LA EPOCA DE LA RAZÓN Y LA PIEDAD: LA IGLESIA A COMIENZOS DE LOS TIEMPOS MODERNOS

GUION DEL PROGRAMA


Durante los dos siglos entre la muerte de Martín Lutero en 1546 y la conversión de Juan Wesley en 1738, el mundo cristiano ha experimentado un cambio importante de paradigma a partir de la Época de la Fe, hasta la Época de la Razón. La tensión entre estas dos, la fe y la razón, siempre estuvo allí, como una corriente subterránea corriendo justo debajo de la superficie, a veces oculta, otras veces haciendo erupción a la vista como un géiser. Es un conflicto incrustado en la misma base del Cristianismo.

Jesús dijo que debíamos amar a Dios con toda nuestra mente. (Mateo 22:37: "Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.") Pero San Pablo advirtió sobre un exceso de confianza en la filosofía y en la especulación vana. La famosa pregunta de Tertuliano, "¿Qué relación tiene Atenas con Jerusalén? ¿Qué relación tiene la iglesia con la academia?" resuena a lo largo de los siglos.

En la iglesia primitiva, Agustín luchó para integrar su fe Cristiana a la visión del mundo del Neoplatonismo. En la Edad Media, Tomás de Aquino intentó armonizar las opiniones encontradas de la naturaleza y de la gracia. No fue una tarea fácil. Tres años después de su muerte, muchas de sus ideas fueron condenadas por el obispo de París, lo que indica que, al menos en la mente de algunos, Tomás no había logrado la perfección en esa búsqueda. En el siglo XVI, la reforma afirmaba la prioridad de la revelación sobre la razón, pero ni Lutero ni Calvino estaban dispuestos a abandonar la vida de la mente. Sólo cuando el razonamiento humano se elevó por encima de la fe, fue visto como un enemigo de Dios, una bestia o, como Lutero lo llamó, "La Ramea del Diablo".


EL GRAN CAMBIO DE PARADIGMA

El período inmediato posterior a la Reforma era un momento de gran triunfo en muchas maneras. Las ideas de Lutero y Calvino estaban expresadas en las declaraciones clásicas de la fe: "¿Cuál es el fin principal del hombre?" pregunta el Catecismo Más Corto de Westminster. "Glorificar a Dios y gozar de Él para siempre".

Esta era la época de Johann Sebastian Bach, quien en cada pieza musical que escribió inscribió las palabras: ¡Soli Deo Gloria!, "¡Sólo a Dios sea la gloria!" Esta también fue la época de John Bunyan y John Milton, de los artistas Rubens y Rembrandt, y del increíble arte y arquitectura de la época barroca, de todos los majestuosos testigos de la coherencia y del poder de la visión Cristiana.

Pero justo debajo de la superficie, se estaban produciendo enormes cambios en la forma en que los seres humanos concebían el mundo y su propio lugar dentro de él. En 1543, tres años antes de la muerte de Lutero, el libro del astrónomo polaco Nicolás Copérnico", Sobre las Revoluciones de los Cuerpos Celestes, dio un giro a la cosmología del mundo antiguo, la cual ha imperado durante más de mil años. "La Tierra no es el centro del universo", dijo Copérnico, "sino sólo uno de varios planetas girando alrededor del sol." Al día de hoy todavía no hemos llegado a comprender plenamente la importancia de la Revolución Copernicana, porque seguimos hablando anacrónicamente sobre "el sol saliendo y ocultándose".

De igual importancia fue la obra de René Descartes, un filósofo francés que introdujo un nuevo método de conocimiento basado en el principio de la duda radical. El arzobispo William Temple en una ocasión dijo que el momento más desastroso de la historia Europea fue quizás el día tan frío del invierno de 1620, cuando Descartes subió a la alcoba de un fogón y decidió buscar un nuevo tipo de filosofía. Como resultado de este esfuerzo surgió su famoso principio Cogito, ergo sum, "Pienso, luego existo." o como también lo expresó, "Dudo, luego existo." El propio Descartes seguía siendo un católico nominal. El resultado de su filosofía fue dividir la realidad en mente y materia, y reducir a Dios al nivel de una hipótesis evocada, por así decirlo, simplemente para garantizar la validez del pensamiento humano.

Basándose en el trabajo de Copérnico y de Descartes, Sir Isaac Newton finalmente redactó, en plena forma matemática, una visión mecánica de la naturaleza. Newton era un Cristiano devoto que aceptaba la afirmación de la Biblia. Él incluso escribió un comentario del libro de Apocalipsis. Pero más tarde a los filósofos les resultó más sencillo aceptar sus matemáticas que su teología, profundizando la brecha entre la fe y la razón.


LA ERA DE LA ILUSTRACIÓN, SURGIÓ

En tal atmósfera, la "era de la Ilustración" surgió. ¿Qué es la "Ilustración"? Es una tendencia, un espíritu que prevaleció en la cultura y en la religión de los siglos XVII y XVIII, caracterizado por dos ideas principales:

• Podríamos llamar a la primera "El Ascenso del Ser Imperial." El gran filósofo Alemán, Immanuel Kant, resumió la ilustración en dos palabras Latinas: ¡supere aude!, "¡Atrévete a pensar por ti mismo! " Pensar por uno mismo quería decir buscar la base suprema de la verdad en la propia razón.

• Y esto implicaba el segundo principio de la Ilustración: una sospecha y desconfianza radicales hacia la autoridad y hacia la tradición, especialmente hacia la autoridad y hacia la tradición Cristiana.

El ataque de la ilustración hacia el cristianismo adoptó dos formas. Una de ellas caía en el sarcasmo y el ridículo. "¡Ecrasez l'infâme!" gritó Voltaire, "Destruye la cosa infame!"—refiriéndose al Cristianismo histórico. Sin duda, había mucho acerca de la iglesia que merecía crítica: por más de cien años, Europa había sido asolada por guerras feroces de religión, combates entre Católicos y Protestantes; y existía inmoralidad y corrupción en la misma iglesia. Pero Voltaire estaba menos interesado en la reforma que en la refutación. Él denunciaba la doctrina y la creencia cristiana. Se burlaba de los milagros de la Biblia y se burlaba de la doctrina Cristiana tradicional: "Si Jesús había sido llevado hasta una colina donde pudo ver todos los reinos de la tierra", preguntó, "¿por qué él no descubrió América en lugar de Colón? Y ¿por qué Jesús no ha regresado a la tierra como lo ha prometido para establecer el reino de Dios con poder y gran gloria? ¿Qué lo ha detenido? ¿Quizás fue demasiado espesa la niebla?".

Lo que Voltaire trató hacer a través de una burla, los deístas Ingleses lo querían lograr a través de una religión de razón y refinamiento. Los títulos de sus escritos lo dicen todo: El Cristianismo No Misterioso, El Cristianismo tan Antiguo como la Creación. No era necesaria ninguna revelación especial, ni ninguna encarnación milagrosa.

En los Estados Unidos, Thomas Jefferson, quien había sido influenciado fuertemente por los deístas, publicó una edición especial del Nuevo Testamento, en el que literalmente suprimió todos los versículos que eran ofensivos para la razón: Sin demonios, sin sentencia, sin infierno, sin intervenciones milagrosas de arriba.


LA RESPUESTA CRISTIANA A LA ILUSTRACIÓN

¿Cuál fue la respuesta cristiana a la Ilustración? Algunos cristianos trataron de responder a los deístas y a los escépticos en sus propios términos. El filósofo John Locke, escribió un libro titulado La Razonabilidad del Cristianismo. El Obispo Joseph Butler publicó su Analogía de la Religión, alegando que el diseño intrincado del universo implicaba un Diseñador, es decir, Dios. Si bien este tipo de apologética tuvo lugar en el pensamiento cristiano, hizo poco para traer un verdadero renacimiento y un avivamiento para la iglesia.

Por eso, debemos buscar en otra parte: en Francia, a través del solo testimonio de Blaise Pascal; en Alemania, donde los Pietistas, subrayaban la importancia del nuevo nacimiento; y, finalmente, en Inglaterra, donde Juan Wesley y el avivamiento Metodista tuvieron un impacto duradero sobre la iglesia del mundo moderno.

Pascal fue un brillante filósofo, matemático e inventor. Él fue el primer hombre en llevar un reloj de pulsera. También inventó una de las primeras formas de la computadora, así como el primer sistema de transporte público subterráneo de la ciudad de París. Pascal tenía un profundo sentido de la ambigüedad de la existencia humana:

¡Qué novedad, qué presagio, que caos, que cúmulo de contradicciones, que prodigio es el hombre! Juez de todas las cosas. Una lombriz ridícula que es nada menos que el repositorio de la verdad. Un sumidero de incertidumbre y error. La gloria y la escoria del mundo. Un caos suspendido sobre un abismo.

Pascal era Católico Romano, por supuesto. El defendía a los Jansenistas, una orden radical Agustiniana opuesta a los Jesuitas. Él estaba de acuerdo con el énfasis Jansenista sobre la soberanía de Dios y la sorpresa de la gracia en la vida Cristiana. Pascal no era irracionalista, pero se daba cuenta de las limitaciones del pensamiento humano. "El corazón tiene sus razones, las cuales son desconocidas para la razón", dijo él. Cuando Pascal murió a la edad de 39 años, en su cuerpo fue hallada una declaración sobre su propia conversión personal, la cual estaba cosida en la tela de su camisa. Ésta decía los siguiente:

El año de gracia 1654: Lunes, 23 de Noviembre, Día de San Clemente, papa y mártir, y de otros en el martirologio. Vigilia de San Crisógono, mártir, y de otros desde alrededor de las diez y media de la noche hasta alrededor de la medianoche. Fuego. Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob, no de los filósofos y de los científicos, certeza, certeza. Emoción. Alegría. Paz. Dios de Jesucristo.

Los escritos de Pascal no fueron muy conocidos fuera de Francia durante el tiempo en que vivió, pero muchas de sus ideas hicieron eco entre los Pietistas de Alemania. El Pietismo surgió como un movimiento de protesta dentro de la tradición de la Ortodoxia Luterana. Los Pietistas destacaban la renovación religiosa de la persona y la unidad experiencial con Dios en contra de la árida teología escolástica y del formalismo extremo del culto.

Juan Wesley resumió el espíritu del Pietismo tan bien como nadie cuando dijo,

¿Cuán llano y simple es esto? ¿No es esto la suma? Una cosa sé: yo era ciego, pero ahora veo. Si fuera posible (lo cual veo que no es) agitar las evidencias tradicionales del Cristianismo, aún el que tiene la evidencia interna podría mantenerse firme e inconmovible.

El Pietismo se trataba acerca de "las evidencias internas", y esto los llevaba a destacar tres cosas:

• La importancia del nuevo nacimiento, lo cual implicaba una vida de santidad y dedicación total a Cristo. "Estamos llamados a ser ein ganzer Cristo (como se dice en alemán), "un completo, Cristiano íntegro. No podemos ser "casi" Cristianos. "Casi" un hijo es un bastardo; "casi" dulce es desagradable; "casi" caliente es tibio (a los cuales Dios vomitará de su boca). Por lo que un 'casi' Cristiano no es un Cristiano".

 • Pero a pesar de toda su presión sobre la renovación individual, los Pietistas no eran como los primeros monjes que vivieron solos en el desierto. El contexto de renovación personal se llevaba a cabo en el pequeño grupo, en el círculo de oración, en la comunión en el estudio de la Biblia. Dentro de esos grupos pequeños, un nivel mucho mayor de compromiso podría ser exigido, lo que no era posible a lo amplio de la congregación. No es sorprendente que estos grupos pequeños se convirtieran en "pequeñas iglesias dentro de la iglesia", que a veces desembocaban en división y en separación, pero a veces funcionaban como una levadura que reformaba al interior del grupo más grande.

• Una tercera marca de espiritualidad Pietista era un sentido de oposición en contra del mundo. Los hijos de Dios (Gotteskinder) no está asociados con los hijos del mundo (Weltkinder). Los hijos de Dios marchan a un ritmo distinto que los hijos del mundo. Para algunos Pietistas, la separación del mundo implicaba una forma peculiar de vestir y también de alimentarse, así como la renuncia a actividades mundanas tales como bailar, beber, el teatro, etc. En la búsqueda del auténtico Cristianismo, el legalismo siempre es una posibilidad, pero la reacción Pietista también puede representar un impulso saludable contra un Cristianismo que se ha vuelto demasiado cómodo con la cultura a su alrededor. Esta tradición continúa hoy en día entre los Amish y otros movimientos de santidad que se han separado voluntariamente del mundo para mantener la pureza del culto y el estilo de vida Cristiano distintivo.

Pero en sus mayores expresiones, el movimiento Pietista era afirmativo para con el mundo y era de mentalidad misionera. Los Pietistas fueron pioneros en las obras de caridad entre los pobres: orfanatos, misiones médicas, y sociedades bíblicas. También fueron los Pietistas (especialmente los Moravos, quienes llevaron el Evangelio a los rincones más remotos del mundo), aquellos que allanaron el camino para el movimiento misionero moderno.

El fundador de la Iglesia Morava fue Nikolaus Ludwig von Zinzendorf, un Luterano noble de Sajonia. Mientras viajaba por Europa en 1719, Zinzendorf vio una famosa pintura de Cristo llevando la corona de espinas, con la inscripción: "Todo esto lo hice por ti. ¿Qué estás haciendo por mí?" Zinzendorf reunió a un grupo de refugiados de Moravia que se dedicaron a llevar el Evangelio a todo el mundo. Los Moravos tenía una gran devoción por Jesús, y muchos de los himnos de Zinzendorf todavía se cantan por los Cristianos de la actualidad. El avivamiento Metodista nació en una reunión de oración Morava en la calle de Aldersgate de Londres, el lugar donde Juan Wesley había ido en busca de salvación y esperanza.


EL AVIVAMIENTO METODISTA: JUAN Y CARLOS WESLEY

Juan Benjamín Wesley nació en 1703, uno de los 19 hijos de Samuel y Susanna Wesley. Su padre era pastor, y Wesley creció con las disciplinas de la vida Cristiana. Cuando tenía sólo seis años de edad, la casa parroquial se incendió. El joven Juan casi pereció, rescatado de último minuto. Su madre, Susanna, dijo que él era "una brasa arrancada del fuego." Wesley nunca olvidó este evento. Cada año, en el aniversario de su rescate, él se detenía para dar gracias a Dios por su extraordinaria providencia.

Cuando él y su hermano Carlos Wesley, eran estudiantes de Oxford, encontraron otro joven, hijo de un posadero, llamado George Whitefield. Los tres surgirían más tarde como líderes del avivamiento evangélico. En Oxford, se formó un pequeño grupo Pietistas, que otros estudiantes apodaron "El Club Santo." ellos oraban juntos, leían las escrituras juntos, visitaban a los enfermos y a los presos. Ellos también leían otras obras devocionales como Reglas para una Vida Santa y para Morir de Jeremy Taylor, Un Llamado Serio a una Vida Devota y Santa de William Law, y La imitación de Cristo de Tomás a Kempis. Carlos Wesley dijo más tarde acerca de estos libros: "Estos me convencieron más que nunca de la absoluta imposibilidad de ser mitad Cristiano. Por la gracia de Dios he determinado dedicarme a mi Señor, darle toda mi alma, mi cuerpo y mi esencia".

Motivados por este tipo de compromiso, ambos hermanos Wesley se ofrecieron para una tarea de servicio misionero en la nueva colonia de Georgia, donde el general James Oglethorpe necesitaba párrocos que sirvieran entre sus colonos, muchos de los cuales eran prisioneros recientemente liberados y otros eran "buenos para nada".

Juan Wesley fue un fracaso notable como ministro de Georgia. Se enamoró de una dama joven llamada Sophie Hopkey pero decidió, al echar suertes, que no debía casarse con ella. La Señorita Sophie se sintió traicionada y engañada por el Sr. Wesley. En poco tiempo, Wesley fue encarcelado en Savannah, acusado de difamar el buen nombre de esta señorita.

De alguna manera consiguió escapar como pudo y pronto se embarcó hacia Inglaterra. Cuando el barco quedó atrapado en una tormenta en el mar, Wesley se encontraba profundamente impresionado a causa de un grupo de Moravos quienes enfrentaron el peligro con una gran paz y equilibrio. Él dudó de su propia salvación y escribió en su diario,

Fui a los Estados Unidos para convertir a los indios, pero, ¡oh, ¿quién debería convertirme a mí? Quién, Qué es lo que me librará de este corazón malo de incredulidad: Tengo una aceptable religión veraniega. Puedo hablar bien, mejor dicho, y creo mientras no haya peligro cerca. Pero dejo que la muerte me mire a la cara, y mi espíritu se agita. Tampoco puedo decir que, "morir es ganancia".

De vuelta a Londres, se reunió con un grupo de Moravos, dirigidos por Peter Böhler, quien lo invitó a un servicio de adoración celebrado en una pequeña casa de reuniones en la calle de Aldersgate (no muy lejos de la Catedral de San Pablo). En la noche del 24 de mayo de 1738, Wesley asistió de muy mala gana, dijo él, a una sociedad en la calle de Aldersgate, donde uno leía el prefacio de Lutero de la Epístola a los Romanos.

"Alrededor de cuarto para las nueve", afirma Juan, "mientras describía el cambio que Dios obra en el corazón a través de la fe en Cristo, sentí mi corazón extrañamente cálido. Sentí que confiaba en Cristo, solo en Cristo para mi salvación; y que me fue dada la seguridad de que él había quitado mis pecados, incluso los míos, y me había salvado de la ley del pecado y de la muerte". 

Alguien dijo que "lo que ocurrió en esa pequeña habitación fue de mayor importancia para Inglaterra que todas las victorias de Pitt por tierra o por mar". ¿Pero qué ocurrió en esa pequeña habitación? Sin duda, la experiencia de Wesley en Aldersgate es una de las conversiones más famosas de la historia del Cristianismo.

¿Pero de qué fue convertido? Él tenía 34 años cuando esto sucedió. Había sido criado en un hogar piadoso, educado en las mejores escuelas, ordenado como diácono y presbítero de la Iglesia de Inglaterra. Había sido tutor en el Colegio Lincoln, Oxford, e incluso había servido varios años en el campo misionero extranjero. Aparte del cultivo de algunas avenas silvestres en Georgia, tal vez, no hay ninguna evidencia de que Wesley no fuera otra cosa que un hombre religioso de disciplina, dedicación, seriedad, servicio y buenas obras. Pero todo eso lo había dejado totalmente miserable, sin la seguridad de la salvación.

Y ¿Por medio de qué se convirtió? No existían ninguno de los lujos del avivamiento moderno – ningún rastro de aserrín, nadie cantaba "Tal Como Soy" o "La Vieja Tosca Cruz." Alguien simplemente estaba leyendo un comentario de Lutero sobre una carta de Pablo, quien estaba explicando el significado del perdón que Jesús había traído. Pero, en ese momento, Wesley descubrió por sí mismo aquello que Jesús había declarado, aquello que Pablo había conocido, y aquello que Lutero había proclamado, particularmente, que nadie puede encontrar la paz del corazón, tratando de hacerse a sí mismo una persona valiosa ante los ojos de Dios. Wesley más tarde dijo que antes de Aldersgate, "él tenía la fe de un siervo. Ahora él tenía la fe de un hijo".

Y por último, ¿en qué se convirtió Wesley? Bueno, en cierto sentido, se convirtió en el mismo tipo de obra que él había estado haciendo desde antes de Aldersgate. Él siguió siendo sacerdote de la Iglesia de Inglaterra y siguió recibiendo el sacramento de comunión una vez cada cinco días por el resto de su vida. Continuó visitando a los pobres, a los enfermos y a los presos. Continuó estudiando y predicando las escrituras. Pero ahora él estaba haciendo todo esto no como una manera para ganar el favor de Dios, sino con una obediencia alegre y gozosa por la sorprendente gracia de Dios en su vida.

Wesley era un organizador brillante y un gran divulgador de la fe evangélica entre la gente común de Inglaterra. Su amigo, George Whitefield, convenció a Wesley de comenzar a predicar en el exterior, y pronto se encontraba abordando enormes multitudes de mineros y de obreros de fábrica. Los pobres y los marginados respondían gustosamente a su mensaje.

Wesley tenía una resistencia notable. Durante los últimos 50 años de su vida, recorrió 225,000 millas y predicó más de 40,000 sermones, (un promedio de 15 por semana). ¡En una ocasión comentó que se empezó a sentir viejo a los 85 años!

Wesley declaró que solo tenía un punto de vista: "Promover, en la medida de lo posible una religión vital y práctica, y por la gracia de Dios, generar, preservar y aumentar la vida de Dios en el alma de los hombres".


EL METODISMO: ¡UN MOVIMIENTO EN LLAMAS!

El Metodismo fue un movimiento en llamas, con la teología de Juan trasladada a la música de su hermano Carlos, quien produjo más de 7,000 cantos y poemas sagrados. El canto de himnos fue una gran contribución para el avivamiento evangélico. Los himnos de Carlos Wesley eran especialmente poderosos, pues expresaban tanto la alegría del nuevo nacimiento como las verdades doctrinales de las escrituras.

"El mundo es mi parroquia", había declarado Wesley. Su movimiento se extendió rápidamente más allá de Inglaterra, hacia América y, de hecho, hacia todo el mundo. Su teología puede resumirse en tres frases:

• Solamente la fe

• Trabajar por amor

• Conducirse a la santidad

Wesley reunió el lado personal y social del Cristianismo. "Convertir al Cristianismo en una religión solitaria es destruirlo", dijo Wesley. Él demostró su argumento a través de su trabajo a favor de los pobres, de los esclavos, de los presos, de los analfabetos, y de los adictos.

En una época en la que muchos líderes cristianos defendían el lucrativo comercio de esclavos, Wesley habló en contra de ello. El 24 de febrero de 1741, Wesley le escribió la siguiente carta a William Wilberforce, animándolo a perseverar en la lucha contra la esclavitud:

Estimado Señor,

A menos que Dios lo haya levantado para esto, usted se sentirá agotado a causa de la oposición de los hombres y de los demonios. Pero si Dios está con usted, ¿quién estará contra usted? ¿Son más poderosos todos ellos juntos que Dios? ¡Oh, no se canse de hacer el bien! Prosiga, en el nombre de Dios y en el poder de su fuerza, hasta que incluso la esclavitud estadounidense (la más vil que nunca haya visto el sol) se desvanezca ante ella.

Pero su preocupación por la aplicación práctica del Evangelio nunca estuvo separada del mensaje principal del amor de Dios y de la gracia en Jesucristo. En una época en la que el cristianismo parecía estar abrumado por la creciente marea de racionalismo e incredulidad, el "Despertar Evangélico" dio inicio a un fuego nuevo en el pueblo de Dios, inspirándolos nuevamente a ser una fuerza vital en la vida del mundo. El espíritu de ese movimiento original de Wesley aún resuena en las palabras de este himno de Carlos Wesley acerca de la gracia suficiente, soberana y salvífica de Dios:

Padre, cuyo amor eterno tu único Hijo por los pecadores, dio
Cuya gracia en todos libremente se movió
Y lo envió a un mundo para guardar,
¡Oh, todos los extremos de la tierra, he aquí el sangrado cordero expiatorio!
Miren hacia Él por los pecadores vendidos,
Miren y sean salvos a través del nombre de Jesús.

 

Modifié le: mardi 24 octobre 2017, 22:25