Revista Historia Cristiana, Número 74

Una Toma y Daca Mortal

Por Paul Crawford

Los cruzados pelearon muchas batallas terribles en el Medio Oriente, pero los musulmanes iniciaron --y ganaron--la guerra.

OSAMA BIN LADEN le llamó a la respuesta de los Estados Unidos del 11 de septiembre, una "nueva cruzada y la Campaña judía liderada por el gran cruzado Bush bajo la bandera de la cruz." Él claramente trató de vincular dicha campaña militar a las campañas europeas de hace un milenio, durante las cuales, la mentalidad dominante sostiene que los guerreros cristianos atacaron injustamente las posesiones islámicas en Palestina y sus alrededores.

Al establecer esta conexión, sin embargo, el fanático fugitivo admite más que lo que alega. Tanto en la Edad Media, como en el 2001, el islam atacó primero – y lo hizo de tal manera que el Occidente ciertamente respondió.


Olas de Conquista

Jerusalén ha cambiado de propietarios muchas veces a lo largo de los siglos, pero el séptimo siglo fue particularmente tumultuoso. Los persas paganos invadieron la ciudad en el año 614. Los cristianos orientales, encabezados por el emperador bizantino Heraclio, la reclamaron por el año 630. Dentro de algunos años, sin embargo, las fuerzas islámicas habrían destrozado la armada bizantina y los habrían perseguido fuera de Palestina.

Jerusalén se rindió ante un ejército musulmán en el año 638. Poco después inició la construcción de una mezquita en el Monte del Templo. Sofronico, el patriarca de la ciudad, habría de estallar en lágrimas, gimiendo, "Esta es verdaderamente la abominación desoladora de la que habló el profeta Daniel!".

Después de la captura de Jerusalén, los ejércitos musulmanes se expandieron a través de las provincias orientales y meridionales del devanado Imperio Bizantino. En los años 640, Armenia al norte y Egipto al sur cayeron en manos del islam. En el año 655 los musulmanes ganaron una batalla naval contra los Bizantinos y casi capturaron al emperador bizantino.

Para el año 711 los musulmanes controlaban todo el norte de África, y un comandante musulmán llamado Tariq había entrado en suelo europeo- sobre una roca, que adoptó su nombre (Jebel al-Tariq, dañada en Gibraltar). Para el año 712 los musulmanes habían penetrado profundamente en la España cristiana. En la batalla de Toledo de ese año, derrotaron a los españoles y mataron a su rey. El Reino de España se derrumbó rápidamente.

Los cristianos sobrevivientes se replegaron hacia las montañas del noroeste de España y ahondaron en sus defensas. Los ejércitos musulmanes los superaron y comenzaron a saquear los Pirineos en Francia.

Mientras tanto, en el Oriente, los musulmanes siguieron presionando al Imperio Bizantino. Para el año 717 habían aterrizado en la Europa Suroriental, y sitiaron la capital bizantina, Constantinopla. Habían tomado la ciudad, hubieran conquistado todo el continente. Pero los bizantinos se resistieron. Su capital no caería ante el islam hasta 1453.

Los cristianos occidentales detuvieron el avance musulmán en su territorio en el año 732 durante la Batalla de Tours (o de Poitiers), Francia. Carlos de Heristal, el abuelo de Carlomagno, dirigió un ejército franco contra un gran grupo de asalto musulmán y los derrotó, no obstante, los invasores musulmanes continuarían atacando territorios francos durante décadas. Debido a su victoria, Carlos pasó a ser conocido como el martillo--en francés, Carlos Martel.

Después de reagruparse las fuerzas musulmanas, empezaron a moverse al sur de Europa central, llevando a cabo las invasiones de Sicilia, Cerdeña y Córcega en el siglo noveno. Ellos montaron operaciones en la península italiana y, a veces por invitación de pelear contra los poderes cristianos.

En el año 846, los invasores musulmanes atacaron las afueras de Roma, el centro del cristianismo occidental. Este acto sería comparable a los cristianos saqueando a La Meca o Medina, algo que nunca habían hecho.

Hacia el final del siglo IX, los musulmanes crearon zonas de piratas a lo largo de la costa del sur de Francia y el norte de Italia. Estos piratas amenazaron el comercio, la comunicación y el tráfico de peregrinos durante cien años o más.

Durante el siglo X, sin embargo, la marea comenzó a girar. En el oriente durante los años 950 y 960, los Bizantinos montaron una serie de contraataques. Ellos finalmente recuperaron las islas de Creta y Chipre y una buena cantidad de territorio en Asia Menor y del norte de Siria, incluyendo Antioquía. Ellos carecían de la fuerza para retomar Jerusalén, aunque pudieron haber luchado duro si hubieran conocido lo terrores a los que pronto se enfrentaría la ciudad.


Nuevas Amenazas

En el año 1000, mucha--quizás la mayoría- de la población de la Tierra Santa todavía era cristiana, de alguna u otra afiliación. Esto estaba a punto de cambiar.

Una de las razones fue el surgimiento de un gobernante musulmán local llamado Hakim, que posiblemente estaba demente y ciertamente no era un musulmán ortodoxo (afirmaba ser divino). Hakim persiguió a los cristianos y a los judíos despiadadamente. En el año 1009 ordenó la destrucción de la reconstruida iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén. La población cristiana de la Tierra Santa comenzó a contraerse bajo su régimen tiránico.

Hakim despertó gran hostilidad, incluso de otros musulmanes, y su reinado fue muy breve. Los bizantinos, angustiados por el daño a la Iglesia del Santo Sepulcro, negociaron con los musulmanes y en el año 1038 les fue autorizado empezar a reconstruirla nuevamente. Pero las pérdidas de las comunidades locales (cristianas y judías) eran más difíciles de reparar.

Otra, y quizá más grave, causa de angustia para las poblaciones locales de todas las creencias fue la intrusión de los turcos selyúcidas en el Medio Oriente. Los selyúcidas, nómadas paganos de las estepas de Asia central, realizaron incursiones constantes en el más sofisticado mundo de los árabes musulmanes a comienzos del siglo 11.

En el año 1055, los selyúcidas tomaron Bagdad, destruyendo una antigua dinastía musulmana y alterando seriamente la estabilidad del Medio Oriente. Esto les hubiera brindado una oportunidad a los cristianos bizantinos de recuperar sus provincias perdidas, pero a pesar de que los turcos selyúcidas conquistaron a los árabes, ellos se convirtieron al islam. Los árabes musulmanes feudales de la región fueron sustituidos por turcos musulmanes más duros y ásperos.


Ruegos del Oriente

En el año 1071 el emperador bizantino Romano Diógenes tuvo que enfrentarse a una fuerza invasora turca en las provincias orientales del Imperio Bizantino. Los dos ejércitos se encontraron en la aldea de Manzikert, cerca del Lago Van y los bizantinos fueron derrotados por completo Como resultado de este desastre, los Bizantinos perdieron todo el territorio que habían recuperado meticulosamente en los siglos noveno y décimo. Esto incluyó la totalidad de Asia Menor, el granero y el terreno de reclutamiento del imperio.

Los emperadores bizantinos siguientes enviaron llamadas desesperadas al oeste pidiendo ayuda, dirigiéndose principalmente a los papas, que eran considerados generalmente como los protectores del cristianismo occidental. El Papa Gregorio VII, recibió estos llamados al principio, y en el año 1074 habló de liderar una expedición de auxilio a Bizancio. Pero esto no resultó práctico, y la ayuda no fue ofrecida. Los bizantinos continuaron enviando llamamientos, sin embargo, eventualmente encontraron una audiencia con el Papa Urbano II.

Mientras tanto, las invasiones turcas continuaron afectando a la Tierra Santa. Jerusalén, que era apoyada por la dinastía Fatimita Chiíta de Egipto, fue capturada por los turcos selyúcidas en el año 1071. Los turcos, sospecharon (acertada o equivocadamente) que la población cristiana local podría preferir a sus antiguos gobernantes fatimitas por encima de los nuevos señores feudales, por lo que los persiguieron. En el año 1091, los turcos expulsaron a los sacerdotes cristianos.

Los fatimitas, entretanto, aguardaron su tiempo. Cuando llegara el momento, ocuparían la ciudad nuevamente, en el año 1098, sólo un año antes de la Primera Cruzada llegarían a recuperarla.

En el año 1095, el oeste finalmente respondió a la situación de los cristianos orientales al organizar la Primera Cruzada. En el año 1099, los cruzados irrumpieron en Jerusalén. Al igual que en la captura de Jerusalén por los persas del año 614, pero sin la negociación de rendición ante los musulmanes del año 638, este ataque terminó en una masacre sangrienta de los habitantes de la ciudad. "Montones de cabezas, manos y pies eran vistas a lo largo de las calles y las plazas de la ciudad", escribió un historiador medieval.

Un reino cristiano controló gran parte de la Tierra Santa hasta el año 1291, cuando los musulmanes conquistaron la zona una vez más. Pero las cruzadas en sí fueron fracasos bélicos. Independientemente de las batallas que los cristianos pudieran demandar, los musulmanes ganarían la guerra.


El Islam Contraataca

La recaptura de Jerusalén por parte de las fuerzas cristianas en el año 1099, al principio, no llamó mucho la atención del mundo musulmán. Algunos poetas escribieron lamentos sobre su captura. Abu l-Muzaffar al-Abiwardi, un poeta iraquí, solicitó una respuesta:

Hijos del Islam, detrás de ustedes hay batallas en las que las cabezas rodaron a sus pies.
¿Se atreven a adormilarse en la bendita sombra de la seguridad, donde la vida es tan suave como un huerto flor? . . . 
Esta es una guerra, y el hombre que huye del torbellino para salvar su vida deberá rechinar sus dientes en penitencia.

El gobernante supremo titular del mundo islámico, el califa de Bagdad, también emitió una declaración de arrepentimiento. Pero en general, los gobernantes musulmanes locales se adaptaron a la presencia de los mandatarios cristianos de los estados cruzados tal como se habían adaptado a la intrusión de los turcos: había nuevos actores en el escenario del Medio Oriente.

Dentro de poco, eso comenzaría a cambiar. Una serie de gobernantes musulmanes, incluyendo a Zengi, a Nur al-Din, y al famoso Saladino, pelearon para reunificar las partes fracturadas del Medio Oriente islámico. Estos dirigentes iniciaron una yihad, una contra cruzada en contra de los cristianos de Jerusalén y de las regiones circundantes. Un deseo de reconquistar la ciudad figuraba cada vez más notablemente en los escritos musulmanes.

A finales del siglo XII, Saladino había reconquistado Jerusalén más o menos permanentemente. Toda la Tierra Santa estaba de nuevo bajo el control islámico para el año 1291.

Los cristianos trataron repetidamente de llevar a cabo cruzadas para repeler la renovada agresión musulmana, pero todos esos intentos fracasaron. Las Cruzadas era demasiado difíciles, peligrosas y costosas. Además, los crecientes reinos de Europa estaban más interesados en sus propios asuntos que en el destino de Jerusalén o de los cristianos orientales.


Europa Bajo Asedio

Para el siglo XIV, una nueva fuerza musulmana había aparecido en Asia Menor: los turcos otomanos. Traídos al sur de Europa por un lado en una guerra civil bizantina, los Otomanos rápidamente establecieron una base desde la cual pudieran expandirse.

Los poderes de los cristianos Balcanes comenzaron a caer ante el avance Otomano. Los líderes cristianos como el príncipe Lazar de Serbia, Juan Hunyadi de Hungría, y el comandante de la guerrilla albanesa Skanderbeg opusieron una heroica resistencia, pero fue en vano. El ritmo del avance musulmán se había reanudado.

Lazar fue derrotado y asesinado en la primera batalla de Kosovo en el año 1389. Bulgaria fue invadida en el año 1393. Juan Hunyadi fue derrotado en el año 1448 en la segunda batalla de Kosovo al intentar montar una campaña para salvar a los bizantinos atribulados, que para entonces ya eran prisioneros dentro de su ciudad capital de Constantinopla.

Constantinopla fue saqueada en mayo de 1453. El último emperador bizantino, Constantino XI, murió en una desesperada lucha en torno a las puertas de la ciudad.

Cuenta la leyenda que un sacerdote ortodoxo estaba celebrando la misa en la Catedral de Santa Sofía (Hagia Sophia) cuando las tropas musulmanas irrumpieron. Él escapó milagrosamente caminando hacia el altar, desde donde, según la leyenda, Él regresaría una vez que Constantinopla fuera cristiana nuevamente.

La leyenda es, sin duda, sólo eso. Pero no se llevaron a cabo más servicios cristianos en la catedral--Santa Sofía, al igual que en la mayoría de las otras iglesias de Constantinopla, fue convertida en una mezquita.

Durante los próximos 200 años, creció la capacidad de Europa para igualar y, luego, para superar el poder islámico. Los Estados europeos también empezaron a reclamar colonias alrededor del mundo. Los musulmanes perdieron el control sobre la tierra--se habían basado en el comercio asiático y nunca desarrollaron la tecnología naval para mantener el ritmo en el mar a la par de los europeos.

En 1683, los Otomanos lanzaron un ataque final en Europa, ensayando su segundo asedio en Viena (el primero tuvo lugar en 1529). Una vez más, la ciudad parecía estar a punto de caer. Fue rescatada por la que pudo haber sido la última cruzada verdadera.

Una fuerza polaca, dirigida por Jan Sobieski, tomó por sorpresa a los turcos y alivió el asedio. También Sobieski, se dice, trajo el café y los croissants a las mesas occidentales cuando descubrió los desayunos intactos de los turcos en sus tiendas.

Los musulmanes no hicieron más intentos serios por tomar la ciudad, o cualquier otro territorio en Europa. El mundo musulmán estaba cayendo en un largo período de decadencia del cual sólo actualmente está emergiendo.


Cruzadas Reconsideradas

Aunque algunos cristianos desacreditaron las cruzadas mientras estaban ocurriendo (véase la página 28) y poco después (véase la página 31), la angustia durante este episodio de la historia data principalmente de años más recientes. A comienzos de la década de 1950, al final de su imponente historia de las cruzadas de tres volúmenes, Sir Steven Runciman lo expuso de esta manera: "Las cruzadas fueron un episodio trágico y destructivo. La guerra santa en sí no era nada más que un largo acto de intolerancia en nombre de Dios, el cual es el pecado contra el Espíritu Santo".

Los musulmanes últimamente también han adoptado una visión más oscura de la era de las cruzadas. Hasta hace relativamente poco, ellos veían las batallas como episodios de la larga contienda entre el islam y el cristianismo--una contienda iniciada por el islam. Ahora, afirmaciones como ésta, del periodista libanés Abin Maalouf en el decenio de 1980, son más comunes: "[T]aquí se puede poner en duda que el cisma entre estos dos mundos [el del islam y el del cristianismo] data de la época de las cruzadas, profundamente sentida por los árabes, incluso hoy en día, como un acto de violación".

A finales de los años noventa, un niño norteamericano dirigió una "Caminata de Reconciliación" alrededor de toda Europa y el Medio Oriente, distribuyendo abrazos, disculpas, y una declaración por escrito, que decía: "Lamentamos profundamente las atrocidades cometidas en el nombre de Cristo por nuestros predecesores" dirigida a los musulmanes perplejos con los que él y sus compañeros se reunieron a lo largo del camino.

Las actividades del niño encajan en un patrón más general de amnesia occidental acerca del conflicto entre el islam y el cristianismo, y en la moda occidental del auto desprecio. Los musulmanes no han ofrecido disculpas. Algunos líderes musulmanes aún llaman a los fieles a efectuar una contra cruzada en la actualidad, viéndose a sí mismos como una continuación de la tradición de la conquista musulmana a las tierras cristianas (aunque muchas de esas tierras han dejado de ser cristianas de manera significativa). Los musulmanes en general parecen haber aceptado la auto descripción de los cristianos como agresores injustos.

Pero si a los cristianos se les permite librar una guerra cuando son atacados, y si los cristianos creen que su religión tiene el derecho a existir fuera de la esfera de la ley islámica, tal vez los cristianos modernos deben dar un segundo vistazo a las cruzadas y a su contexto histórico, en el que el cristianismo estuvo bajo la presión constante del mundo islámico a partir del siglo VII y hasta el siglo XVII.


Pablo Crawford es profesor adjunto de historia en la Universidad de Alma en Alma, Michigan. Él se especializa en historia eclesiástica, con énfasis en las cruzadas y las órdenes militares.

 

Modifié le: mercredi 11 octobre 2017, 10:33