Revista Historia Cristiana, Número 43

William Tyndale: Lo Que la Biblia en Inglés le Costó a Un Hombre

Por Mark Galli


WILLIAM TYNDALE, estudió en Oxford y en Cambridge. Él podía hablar siete idiomas y era proficiente en Hebreo y en Griego. Él era un sacerdote cuyos dotes intelectuales y cuya vida disciplinada pudieron haberlo llevado a una larga carrera en la iglesia, si no hubiera tenido que cumplir una obligación: enseñarle a los hombres y mujeres Ingleses las buenas nuevas de la justificación por la fe.

Tyndale había descubierto la libertad y la alegría de esta doctrina cuando leyó la edición Griega del Nuevo Testamento de Erasmo. ¿Qué mejor manera de compartir este mensaje con hombres y mujeres ingleses que poner una copia en inglés del Nuevo Testamento en sus manos? Esto no era un capricho, sino que se convirtió en la pasión de la vida de Tyndale, oportunamente expresada por su mentor, Erasmo, en el prefacio de su Nuevo Testamento Griego: "Cristo quiere sus misterios sean publicados en el extranjero tan ampliamente como sea posible. Me gustaría que [los evangelios y las epístolas de Pablo] fueran traducidas a todos los idiomas, de todo el pueblo cristiano, y que pudieran ser leídos y conocidos".

Aunque esta sería una pasión por la que Tyndale pagaría caro.


Huyendo de Casa

Él comenzó decentemente y en orden: en 1523, él pidió permiso y fondos del obispo de Londres para traducir el Nuevo Testamento. La respuesta del obispo, fue un rotundo no. Otras consultas en Inglaterra convencieron a Tyndale de que el proyecto no sería bien recibido por las autoridades en cualquier lugar de su tierra. Así que dejó Inglaterra para dirigirse algún lugar de las ciudades libres de Europa--Hamburgo Wittenberg, Cologne, Worms y Antwerp--donde pudiera traducir y publicar una Biblia en inglés.

Desde la ciudad Luterana de Worms, en 1525, emergió su Nuevo Testamento--la primera traducción del Griego al Inglés. Ésta rápidamente fue introducida de contrabando a Inglaterra, donde recibió una respuesta poco entusiasta por parte de las autoridades. El rey Enrique VIII, el cardenal Wolsey, y Sir Thomas More, entre otros, estaban furiosos. Esto, dijo More, "no es digno de ser llamado el testamento de Cristo, sino el, el propio testamento de Tyndale o el testamento de su maestro el Anticristo".

Se compraron y se quemaron las copias de su traducción, y se elaboraron planes para silenciar al molesto traductor.


Traición

Tyndale, se trasladó pronto a Antwerp, ciudad en la que estaba relativamente libre de los agentes Ingleses y de aquellos en el Santo Imperio Romano (y Católico). Durante nueve años se las arregló, con la ayuda de amigos, para evadir a las autoridades a medida que revisaba su Nuevo Testamento y comenzaba a traducir el Antiguo.

Asimismo, se entregó de forma metódica a las buenas obras porque, como él dijo, "mi parte no está en Cristo si mi corazón no sigue y vive de acuerdo a lo que enseño." Los lunes visitaba a otros que habían huido de Inglaterra a causa de la persecución religiosa. Los sábados caminaba por las calles, buscando personas pobres a las que pudiera ministrar por todos los rincones de Antwerp. Los domingos iba a cenar a la casa de un comerciante, donde leía las Escrituras antes y después de la cena. El resto de la semana se dedicaba a escribir libros y panfletos, y a traducir la Biblia.

No sabemos exactamente quién planificó y financió la conspiración que interrumpió esta rutina--probablemente los altos obispos ingleses. Lo que sí sabemos es que aquello fue llevado a cabo por Henry Phillips, un hombre que había sido acusado de robar a su padre y de apostar hasta quedar en la pobreza.

Phillips logró tomarle la pista de Tyndale en Antwerp y colarse en su vida. Thomas Poyntz, el compañero y amigo cercano de Tyndale, desconfiaba de Phillips, pero no pudo convencer a Tyndale de evitarlo. Phillips se convirtió en invitado de Tyndale en las comidas. Pronto él era uno de los pocos privilegiados en mirar los libros y documentos de Tyndale.

En mayo de 1535, Phillips encontró una manera para persuadir a Tyndale de dejar la seguridad de su alojamiento en la Casa Inglesa de Antwerp, una casa reservada para los comerciantes ingleses viajeros. Mientras se deslizaba a través de un callejón estrecho, Tyndale, caminó hacia los brazos de una banda de soldados que Phillips había puesto al tanto. Fue llevado inmediatamente al castillo de Vilvorde, la gran prisión estatal de los Países Bajos, y fue acusado de herejía.

Los juicios de herejía en los Países Bajos estaban en manos de los comisionados especiales del Sacro Imperio Romano. Basándonos en otros casos, podemos sacar una visión bastante exacta de los acontecimientos que Tyndale pudo haber soportado. El juicio pudo haberse llevado a cabo completamente en privado; el recluso pudo no haber aparecido en público hasta que los comisarios estaban listos para anunciar un veredicto. Podía tomar varios meses para que la ley siguiera su curso--mientras Tyndale, residía en las celdas de Vilvorde, languideciendo en la soledad, el frío y la pobreza, aislado de las noticias y de los amigos.


Los Esfuerzos Desesperados de un Amigo

Su detención era, en cierto sentido, una amenaza para la seguridad de todos los comerciantes ingleses, que supuestamente estaban a salvo de las autoridades locales. Por lo que algunos comerciantes recurrieron ante el tribunal de Bruselas en el nombre de Tyndale. Al final, los comerciantes no pudieron negar que era un hereje ante los ojos de la ley--y las leyes contra la herejía se había vuelto cada vez más exigentes.

Thomas Poyntz, amigo cercano de Tyndale, fue uno de los más diligentes en tratar de conseguir la liberación de Tyndale. Él le pidió a Lord Cromwell que aplicara presión política sobre los Países Bajos. Tyndale, después de todo, era un sujeto Inglés. Pero Cromwell se movía muy lentamente. Su rey, Enrique VIII, no era amigo de Carlos V, Emperador del Sacro Imperio Romano. Pero sabía que el rey Enrique no estimaba a Tyndale y que no lamentaría su muerte.

Algunas cartas de Cromwell finalmente llegaron a Flandes en septiembre, pidiendo la extradición de Tyndale como un favor diplomático. Pero dejaron que Poyntz presionara el asunto con las autoridades, lo cual hizo a expensas de su vida personal y laboral. Sus esfuerzos heroicos tuvieron resultados: se le dijo, finalmente, que Tyndale sería liberado.


Aflicciones en Prisión

Ante esta noticia, el traidor de Tyndale, Henry Phillips, viendo que su conspiración empezaba a deshacerse, acudió a las autoridades y acusó a Poyntz de herejía. Poyntz fue capturado y puesto en prisión, donde permaneció durante tres meses. En febrero de 1536, logró escapar, pero fue obligado a huir de Antwerp, dejando atrás su negocio, sus bienes, y a su esposa. Su vida nunca sería la misma. Para Tyndale, el exilio de Poyntz fue fatal: básicamente, esto llevó a un punto muerto todo el esfuerzo en beneficio a Tyndale

Sabemos poco sobre los acontecimientos de Tyndale en su solitaria celda en la prisión. Según John Foxe, un contemporáneo de Tyndale, "era tal el poder de su doctrina y la sinceridad de su vida que . . . él convirtió su guarda, a la hija de su guarda, y otros de su familia".

También hay una carta, escrita en latín, de la mano de Tyndale, que fue encontrada en Bélgica en el siglo pasado. No tiene fecha ni nombre del lugar, pero no cabe duda de que fue enviada desde su celda en la prisión al gobernador del castillo en los meses de invierno de 1535. Ésta nos dice mucho acerca de las condiciones en las que vivía.

En una traducción contemporánea, dice: "Ruego a Su Señoría . . . a través del Señor Jesús, que si voy a permanecer aquí durante el invierno, usted pueda solicitar al economato tener la amabilidad de enviarme, de mis pertenencias que él tiene, un gorro cálido; sufro mucho de frío en la cabeza, y estoy afligido por un catarro perpetuo, que se ha incrementado en esta celda; también un abrigo cálido, porque el que yo tengo es muy delgado; un pedazo de tela, también, para parchear mis polainas. Mi abrigo está desgastado; mis camisas también están desgastadas. . . .

"Y yo pido que se me permita tener una lámpara en la noche; es realmente tedioso sentarse solo en la oscuridad. Pero, sobre todo, ruego y suplico su clemencia de ser apremiante con el economato para que él amablemente me permita tener la Biblia Hebrea, la gramática Hebrea, y el diccionario Hebreo, para que pueda pasar el tiempo en ese estudio".

Más de un historiador ha observado la semejanza con Pablo, quien mientras languidecía en la cárcel, le pidió a Timoteo su manto, sus libros y sus pergaminos (2 Tim. 4:13).


Juicio y Muerte

¿Fue concedida la petición de Tyndale? ¿Continuó trabajando en su traducción del Antiguo Testamento? No lo sabemos. El invierno pasó, y se hizo un intentó más por liberar a Tyndale, pero ya era demasiado tarde. Tyndale ya estaba en el tedio del juicio.

Se realizó el juicio por escrito, se invirtieron meses en un debate escrito entre Tyndale y los inquisidores Católicos Romanos. El primer paso fue enmarcar una acusación formal, a la que respondería Tyndale. En seguida, una serie de documentos iban y venían a medida que las doctrinas Tyndale eran presentadas una a una.

No fue hasta el verano que el juicio llegó a su clímax. Luego, a principios de agosto de 1536, Tyndale fue condenado como hereje, degradado del sacerdocio, y entregado a las autoridades seculares para su castigo.

El rito de la degradación se llevaba a cabo por separado del castigo por herejía. Una degradación típica era celebrada en una iglesia o en la plaza de la ciudad, los obispos locales se sentaban sobre una plataforma elevada para que todos las vieran. Tyndale, probablemente había sido conducido adentro, había sido revestido de los ornamentos sacerdotales, y había sido obligado a arrodillarse. Sus manos eran raspadas con un cuchillo o con un pedazo de vidrio, como si se raspara el aceite con el que había sido ungido; se colocaban pan y vino en sus manos y se le arrebataban. Por último, sus vestiduras le eran despojadas una por una, y era vestido con ropas laicas. En seguida, el obispo que presidía lo entregaba a un oficial secular para su castigo.

Dos meses después, en la mañana del viernes 6 de octubre, era el turno de las autoridades seculares. No contamos ni siquiera con una breve descripción de la ejecución de Tyndale. A partir de las descripciones de otros como él, podemos conjeturar que la ejecución se llevó a cabo en una plaza pública, en medio de la cual dos grandes vigas eran colocadas en forma de cruz, paradas aproximadamente a la altura de un hombre. En la parte superior, se abrochaban cadenas de hierro, y contaban con agujeros por los que pasaba una cuerda de cáñamo. Ramas y troncos yacían en la base.

Después de que los funcionarios locales tomaron sus asientos, Tyndale fue llevado a la cruz y le fue otorgada una oportunidad para retractarse. Al negarse, le fue dado un momento para orar. John Foxe dice que él clamó, "¡Señor, abre los ojos del rey de Inglaterra!".

Luego fue atado a la viga, y le fue colocada una cadena de hierro y una cuerda alrededor de su cuello. Se agregó pólvora a la paja y a los troncos. A la señal de un funcionario local, el verdugo de pie, detrás de Tyndale, apretó rápidamente el nudo, estrangulándolo. En seguida, un funcionario tomó una antorcha encendida y la entregó a los verdugos, quienes prendieron fuego a la madera.

Otro breve informe de esa escena distante ha llegado hasta nosotros. Se encuentra en una carta de un agente inglés dirigida a Lord Cromwell dos meses más tarde.

"Hablan mucho", escribió, "sobre el paciente sufrimiento del Maestro Tyndale, al momento de su ejecución".

Dos años después de que Tyndale oró: "Señor, abre los ojos del Rey de Inglaterra", el rey Enrique VIII le exigió a cada parroquia tener "un libro [copia] de toda la Biblia del mayor volumen en inglés".

Mark Galli, es editor de Historia Cristiana.


Leyendo un Libro Prohibido
Por William Tyndale

El consuelo de Tyndale para los lectores perseguidos de la Biblia.

QUE NO TE HAGA DESESPERAR, ni aún te desaliente, oh lector, que te sea prohibido en el dolor de la vida y los bienes, o que sea hecho al quebrantar la paz del rey, o al traicionar a su alteza, leer la Palabra de la salud de tu alma; ... si Dios está de nuestra parte, que importa lo que hicieren contra nosotros, obispos, cardenales, papas ...

Cinco Objeciones: Contestadas

1. Te dicen que la Escritura no debe estar en la lengua materna, pero eso es sólo porque tienen miedo de la luz, y desean dirigirte con los ojos vendados y en cautiverio...

2. Dicen que las Escrituras necesitan de una mente pura y tranquila, y que los laicos están demasiado afanados en los negocios mundanos como para comprender esto. Esta arma los golpea a sí mismos: ¿Quién está más enredado en los asuntos mundanos que los prelados?

3. Dicen que los laicos interpretarían cada uno a su propia manera. ¿Por qué los curas no enseñan a las personas a hacerlo de la manera correcta? Las Escrituras serían un fundamento para ese tipo de enseñanza y una prueba de ello. En la actualidad, sus vidas y su enseñanza son tan contrarios, que la personas no creen en ellos, incluso aunque prediquen la verdad...

4. Dicen que nuestra lengua es demasiado brusca. No es así. El Griego y el Hebreo entran con mayor facilidad en el Inglés que en el Latín. ¿Dios no ha hecho la lengua Inglesa, al igual que las demás? Ellos te permiten leer en Inglés sobre Robin Hood, Bevis de Hampton, Hércules, Troilo, y miles de cuentos obscenos o asquerosos. Sólo están prohibidas las Escrituras. Por lo tanto, está más claro que el sol, que esta prohibición no es "por amor de vuestras almas, por lo que se preocupan al igual que un zorro lo hace por los gansos".

5. Dicen que necesitamos doctores para interpretar las Escrituras [porque] es muy difícil... Hay errores incluso en Orígenes y en Agustín; ¿cómo podemos probarlos salvo por las Escrituras?... No queremos abolir la enseñanza y hacer de cada hombre su propio maestro, pero si los curas no van a enseñar el Evangelio, El laico debe tener las escrituras, y leerlas por sí mismo, teniendo a Dios por su maestro.

 

Last modified: Tuesday, October 24, 2017, 10:22 PM