Introducción al Apocalipsis (Dr. Dennis Johnson, Biblia de Estudio ESV)

Introducción al 
Apocalipsis

Autor y Título

Apocalipsis 1:1 anuncia tanto el título del libro (es una "revelación"), como su autor divino ("Jesucristo"). El libro es un "desvelamiento" de fuerzas espirituales invisibles que operan entre bambalinas en la historia y controlan sus eventos y resultados. Esta revelación se transmite en una serie de visiones simbólicas que muestran la influencia de las profecías del AT, especialmente aquellas recibidas por Daniel, Ezequiel y Zacarías.

El libro también es "profecía" (Apocalipsis 1:3; 22:7), no sólo como predicción divina de eventos futuros, sino también como diagnóstico divino de la situación de los acontecimientos actuales. El autor divino identificado en el versículo inicial, Jesús el Mesías, tiene la autoridad dada por Dios para describirle los sucesos venideros a su siervo Juan (véase también 1:4, 9, 22:8) para comunicarlos a la iglesia. Sin negar su propio papel en la composición del libro, Juan se presenta más como un receptor y registrador de visiones que como autor del mensaje de Apocalipsis.

Aunque Juan no se hace llamar a sí mismo apóstol y es contado entre los profetas (22:9), los primeros padres de la iglesia -notablemente Justino Martyr (escribiendo c. 135-150 d.c.), Melito de Sardis (mediados del siglo II) e Ireneo de Lyons (escribiendo c. 185)- lo identificaron consecuentemente como Juan el hijo de Zebedeo, el discípulo amado que escribió el Cuarto Evangelio y tres epístolas del Nuevo Testamento. Dado que el estilo griego del Apocalipsis difiere marcadamente de la otra literatura joánica y su énfasis teológico es distintivo, varios eruditos contemporáneos creen que fue escrito por otro Juan, llamado "Juan el presbítero", alguien desconocido de otra manera (quien también escribió 2 y 3 Juan). Estos estudiosos dan peso a otra tradición temprana (comenzando con Dionisio de Alejandría en el siglo III) que atribuye el Apocalipsis a "Juan el presbítero".

Sin embargo, los vínculos temáticos (por ejemplo, Jesús como Cordero y la Palabra de Dios [Juan 1:1, 14, 29, Ap. 5:6; 19:13]) y la tradición más temprana de la iglesia favorecen la tradicional atribución del Apocalipsis a Juan, el "discípulo amado", quien junto con Pedro y Santiago pertenecían al círculo íntimo de Jesús (Juan 21:20, 24).


Fecha

Ireneo informa, sobre la base de fuentes anticipadas, que "Juan recibió el Apocalipsis casi en nuestro tiempo, hacia el final del reinado de Domiciano" (Contra las Herejías 5.30.3). Desde que el reinado de Domiciano culminó en el año 96 d.c., la mayoría de los eruditos datan el Apocalipsis hacia mediados del año 90. Algunos, sin embargo, han abogado por una fecha durante el reinado de Nerón (54-68 d.c.) y antes de la caída de Jerusalén en el año 70, basando su conclusión en parte en la creencia de que Apocalipsis 11:1-2 es una profecía predictiva del asedio romano y de la destrucción de la Jerusalén terrenal durante la guerra judía.

Sin embargo, las condiciones de las iglesias en los cps. 2-3 y sus ciudades apoyan una fecha alrededor de los años 95-96 d.c., y en Apocalipsis "la ciudad santa" no parece referirse a la Jerusalén terrenal (ver nota en 11:1-2). Asumiendo esta fecha posterior, los acontecimientos relacionados con el reinado de Nerón y la destrucción de Jerusalén, los cuales ahora habrían sucedido en el pasado, están entretejidos en las visiones de Juan como presagios y prototipos de presiones presentes y traumas futuros del ataque del mundo a la iglesia de Cristo.

Género

El libro de Apocalipsis se identifica a sí mismo como "Apocalipsis" (o "revelación", 1:1) y como profecía (1:3; 22:7, 10, 18, 19; ver también 10:11; 22:9). "Apocalipsis" se deriva del sustantivo griego apokalypsis, que significa "revelación, manifestación, desvelamiento", es decir, la revelación de las realidades celestiales no vistas o futuras.

La literatura apocalíptica judía floreció en los siglos posteriores a la finalización del canon del AT, quizás en parte para ayudar al pueblo de Dios oprimido a encontrar propósito en sus sufrimientos y esperanza para su futuro en ausencia de palabras proféticas genuinas de parte de Dios. La literatura apocalíptica heredó y magnificó rasgos que aparecían en libros del AT tales como Ezequiel, Daniel y Zacarías.

Estos rasgos incluyen visiones que dramatizan la admisión del profeta al consejo celestial de Dios y que transmiten significado a través del simbolismo, prometiendo una intervención de Dios en el tiempo final para revertir las injusticias actuales. Sin embargo, la literatura apocalíptica judía del período entre el AT y el NT difiere de la profecía del AT en aspectos importantes. Los autores apocalípticos permanecieron anónimos y atribuyeron sus obras a figuras prominentes del pasado lejano (por ejemplo, Enoc, Abraham, Moisés, Baruc, Esdras), utilizando este recurso literario ("seudoepigrafía") para revestir su mensaje con el peso de la antigüedad e indicar que aquellos ancianos predijeron acontecimientos en el pasado y en el presente del texto escrito.

Mientras que la profecía del AT se predicaba principalmente de forma oral y sólo se conservaba por escrito secundariamente, las obras apocalípticas eran piezas literarias elaboradas a partir de su creación. La profecía del Antiguo Testamento no sólo consoló a un remanente justo, sino que también llamó al arrepentimiento a un Israel infiel y anticipó la reunión de los gentiles por gracia.

La literatura apocalíptica, por otra parte, dividió a la humanidad en dos campos inmutables: (1) la minoría santa que espera la liberación de Dios y (2) sus perseguidores, destinados para ira y muy lejos del alcance de la redención. Finalmente, aunque los profetas del AT señalaron hacia la futura venida del Señor, también enfatizaron su actual participación con su pueblo en relación con sus pecados y pruebas; pero la literatura apocalíptica vio el presente tan impregnado de corrupción que no se podía esperar ninguna obra salvadora de Dios antes de su intervención cataclísmica en el final.

Al igual que la literatura apocalíptica judía y alguna profecía del AT, el Apocalipsis se imparte en visiones simbólicas y no se transmite por medio de la predicación oral sino en forma literaria. Sin embargo, a diferencia de los autores apocalípticos extrabíblicos, Juan escribe en su propio nombre, no en el de un anciano santo, y trae un mensaje equilibrado de consuelo, advertencia y reprensión. Debido a que la muerte de Cristo ya ha ganado la victoria decisiva sobre el mal, el Apocalipsis no comparte el pesimismo de la literatura apocalíptica judía con respecto a la época actual (pasajera y contaminada por el pecado, aunque lo está).

Más bien, el Apocalipsis ve a los creyentes como conquistadores incluso actualmente a través de la resistencia del sufrimiento y la fidelidad al testimonio de Jesús, por el cual incluso sus perseguidores son llamados a la salvación a través del arrepentimiento y de la fe. El Apocalipsis, por tanto,  se sitúa en el "ala" apocalíptica de la profecía auténtica y divinamente inspirada (enfatizando la experiencia visionaria, el simbolismo y el arte literario), junto con textos del NT como el Discurso de los Olivos de Jesús (Marcos 13) y el discurso de Pablo sobre la manifestación del hombre de pecado (2 Tesalonicenses 2).


Tema

El Apocalipsis revela la guerra espiritual invisible en la que está envuelta la iglesia: el conflicto cósmico entre Dios y su Cristo por un lado, y Satanás y sus malvados aliados (tanto demoníacos como humanos) por el otro. En este conflicto, Jesús el Cordero ya ha ganado la victoria decisiva a través de su muerte sacrificial, pero su iglesia sigue siendo atacada por el dragón, en sus agonías, a través de la persecución, la falsa enseñanza, y la seducción de la riqueza material y la aprobación cultural.

Al revelar las realidades espirituales que se encuentran detrás de las pruebas y tentaciones de la iglesia durante el periodo entre la primera y segunda venida de Cristo, y al afirmar dramáticamente la certeza del triunfo de Cristo en el nuevo cielo y la nueva tierra, las visiones concedidas a Juan advierten a la iglesia y la fortalecen para soportar el sufrimiento y permanecer pura ante las seducciones profanas del orden mundial actual.


Propósito, Ocasión y Fondo

El Apocalipsis está dirigido a las iglesias del primer siglo en siete ciudades de la provincia romana de Asia (ahora Turquía occidental, véase el mapa, p. *****) (1:4, 11) como representantes de todas las iglesias de Cristo (ver " todas las iglesias ", 2:23 y "a las iglesias,"  2:7, etc.). Estas iglesias fueron amenazadas por la falsa enseñanza (como la iglesia de los Nicolaítas, 2:6, 15), por la persecución (2:10, 13), por la tolerancia con el paganismo circundante a través de la idolatría y la inmoralidad (2:14, 20-21) , y por la complacencia espiritual (3:1-3, 15-17).

Jesús envió su revelación a Juan para fortalecer a sus iglesias para resistir las artimañas del diablo, ya sea en forma de violencia intimidante (la bestia), herejía engañosa (el falso profeta) o riqueza seductora (la prostituta).

Resumen de la Historia de la Salvación

Los cristianos son llamados a ser fieles a Cristo en medio de la guerra espiritual en contra de Satanás y del pecado (ver nota sobre Mt. 12:28) mientras esperan la segunda venida de Cristo. (Para una explicación de la "Historia de la Salvación", ver el tema “Vistazo General de la Biblia”, pp. ****–****).

Línea de Tiempo

Temas Clave

1. A través de su muerte sacrificial, Jesucristo ha vencido a Satanás, el acusador, y ha rescatado a gente de todas las naciones para convertirlas en un reino de sacerdotes, sirviendo con gozo en la presencia de Dios.1:5, 18; 5:5-10; 12:1-11

2. Jesucristo está presente en medio de sus iglesias en la tierra a través de su Espíritu Santo, y conoce sus pruebas, triunfos y fracasos.1:12-3:22

3. La historia del mundo, incluyendo sus aflicciones y desastres, está firmemente en control de Jesús, el Cordero vencedor. 5:1-8: 1

4. Ahora mismo Dios está restringiendo su propia ira y los esfuerzos de sus enemigos para destruir la iglesia mientras reúne pacientemente a su pueblo redimido a través del testimonio que proclama su pueblo sufrido acerca de Jesús. 6:5-11; 7:1-3; 8:6-12; 9:4-6, 18; 11:3-7; 12:6, 13-17

5. Los desastres actuales (guerra, sequía, hambruna, enfermedad epidémica), aunque limitados en su alcance por la restricción de Dios, son presagios y advertencias de los juicios escalados venideros. 6:3-16; 8:6-13; 11:13; 16:1-21; 20:11-15

6. Al mantener su fiel testimonio hasta la muerte, los creyentes en Jesús conquistarán tanto al dragón como a la bestia. La victoria de los mártires, ahora encubierta, se manifestará en su vindicación al regreso de Cristo. 2:10-11, 26-29; 3:11-13; 6:9-11; 7:9-17; 11:7-12, 17-18; 12:10-11; 14:1-5; 15:2-4; 20:4-6

7. Satanás ataca la perseverancia y pureza de la iglesia a través de la persecución violenta, la enseñanza engañosa, la riqueza y el placer sensual. 2:1-3:22; 13:1-18; 17:1-18:24

8. Al final de la era, los opositores de la iglesia intensificarán la persecución, pero Jesús, la triunfante Palabra de Dios, derrotará y destruirá a todos sus enemigos; el cielo viejo y la tierra vieja, manchados por el pecado y el sufrimiento, serán reemplazados por el cielo nuevo y la tierra nueva; y la iglesia será presentada como la esposa en pureza luminosa a su esposo, el Cordero. 16:12-16; 19:11-21; 20:7-22:5 gráfico


Características Literarias

Numerosos géneros literarios convergen en el libro de Apocalipsis, uno de los libros más complejos de la Biblia. El género en general es la profecía (22:19). Como profecía bíblica en general, el medio real es la escritura visionaria; el libro se desarrolla como un espectáculo de visiones, muy parecido a los efectos cinematográficos modernos. Además, la forma en que realmente se representan las personas y los acontecimientos reales es por medio de la imaginación, con detalles poco realistas. El título del libro indica además que pertenece al género de la escritura apocalíptica.

Además, en cada giro el autor utiliza los recursos de la poesía: imagen, metáfora, símil y alusión. El libro comienza y termina con las características estándar de las epístolas NT. La forma general del libro, siguiendo las cartas introductorias de Cristo a las iglesias, es narrativa o historia, con los ingredientes usuales de ambientación, personajes, y trama (incluyendo el conflicto de la trama, la progresión, y la resolución). El drama griego también fue una influencia, visto en la atención que Juan le da a la puesta en escena de los acontecimientos, el posicionamiento de los personajes en los escenarios, las escenas de multitudes y el vestuario de los personajes.

Lo más importante a saber acerca de la forma literaria del libro de Apocalipsis es que utiliza la técnica del simbolismo de principio a fin. En lugar de retratar personajes y eventos directamente, la mayor parte del tiempo el autor los retrata indirectamente por medio de símbolos. Por ejemplo, Jesús es retratado como un cordero, las iglesias se representan como lámparas en candeleros, y Satanás es retratado como un dragón con siete cabezas y 10 cuernos. Los símbolos son a veces familiares y a veces originales y extraños. Cada vez que una obra de literatura presenta una preponderancia de símbolos en lugar de detalles realistas, los lectores deben reconocer la técnica de la realidad simbólica, lo que significa que conforme registren la obra en su imaginación, la información se presenta principalmente a través de símbolos.

El libro del Apocalipsis es uno de los ejemplos existentes más sostenidos sobre la realidad simbólica. La pregunta interpretativa principal es a lo que se refieren los símbolos. En muchos casos, los estudios de los antecedentes históricos pueden ayudar a comprender la forma en que los símbolos eran comprensibles para los contemporáneos de Juan, pero en cualquier caso nadie puede equivocarse simplemente al relacionar los extraños detalles simbólicos con imágenes familiares del NT sobre los tiempos finales (con el discurso de los Olivos de Jesús como buen marco de referencia), incluyendo las siguientes: degeneración moral; cataclismos naturales y desastres militares; tribulación (incluyendo la persecución de los creyentes); la parusía (la "llegada" o segunda venida de Cristo); el milenio; el juicio intermedio y final; la disolución final de la realidad terrenal; y la glorificación de los creyentes en el cielo. Con una conciencia de estas realidades escatológicas, generalmente es fácil ver que los símbolos del Apocalipsis se refieren a una u otra de estas realidades.


Escuelas de Interpretación

Se han distinguido cuatro enfoques para interpretar el Apocalipsis basado en su comprensión acerca de la relación de las visiones entre sí y la relación de las visiones con los acontecimientos de la historia:

1. El historicismo entiende el orden literario de las visiones, especialmente en 4:1-20:6, para simbolizar el orden cronológico de los acontecimientos históricos sucesivos que abarcan toda la época desde la iglesia apostólica hasta la venida de Cristo, el cielo nuevo y la tierra nueva.

2. El futurismo también maneja el orden de las visiones como reflejo del orden de acontecimientos históricos particulares (con algunas excepciones). Los futuristas, sin embargo, suelen ver las visiones de los cps. 4-22 como representación de sucesos aún futuros para los lectores del siglo XXI, por ende en un futuro lejano desde el punto de vista de Juan y las iglesias de Asia. Para muchos futuristas, estos eventos venideros incluyen un período discreto de siete años de intensa tribulación (cps. 6-19), seguido por un milenio (20:1-6) en el que Cristo gobernará en la tierra antes de la resurrección general y la inauguración del cielo nuevo y la tierra nueva (20:7-22:5).

3. El preterismo (del latín praeteritum, "lo que es pasado") piensa que el cumplimiento de la mayoría de las visiones del Apocalipsis ya ocurrieron en el pasado distante, durante los primeros años de la iglesia cristiana. Los preteristas piensan que estos acontecimientos—ya sea la destrucción de Jerusalén o la decadencia y caída del Imperio Romano, o ambos—podrían "ocurrir pronto" sólo desde el punto de vista de Juan y las iglesias de Asia. Algunos preteristas interpretan el orden de las visiones como reflejo de la sucesión cronológica de los acontecimientos que significan, pero otros reconocen la presencia de la recapitulación (es decir, que visiones distintas y sucesivas a veces simbolizan los mismos acontecimientos históricos o fuerzas desde perspectivas complementarias. Ver Estructura y Esquema). El preterismo total—que insiste en que toda profecía y promesa del NT fue cumplida por el año 70 d.c.—no es una opción evangélica legítima, porque niega el regreso corporal futuro de Jesús, niega la resurrección física de los creyentes al final de la historia, y niega la renovación/recreación física de los cielos y la tierra presentes (o su reemplazo por un "cielo nuevo y tierra nueva"). Sin embargo, los preteristas que (correctamente) insisten en que estos aún eventos son futuros se llaman "preteristas parciales".

4. El idealismo está de acuerdo con el historicismo en que las visiones del Apocalipsis simbolizan el conflicto entre Cristo y su iglesia, por un lado, y a Satanás y sus conspiradores malvados, por otro lado, desde la era apostólica hasta la segunda venida de Cristo. Sin embargo, los intérpretes idealistas creen que la presencia de la recapitulación (ver Estructura y Esquema) significa que el orden literario de las visiones no necesita reflejar el orden temporal de acontecimientos históricos particulares. Las fuerzas y conflictos simbolizados en los ciclos de visión del Apocalipsis se manifiestan en eventos ocurrirían "pronto" desde la perspectiva de las iglesias del primer siglo (como lo mantienen los preteristas), pero también se expresan en la actual lucha de fe perseverante de la iglesia y predice una escalada aún futura de la persecución y la ira divina que conduce al regreso de Cristo y al cielo nuevo y la tierra nueva.

5. Finalmente, algunos intérpretes sostienen un punto de vista mixto, combinando rasgos de estas posiciones diversas, tales como decir que muchos eventos tienen cumplimientos tanto presentes como futuros, o decir que muchos eventos tienen cumplimientos pasados, pero que todavía puede haber un Anticristo individual futuro.

Puntos de Vista Milenarios

Los cristianos no están de acuerdo si la Biblia en general y los "mil años" de 20:1-6 predicen específicamente un reino interino futuro en el que el Señor Jesús regresará corporalmente a la tierra para reinar con los creyentes resucitados durante una era de paz, justicia y bienestar físico, antes de la consumación de la historia en el cielo nuevo y la tierra nueva. Se han mantenido tres puntos de vista.

1. El premilenialismo, generalmente asociado a una lectura futurista del Apocalipsis (ver Escuelas de Interpretación), enseña que Cristo volverá corporalmente en poder y gloria antes (pre) de los "mil años" (milenio) para derrotar y destruir a la bestia y al falso profeta en la batalla del "gran día del Dios Todopoderoso" en el Armagedón (16:14-16; 19:11-21). Esta batalla surgirá en la atadura (pero no en la destrucción) del diablo, impidiéndole engañar a las naciones durante mil años (interpretado literalmente por muchos premilenistas, pero simbólicamente por otros) (20:1-3).

Durante ese tiempo los santos de Cristo, habiendo recibido sus cuerpos inmortales, ya sea por resurrección de los muertos o por transformación de los vivos (1 Tesalonicenses 4:13-18) en la "primera resurrección", reinarán con Cristo en la tierra presente, aún contaminados por el pecado y el dolor, pero aliviados en gran medida de las consecuencias societales y físicas del pecado. Aunque el pecado, el dolor y la muerte no serán eliminados hasta que el cielo nuevo y la tierra nueva desplacen al primer cielo y a la primera tierra (Ap 21:1-4; 22:3), los descendientes de aquellos que sobrevivan a la batalla del Armagedón permanecerán en la tierra, gobernada por los santos resucitados, y vivirán edades extraordinarias (Isaías 65: 20-25).

Muchos premilenialistas, especialmente los dispensacionalistas de varios énfasis, creen que las profecías del Antiguo Testamento sobre la restauración de Israel a la fidelidad y a la bendición política y material se cumplirán en este reino milenial. Aunque existe diversidad entre los premilenialistas en cuanto al grado en que las visiones de Apocalipsis y otras profecías bíblicas deben ser interpretadas "literalmente" o simbólicamente, muchos consideran más seguro interpretar tanto los destinatarios como el contenido de las bendiciones profetizadas tan literalmente como sea posible, en lugar de arriesgarse a un simbolismo no justificado.

Al final de esta anticipación idílica del "paraíso restaurado", una segunda rebelión mundial contra el reinado de Jesús provocará otra guerra, en la que el dragón mismo será derrotado y finalmente destruido. En ese momento los malvados serán levantados corporalmente para enfrentar el juicio final de Dios y la ira eterna en el lago de fuego, la "segunda muerte" (Ap. 20:6, 11-14). Dios reemplazará el cielo viejo y la tierra vieja contaminados de maldición por el cielo nuevo y la tierra nueva, donde no habrá maldición, pecado, sufrimiento, dolor o muerte—el hogar eterno de aquellos cuyos nombres están escritos en el libro de vida del Cordero (Cps. 21-22).

El premilenialismo clásico espera un futuro reinado milenario de Cristo en la tierra (el milenio), tanto con creyentes presentes, como con no creyentes, antes del juicio final. Por lo tanto, espera que Cristo regrese antes (pre) del milenio. También espera que los creyentes pasen por un tiempo de "gran tribulación" antes de que Cristo regrese.

El milenarismo pretribulacional también espera un futuro reinado milenario de Cristo en la tierra, pero espera que Cristo venga primero en secreto para llevarse a los creyentes de la tierra antes de que ocurra una "gran tribulación" de siete años. Después de la tribulación, espera que Cristo vuelva públicamente para reinar sobre la tierra, y que en ese momento traiga de regreso a los creyentes junto con él.

2. El posmilenialismo, hoy a menudo asociado con el preterismo, pero también compatible con el historicismo (ver Escuelas de Interpretación), enseña que Cristo regresará después (pos) de los "mil años" en los que el dragón es atado.

El posmilenialismo clásico sostiene que los "mil años" siguen siendo un tiempo futuro, una era venidera maravillosa en la que el evangelio triunfará tanto como para transformar a fondo a las sociedades y culturas del mundo. Sin embargo, algunos posmilenialistas piensan que los "mil años" representan simbólicamente la época histórica que comenzó con la ascensión de Cristo y que las condiciones en este largo período mejorarán continuamente hasta que concluyan con su gloriosa segunda venida. En la perspectiva posmilenial, Cristo se encuentra en el cielo durante el milenio, no en la tierra; pero ejerce su reinado a través de su Espíritu y la predicación del evangelio por parte de la iglesia.

La "primera resurrección" es la transición espiritual de los creyentes de la muerte a la vida a través de la unión con el Cristo resucitado (Ef. 2:4-6). Debido a que Satanás no puede "engañar más a las naciones" (Apocalipsis 20:3), la misión de la iglesia resultará en la conversión de todas las naciones y pueblos, hasta que la tierra sea "llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar"(Hab. 2:14).

Este fruto de la victoria de Jesús será fácil de ver, ya que los sistemas políticos y legales se conforman a la justicia de Dios, las búsquedas culturales como el trabajo y las artes son redimidas y la creciente calidad y duración de la vida se muestran como la bendición de Dios. Después de este "milenio", sin embargo, durante un breve intervalo antes del regreso de Jesús, Dios liberará su restricción en contra Satanás y la humanidad perversa convergerá en un ataque desafiante hacia la iglesia de Cristo. Pero Jesús regresará corporalmente del cielo en poder y gloria para derrotar y destruir a sus enemigos, para efectuar el juicio final e introducir el cielo nuevo y la tierra nueva, sin mancha por el pecado y sus subproductos tóxicos, en la nación eterna.

3. El amilenialismo, típicamente defendido por los idealistas, pero consistente con algunas expresiones de preterismo o historicismo (ver Escuelas de Interpretación), coincide con el posmilenialismo en que Cristo volverá después de la época simbolizada como "mil años" (20:1-6) y en que las profecías del AT y las visiones de Apocalipsis se entienden normalmente como símbolos de las bendiciones y pruebas de la iglesia del NT, constituida por creyentes en Cristo de toda nación.

Sin embargo, los amilenialistas creen que la evidencia bíblica indica que existe y que no habrá (un) milenio en el sentido anticipado del premilenialismo o posmilenialismo antes de la consumación de la historia, cuando el pecado y la maldición están totalmente desterrados en los "cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia" (2 Pedro 3:13). A través de la muerte y resurrección de Cristo, Satanás fue atado, y por lo tanto es incapaz de mantener a los gentiles en la ignorancia o de reunir una coalición mundial en contra de la iglesia.

Por lo tanto, el evangelio avanza ahora por el poder del Espíritu a través del testimonio de la iglesia, pero siempre en medio de la oposición y el sufrimiento. Así como Jesús el Cordero conquistó al morir, así la victoria de su iglesia consiste en la fidelidad "hasta la muerte" (Ap. 5:9; 12:11). La "primera resurrección" es, paradójicamente, la muerte de los mártires, que los lleva a los tronos celestiales desde los cuales ahora reinarán con Cristo (20:4-5).

La visión de "mil años" prepara a la iglesia para una larga era de testimonio y sufrimiento entre la primera venida de Cristo para atar a Satanás (Marcos 3:26-27) y su regreso para destruir a Satanás. No promete la mitigación de la persecución, ni una mejora general en las condiciones de vida en la "primera tierra" contaminada por el pecado, antes del cielo nuevo y la tierra nueva inmaculados. Más bien, la visión promete que el dragón, un enemigo ya derrotado, no puede frustrar el plan de Dios de reunir a los pueblos de toda nación en el ejército redimido del Cordero.

Apelando a la recapitulación, los amilenialistas ven Apocalipsis 19:17-21 y 20:9-10 como perspectivas complementarias sobre la misma batalla decisiva al final de los "mil años", cuando Cristo vendrá corporal y gloriosamente para rescatar a su iglesia afligida y destruir a sus enemigos: las bestias, el dragón, los seguidores engañados y desafiantes, y—en la resurrección general del justo y el injusto—a la muerte misma (20:14, ver 1 Cor. 15:26, 54-55). La "esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo" es la "esperanza bienaventurada" por la que esperan los creyentes (Tito 2:13). Cada uno de estos tres puntos de vista milenarios primarios cae dentro del marco de la Ortodoxia Cristiana histórica.

El Apocalipsis se compone de un prólogo (1:1-8), un cuerpo (1:9-22:5) y un epílogo (22:6-21). El prólogo y el epílogo están vinculados por temas repetidos: un ángel enviado para mostrar a los siervos de Dios lo que ocurrirá pronto (1:1; 22:6, 16), bendiciones sobre aquellos que guardan la profecía (1:3; 22:7, 9), la autoidentificación de Juan (1:1, 4) 22: 8), y la designación de Dios como el Alfa y el Omega (1:8; 22:13). El cuerpo contiene cuatro series enumeradas de siete mensajes o visiones: cartas a las iglesias (cps. 2-3), sellos en un libro (4:1-8:1), trompetas (8:2-11:19) y copas de ira (cps. 15-16). Ver cuadro, pg. ****.

El movimiento general del libro va desde "las cosas que son"—la situación actual de las iglesias del primer siglo (cps. 2-3)—hasta "las cosas que sucederán después de estas", culminando con la destrucción de los enemigos de Dios, y su iglesia y la presentación de la iglesia como la esposa del Cordero en un cielo nuevo y una tierra nueva (1:19, 4:1). Sin embargo, dentro de este movimiento temporal general, las visiones "retroceden" para presentar perspectivas complementarias distintas sobre el mismo evento o fase del conflicto cósmico entre Cristo y Satanás. Por ejemplo, 12:1-6 retrata la derrota del dragón en su deseo de destruir al hijo de la mujer celestial (vv.1-5), seguido por su huida al desierto por su seguridad (v.6); entonces 12:7-17 retrata nuevamente la derrota del dragón, esta vez en su deseo de acusar a los creyentes (vv. 7-12), seguido por la huida de la mujer celestial al desierto por su seguridad (vv.13-17).

Las visiones anteriores a veces representan eventos posteriores, y las visiones posteriores representan condiciones anteriores. Por ejemplo, 6:12-17 muestra la sacudida de la tierra y del cielo, de modo que las estrellas son echadas a la tierra como por un gran viento; Entonces 7:1-8 muestra ángeles que detienen los vientos de aflicción hasta que el pueblo de Dios es sellado; y aún más tarde, Juan mira el sol, la luna y las estrellas todavía en el cielo y sólo parcialmente oscurecidas (8:12). Este principio de repetición o recapitulación para elaborar los propósitos de Dios y confirmar su certeza se ve en las primeras Escrituras (ver Gn. 1:1-2:25; 37:5-11; 41:1-32; Dan 2:1-45 [con Dn. 7:1-28], Hechos 10:10-16). En el Apocalipsis, la recapitulación significa que el orden en el que Juan recibió visiones no indica necesariamente el orden de los eventos que simbolizan. Estas observaciones sobre la estructura intrínseca del Apocalipsis están reflejadas en este esquema:

I. Prólogo (1:1–8)

A. Título, transmisión, promesa de bendición (1:1–3)

B. Entrada epistolaria (1:4–6)

C. Anuncio del Rey que viene (1:7–8)

II. Cuerpo (1:9–22:5)

A. “La cosas que son”: La presencia de Cristo y el conocimiento de sus iglesias (1:9–3:22)

1. El Hijo del Hombre entre sus iglesias (1:9–20)

2. El mensaje de Cristo a sus siete iglesias (2:1–3:22)

a. A Efeso (2:1–7)

b. A Esmirna (2:8–11)

c. A Pérgamo (2:12–17)

d. A Tiatira (2:18–29)

e. A Sardis (3:1–6)

f. A Filadelfia (3:7–13)

g. A Laodicea (3:14–22)

B. “Las cosas que sucederán después de estas”: La defensa de Cristo a su iglesia y la destrucción de sus enemigos (4:1–22:5)

1. El Cordero y el libro: aflicciones actuales y venideras, precursores del fin (4:1–8:1)

a. Cielos abiertos: El Cordero recibe el libro (4:1–5:14)

b. El Cordero abre los siete sellos del libro (6:1–8:1) (Interludio: el sello del Israel Internacional de Dios, 7:1–17)

2. Los ángeles y las trompetas: advertencias de la ira venidera (8:2–11:18)

a. El altar de incienso en el cielo: las oraciones de los santos y el fuego arrojado a la tierra (8:2–5)

b. Los Ángeles tocan las siete trompetas (8:6–11:18) (Interludio: la seguridad y la aflicción de la ciudad-santuario de Dios, su iglesia como testigo, 10:1–11:14)

3. La mujer, su hijo, el dragón, y las bestias: El conflicto cósmico entre Cristo y Satanás (11:19–14:20)

a. El templo abierto en el cielo (11:19)

b. El hijo de la mujer derrota al dragón (12:1–6)

c. Miguel y los ejércitos celestiales derrotan al dragón (12:7–17)

d. La bestia del mar (13:1–10)

e. El falso profeta de la tierra (13:11–18)

f. El Cordero y sus sellados vencedores (14:1–5)

g. Los anuncios angelicales de juicio (14:6–13)

h. La cosecha de tierra y de vid (14:14–20)

4. Las copas de la ira final de Dios (15:1–16:21)

a. El santuario celestial lleno de Gloria (15:1–8)

b. Los Ángeles derraman las siete copas (16:1–21)

5. La ramera Babilonia (17:1–19:10)

a. El poder y la lujuria de Babilonia (17:1–15)

b. El lamento y la celebración de la caída de Babilonia (17:16–19:10)

6. La derrota y destrucción de las bestias, el dragón y la muerte (19:11–20:15)

a. Cristo derrota y destruye a la bestia, al falso profeta, y a sus ejércitos (19:11–21)

Interludio: los mil años de la atadura del dragón y el reinado de los mártires (20:1–6)

b. Dios derrota y destruye al dragón y a sus ejércitos (20:7–10)

c. El juicio final y la destrucción de la muerte, el enemigo final (20:11–15)

7. “Nuevas todas las cosas” (21:1–22:5)

a. El cielo nuevo y la tierra nueva, el hogar de la esposa del Cordero (21:1–8)

b. La nueva Jerusalén, la esposa pura del Cordero (21:9–22:5)

III. Epílogo (22:6–21)

A. Transmisión y confiabilidad del Apocalipsis, promesa de que Jesús viene pronto, promesa de bendición (22:6–9)

B. Prohibición de sellar el libro, promesa de que Jesús viene pronto, promesa de bendición (22:10–15)

C. Testimonio del Apocalipsis (22:16–17)

D. Prohibición de alterar el libro, promesa de que Jesús viene pronto, último pronunciamiento de bendición (22:18–21)

 

Last modified: Monday, July 24, 2017, 8:38 PM