico de pavo de convertirse en una flor. Aquellos que mueran sin Jesús experimentarán una especie de resurrección, pero sus cuerpos solo serán adecuados para una existencia miserable en el infierno. Pero si confías en Jesús, si su Espíritu vive en ti, algún día tendrás un cuerpo celestial como el suyo, un cuerpo adecuado para el cielo en la tierra.

 

Última modificación: martes, 2 de octubre de 2018, 19:53