Revista Historia Cristiana, Número 28

Juan Calvino Publica Los Institutos 1536

Ya sea adorado o aborrecido, el reformador y sus enseñanzas viven en su obra monumental.

"NO HAY UNA HOJA DE HIERBA, no hay color en este mundo que no esté pensado para hacernos regocijar." Estas palabras fueron firmadas por un hombre que ha sido acusado de generar un cristianismo feliz. Él es recordado como el hombre que enseña sobre la predestinación, una idea repugnante para las mentes modernas. Como el historiador Will Durant se quejó, "Siempre nos resultará difícil de amar el hombre que oscureció el alma humana con la más absurda y blasfema concepción de Dios en toda la larga y reconocida trayectoria de las tonterías".

Sin embargo, aquellos que conocen a Calvino, lo considerarlo un santo. Philip Schaff escribió que Calvino "debe ser contado como uno de los hombres más grandes y mejores a quien Dios haya levantado en la historia del cristianismo".


La Ginebra de Calvino

Este controvertido Teólogo nació en 1509 en Picardía, parte de Francia. Calvino era brillante. Inicialmente tenía la intención de ser sacerdote, pero su padre lo motivó a estudiar derecho. Calvino estudió en diferentes universidades, incluyendo París, afilando su mente lógica y leyendo ávidamente los clásicos Griegos y Latinos.

Alrededor de 1533, Calvino experimentó lo que él llamó la "repentina conversión": "Dios sometió y trajo mi corazón a la docilidad." Aparentemente había encontrado los escritos de Lutero. Él salió del Catolicismo, abandonó Francia y se instaló en Suiza como un exilio.

En 1536, en Basilea, Calvino publicó la primera edición de una de las mayores obras religiosas jamás escritas, Los Institutos de la Religión Cristiana. El título, quizás mejor traducido como "Principios de la Fe Cristiana", presentó un libro destinado a "distribuir la enseñanza elemental por la cual toda persona que haya sido tocada por un interés en la religión pueda ser formada para la verdadera piedad." A la edad de 27 años, Calvino ya había producido una teología sistemática, una clara defensa de las enseñanzas de la Reforma.

Sus escritos impresionaron a personas, incluyendo a Guillaume Farel, un reformador de Ginebra, Suiza. En su camino hacia Estrasburgo, Calvino se detuvo toda la noche en Ginebra. Cuando Farel se enteró de que el autor de Los Institutos había estado en la ciudad, lo buscó y le rogó que se quedara y ayudara a la iglesia de Ginebra. Calvino se negó, anhelando sólo una vida tranquila de estudio. De esta manera Farel juró una maldición sobre los estudios de Calvino, a menos que se quedara. "Me sentí como si Dios desde el cielo pusiera su mano sobre mí", dijo Calvino, y Ginebra se convertiría en su hogar (con un breve exilio) hasta que muriera en 1564.

Calvino pastoreó la iglesia San Pedro, predicando casi a diario. Él produjo comentarios sobre casi todos los libros de la Biblia y escribió docenas de panfletos doctrinales y devocionales. (Se las arregló para hacer todo esto mientras luchaba constantemente contra diversas enfermedades, incluidas las migrañas.) Él también se casó y engendró un hijo. Lamentablemente, su esposa murió joven, al igual que su hijo. Calvino se negó a contraer nuevas nupcias, sintiendo que su trabajo lo mantendría ocupado. Así fue.

Calvino quería que ginebra, una ciudad con una notoria moral relajada, fuera una ciudad santa. Su influencia se sentía por doquier, especialmente en las escuelas. Él instó a excomulgar a los miembros de la iglesia cuyas vidas no se ajustasen a las normas espirituales, y cada ciudadano de Ginebra tenía que suscribirse a su confesión de fe. Algunos se resistieron a las restricciones morales, pero Ginebra se convirtió en un imán moral, atrayendo a los exiliados protestantes de toda Europa. Uno de ellos, Juan Knox, describió a Ginebra como "la escuela de Cristo más perfecta desde los días de los apóstoles".


Los Institutos de Calvino

¿Qué es tan grande sobre los Institutos? Por un lado, ningún otro reformador protestante había declarado alguna vez las creencias de manera sistemática. El libro de Calvino, el cual siguió ampliando a lo largo de su vida, abarca todas las bases. La primera edición de Los Institutos de Calvino, un pequeño volumen de sólo 6 capítulos, fue revisado y ampliado por Calvino cinco veces; la última edición de 1559 contiene 79 capítulos. En gran parte Los Institutos han causado que Calvino sea considerado "una de las grandes mentes seminales . . . en el desarrollo de la cultura y de la civilización occidental".

Calvino, siempre lógico, tomó un punto de partida lógico: El Credo de los Apóstoles, aceptado por todos los cristianos. Él vio que éste tenía cuatro puntos principales: "Creo en Dios Padre . . . Jesucristo . . . El Espíritu Santo . . . La santa iglesia católica." Estas son las cuatro divisiones de Los Institutos. Aprovechando su amplia lectura, y apoyándose en la labor de otros reformadores, Calvino afirmó una teología y su aplicación práctica en la vida de la iglesia.

El libro III de Los Institutos ha recibido mucha atención. Al considerar al Espíritu Santo, Calvino examinó la cuestión de la regeneración—es decir, ¿cómo somos salvados? afirmó que la salvación sólo es posible a través de la gracia de Dios. Incluso antes de la creación Dios eligió a algunas personas para ser salvas. Este es el hueso con el que la mayoría de las personas se ahogan: la predestinación. Curiosamente, esta no es una idea particularmente Calvinista. Lutero creía en ella, al igual que la mayoría de los demás reformadores. Sin embargo, Calvino la sostuvo de una forma tan absoluta y la declaró tan enérgicamente que la enseñanza se identifica para siempre con él.

Para Calvino, Dios era—por sobre todas las cosas—soberano. El tema constante de Calvino era este: si eres salvo, es Dios obrando, no tú mismo. Sólo Dios sabe quién es elegido (salvo) y quién no lo es. Pero, Calvino dice que una vida moral demuestra que una persona (probablemente) es uno de los elegidos. El propio Calvino, un hombre enérgico e intensamente moral, influenció a otros acerca de la necesidad de trabajar en su salvación—no en ser salvos, sino en demostrar que son salvos.

Los Institutos de Calvino también establecen el sistema presbiteriano del orden de la iglesia. El libro IV de Los institutos describe una iglesia bajo la dirección de los ancianos (presbuteroi en Griego), líderes morales elegidos por la iglesia. Otras órdenes del ministerio son el pastor, el doctor (maestro), y el diácono. Con algunas modificaciones, este sistema aún se practica en las llamadas iglesias Presbiterianas o Reformadas. Al hacer hincapié en la soberanía de Dios, Los Institutos de Calvino también conducen al lector a creer que ninguna persona —rey u obispo— puede exigir nuestra suprema lealtad. Calvino nunca enseñó el derecho a la revolución, pero su enseñanza sentó las bases para esa idea. En este sentido sus obras son increíblemente "modernas", y él es considerado como el padre de la democracia.


La Influencia de Calvino

Un solo artículo no puede hacer justicia a la influencia de Calvino. La teología calvinista encontró un hogar en lugares tan distantes como Escocia, Polonia, Holanda y Estados Unidos. Se han escrito volúmenes acerca de él, algunos aplaudiéndole, otros llamándolo demonio puritano. Pero es seguro decir que pocos cristianos han sido más brillantes, más enérgicos, más sinceros, más morales y han estado más dedicados a la pureza de la iglesia Cristiana.

 

Last modified: Tuesday, October 24, 2017, 10:18 PM