Un Día para el Deleite por David Feddes

Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna. (Éxodo 20:9-10).

¿Te has preguntado alguna vez por qué una semana dura exactamente siete días? ¿Por qué no es más corta o más larga? ¿Por qué no una semana de cuatro días? ¿Por qué no una semana de veinte días? ¿Por qué siete? Y dado que tenemos una semana de siete días, ¿por qué ella establece el ritmo de trabajo y de descanso? ¿Por qué tener un tiempo fuera del trabajo semanalmente, en lugar de solo mensual o anualmente o ninguno absoluto? Estas preguntas se responden en Génesis, al igual que muchas otras preguntas sobre el origen de las cosas. En Génesis, la Biblia dice que Dios se pasó seis días creando el universo y todo tipo de criaturas. Entonces la Escritura dice,

            Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación (2:2-3).

La semana de siete días se remonta a la primera semana de la historia, y el día de descanso es idea del Creador. ¿Qué significa decir que Dios descansó? ¿Tomó una siesta? No, Dios no "se adormecerá ni dormirá" (Salmo 121:4). Él nunca necesita de un descanso para recuperar su energía. Dios tiene energía y poder infinitos. "El Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra. No desfallece, ni se fatiga con cansancio" (Isaías 40:28). Cualquiera que sea la razón del Creador para descansar, no es que estuviera exhausto y necesitara recuperarse.

Además, el descanso de Dios no significaba que Dios dejara de hacer nada en absoluto y que dejara el mundo por sí solo. Sin Dios sustentándolo a cada momento, el mundo colapsaría inmediatamente. Dios nunca deja de cuidar a sus criaturas y de sostener el mundo, pero Dios descansó "de toda la obra que hizo." El trabajo creativo de Dios involucraba hacer nuevos tipos de cosas que nunca antes existieron. Al final del sexto día, Dios había completado esa obra creativa. El universo estaba ricamente equipado, completamente funcional. Las criaturas podían prosperar y multiplicarse dentro del orden que Dios había establecido, sin ningún nuevo milagro. En ese punto, mientras Dios continuaba sustentando todas las cosas, descansaba de su obra de creación.

¿Por qué lo hizo Dios de esta manera? Siendo el Dios Todopoderoso, él pudo haber creado todo en seis segundos, pero tardó seis días. Pudo haber terminado de crear sin dejar de lado un día especial, pero descansó el séptimo día, lo bendijo y lo santificó. ¿Por qué? Dios hizo esto, no solo para su propio beneficio, sino para el beneficio de las personas a las que creó a su imagen y que quisieran imitarlo. En los Diez Mandamientos, Dios le dijo al pueblo de Israel que siguiera el patrón que él mismo había establecido:

Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó (Éxodo 20:8-11).

Atacando el Día de Dios

Es triste decir que muchas personas atacan el día de bendición de Dios. Esto sucede en dos niveles: intelectual y práctico. A nivel intelectual, muchos rechazan la afirmación de que Dios creó todo en seis días porque creen que la ciencia ha demostrado lo contrario. A un nivel práctico, las personas hacen sus propias cosas y no apartan un día de cada siete para descansar y adorar.

El ataque intelectual supone que las personas son más inteligentes que Dios. Las teorías continuamente cambiantes son tomadas con mayor seriedad que la Biblia. Algunas personas piensan que la ciencia ha demostrado sin lugar a dudas que las criaturas evolucionaron gradualmente a lo largo de millones de años, por lo que creen que la Biblia está completamente equivocada cuando dice que Dios creó el universo y todos los tipos básicos de criaturas en un período de seis días. Otros, que todavía creen en el Creador, no dicen rotundamente que la Biblia esté equivocada; simplemente insisten en que la Biblia realmente no puede significar seis días cuando dice seis días y que cada "día" de creación duró millones o miles de millones de años.

Tal pensamiento tiene varios problemas. Un problema es asumir que el origen de las cosas puede ser explicado proyectando procesos actuales en el pasado distante. Pero los patrones actuales de Dios para sustentar y mantener su mundo son muy diferentes de la actividad creativa de Dios al producir nuevos tipos de cosas en los seis días de la creación. Además, la maldición del pecado ha cambiado el mundo de aquello que alguna vez fue (sin mencionar el hecho de que el pecado también ha distorsionado nuestro poder de observación y de razonamiento). Por lo tanto, está mal pensar que cualquier teoría supuestamente científica acerca de los orígenes en los que los humanos falibles proyectan el presente en el pasado sea más precisa que el relato infalible de Dios sobre la creación.

Otro problema para quienes niegan la creación de seis días es que nuestra semana de trabajo se basa en la semana laboral del Creador. Si seis días fueron en realidad miles de millones de años, tendríamos que trabajar durante miles de millones de años antes de que fuera el momento de descansar. ¡Nunca lo haríamos! Entonces, aceptemos lo que Dios dice en la Biblia.

Y no solo aceptemos lo que Dios dice; actuemos sobre eso. Una vez que hemos lidiado con lo intelectual, también tenemos que lidiar con lo práctico. El ataque práctico del día de Dios para deleite supone que nuestro tiempo es nuestro, para usarlo como lo decidamos. En lugar de un día separado para el descanso, para la renovación y para el compañerismo con Dios, atiborramos el día del Señor con compras y ventas, trabajo de fábrica, trabajo de oficina, trabajo agrícola, trabajo escolar, tareas domésticas y trabajo en el jardín. Si nos tomamos un descanso del trabajo, podemos estar tan ocupados corriendo a toda prisa en juegos de pelota o en campos de golf, de manera que no tenemos tiempo para la iglesia, no hay tiempo para adorar a Dios, no hay tiempo para la oración y para las Escrituras, no hay tiempo para la comunión con el pueblo de Dios. Nadie, ni siquiera Dios, nos dirá qué hacer con nuestro tiempo.

El mandamiento del Sabbath es violado quizás más que cualquiera de los Diez Mandamientos. Pero si violas el día de Dios por deleite, te violas a ti mismo. No puedes rechazar el patrón de Dios sin ofender a Dios y sin dañarte a ti mismo. Cuando abrazas la vida con tus propias actividades las 24 horas del día, los siete días de la semana, sufres y tu relación con Dios sufre. Trabajas y te preocupas, planeas y transpiras a lo largo de cada día, sin ninguna pausa especial para regocijarte en Dios y refrescar tu alma y tu cuerpo. La vida se convierte en una carga en lugar de una bendición.

Disfrutando el Día de Dios

Tómate al menos un día de cada siete para relajarte y regocijarte. Si no tienes tiempo, entonces date tiempo. Si estás demasiado ocupado para Dios, estás demasiado ocupado. Tómate un tiempo para deleite. Haz tiempo para Dios. No lo hagas porque yo lo digo. Hazlo porque Dios lo dice. La semana de siete días, con un día separado, es el propio patrón del Creador, entretejido en el tejido del mundo desde el principio. También se encuentra en los Diez Mandamientos, literalmente escritos en piedra por Dios mismo.

Una razón por la que Dios apartó este día de deleite fue para disfrutar de su creación. Incluso el Creador mismo no solo trabajó, trabajó y trabajó. Durante los seis días de la creación, dice Génesis, Dios hizo una pausa e hizo un inventario repetidamente, y vio que sus logros eran buenos. Ese también es un patrón para nuestro trabajo: hacerlo bien y disfrutar de un sentido de logro a medida que lo hacemos. El trabajo es bueno, pero llega un momento para terminar el trabajo de la semana y detenerse. La Biblia dice: "Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo". Eso es lo que nuestro Creador hizo, y eso es lo que nos dice que hagamos.

Dios hizo una gran variedad de cosas deliciosas para su propio disfrute y para el disfrute de su pueblo. ¿Por qué él debería trabajar para crear tantas cosas buenas si nadie se toma el tiempo de apreciarlas y disfrutarlas? ¿Y por qué tú deberías trabajar día tras día si nunca te relajas y saboreas el fruto de tu trabajo? Disfruta de la creación buena de Dios, como lo hizo el Creador.

Otra razón para el descanso semanal, además de disfrutar de la creación, es disfrutar de la libertad de la salvación. En Deuteronomio 5:15, después de ordenarles a los israelitas que guardaran el día de reposo manteniéndolo santo y descansando, Dios dijo: "Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo extendido". Los israelitas habían sido esclavos en Egipto durante muchos años, sin vacaciones ni un día libre. Entonces Dios los rescató y los liberó de la esclavitud. Pero ¿para qué rescatarlos si iban a volver a trabajar como esclavos las 24 horas del día, los siete días de la semana? ¿Por qué rescatarlos si iban a ser esclavizados por sus propios horarios y no por los egipcios? Dios quería asegurarse de que su pueblo se tomara un día para disfrutar de su libertad y para recordar quién era quién los había liberado.

Dios también quería asegurarse de que los israelitas no trataran a otras personas como los habían tratado los egipcios. Parte del propósito de Dios en el mandamiento del Sabbath es "para que descanse tu siervo y tu sierva como tú". El día de deleite de Dios es un gran ecualizador. No hay diferencia entre inmigrantes y nativos, no hay diferencia entre jefes y siervos, nadie da órdenes o sigue órdenes. Solo hay personas igualmente creadas a la imagen de Dios, igualmente liberadas por la salvación de Dios. Cualesquiera que sean las diferencias en el estatus social, Dios disolvió esas diferencias por lo menos un día a la semana y demostró que esas diferencias no contaban para nada ante Dios. El mandamiento del Sabbath les daba a todos la misma oportunidad de renovarse y de refrescarse a través de la realidad de que Dios era el Señor de todos por igual. Si las personas realmente se hubieran tomado en serio este hecho en el día de reposo, eso hubiera transformado la forma en que se trataban los unos a los otros en los demás días (Isaías 58).

De hecho, incluso los animales debían compartir la bendición del Sabbath. Aunque no son iguales a los humanos, los animales fueron creados por Dios y están destinados a compartir los beneficios de la liberación de Dios y de la salvación de la humanidad. Entonces Dios insistió en que incluso las bestias de trabajo deben tener un día para descansar y tomarse un "refrigerio" (Éxodo 23:12).

En resumen, Dios instituyó un día especial de bendición para que su pueblo y todas las criaturas pudieran disfrutar regularmente de los frutos de su creación y de la libertad de su salvación. Sobre todo, él quería que ellos disfrutaran de él, disfrutaran de tenerlo como su Dios y de ser apartados como suyos.

El Señor del Sabbath 

Para poder disfrutar plenamente el Día del Señor y honrar a Dios, éste debe ser un día de celebración y gozo. Ten cuidado de al menos dos asesinos del gozo que pueden arruinar el Día del Señor.

Un asesino del gozo es estar tan inmerso en las actividades diarias que vemos cualquier pausa como una interrupción molesta. En el libro de la Biblia de Amós, Dios reprendió a los mercaderes que no podían esperar a que terminara el Sabbath para poder volver a vender cosas y ganar dinero. Esas personas veían el Sabbath como nada más que una pérdida de tiempo que perjudicaba sus ganancias. Su obsesión por el dinero no solo les propició una actitud equivocada hacia el Día del Señor, sino que también los hizo deshonestos y dispuestos a engañar a sus clientes (Amós 8:5).

Muchos comerciantes de hoy tienen una actitud similar. De hecho, no solo se quejan del Día del Señor; lo ignoran por completo y continúan con sus negocios como siempre. Las tiendas están abiertas los siete días de la semana para aumentar las ganancias. Las fábricas funcionan todo el día y no se detienen ni siquiera un día por semana. De esa forma, la fábrica nunca estará inactiva y generará la mayor cantidad de dinero posible. ¿Por qué cerrar todo en el Día del Señor para que todos puedan ir a la iglesia si lo quieren hacer cuando hay dinero que ganar? ¿Por qué rendir culto cuando siempre hay más trabajo por hacer? Un empresario multimillonario dijo una vez que la religión no es un uso eficiente del tiempo.

Si eres dueño o gerente de un negocio y estás lleno del amor de Cristo y del Espíritu de Cristo, no te conducirás con tus empleados sin piedad. No exigirás todo su tiempo y su energía. En cambio, respetarás los días que un empleado necesita para la adoración, y también dejarás espacio para la vida personal y familiar de un empleado. Tal adoración a la eficiencia es un destructor del gozo. Destruyes la alegría de otras personas y tampoco te ayudas a ti mismo. Muchas personas que se conducen demasiado duro sin un día para descansar y rendir culto terminan estresadas, hartas, divorciadas o incluso muertas de un ataque al corazón. Ver el descanso y la adoración como un obstáculo para los negocios como siempre--es un desastre para el gozo.

En el otro extremo hay otro destructor del gozo. Mientras algunas personas ignoran por completo el Día del Señor, otras caen en la trampa opuesta y toman el Sabbath como un fin en sí mismo. Lo convierten en una pila legal de hacer y no hacer, en lugar de un día de celebración lleno de gozo. A lo largo de la Biblia, se suponía que un día sagrado era un día de especial gozo y de fiesta, un día de adoración y de agradecimiento a Dios.

Tal vez cuando piensas en un día sagrado, tiendes a imaginarlo como una ocasión triste, sombría y solemne en la que se prohíbe la sonrisa. Pero la Biblia muestra que un día sagrado es un día para disfrutar, un día para celebrar, un día para festejar. En Nehemías 8, la Biblia relata acerca de un día santo memorable. Después de décadas de exilio en una tierra extranjera, el pueblo de Dios había regresado a su tierra natal. Habían comenzado a reconstruir su ciudad y sus vidas espirituales. Pero todavía tenían una persistente sensación de fracaso y de culpa. Un día, todos se reunieron para una asamblea sagrada. Mientras escuchaban la lectura y la explicación de la Ley de Dios, todas las personas comenzaron a llorar. Se dieron cuenta de lo mucho que habían fallado. Pero sus líderes dijeron: "Día santo es a Jehová nuestro Dios; no os entristezcáis, ni lloréis". Nehemías dijo: "Id, comed grosuras, y bebed vino dulce, y enviad porciones a los que no tienen nada preparado; porque día santo es a nuestro Señor; no os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza". Era apropiado que el pueblo se entristeciera por sus pecados y fallas, pero Dios no quería que se estancaran en ese punto. Quería que se regocijaran en su perdón y en el nuevo futuro que él estaba abriendo para ellos. Cuando el pueblo se dio cuenta de eso, dejaron de llorar y tuvieron una fiesta en su lugar. "Y todo el pueblo se fue a comer y a beber, y a obsequiar porciones, y a gozar de grande alegría, porque habían entendido las palabras que les habían enseñado" (Nehemías 8:9-12).

Se suponía que un día sagrado era un día de especial alegría y un festín de adoración y de gratitud a Dios. Cuando Jesús vino, dio cumplimiento al Sabbath y reveló el verdadero espíritu del día de deleite de Dios. Jesús vino para salvar a los pecadores e iniciar las celebraciones, no para acumular regulaciones. Jesús dijo: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar" (Mateo 11:28). Jesús es la fuente del descanso y refrigerio definitivos, de los cuales el Sabbath era una señal. Jesús les dijo a algunos legalistas: "El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo. Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo" (Marcos 2:27-28).

Debido a que Jesús es el Señor del Sabbath y da cumplimiento al significado del Sabbath, a los Cristianos no se les exige que guarden todas las regulaciones del Sabbath que eran dirigidas al pueblo judío en los tiempos del Antiguo Testamento. Los Cristianos con diferentes interpretaciones del Sabbath no deben juzgarse entre sí. La Biblia dice: "Por tanto, nadie os juzgue... en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo" (Colosenses 2:16). "Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente" (Romanos 14:5).

Un Nuevo Día

Después de que Jesús regresó al cielo y se extendió su evangelio, el Espíritu Santo le mostró a la iglesia que ciertas ceremonias y días de fiesta ya no necesitaban ser guardados. Estas cosas habían sido consejos y pistas acerca del descanso eterno de Dios, pero la realidad completa había venido en Cristo. Algunas cosas de la ley del Antiguo Testamento se volvieron obsoletas porque Cristo las cumplió. Aun así, el patrón de un día especial de siete no se volvió obsoleto. Este patrón está arraigado en la primera semana del mundo, cuando Dios terminó su obra creativa en seis días y descansó el séptimo. Este patrón fue establecido mucho antes de que Dios le diera a Israel ceremonias y regulaciones específicas. Además, este patrón de un día de cada siete se encuentra en los Diez Mandamientos, que siguen siendo la declaración que define la ley moral de Dios. Todos los demás mandamientos entre los Diez permanecen vigentes y normativos, por lo que sería extraño que este mandamiento en particular ya no se aplicara.

El mandamiento todavía se aplica, pero el significado se ha enriquecido desde que vino Jesús. De hecho, el día incluso se ha trasladado a un nuevo día debido a lo que Jesús ha hecho. El Sabbath del Antiguo Testamento era el séptimo día de la semana, en honor a la creación original de Dios y también para celebrar su salvación de la esclavitud. Pero con Jesús vino una mayor salvación y una nueva creación, por lo que también llegó un nuevo día de celebración: el primer día de la semana en lugar del último, el domingo en lugar del sábado.

La salvación definitiva y la nueva creación irrumpieron en la vida un domingo por la mañana. Después de morir en la cruz para pagar por los pecados del mundo, Jesús resucitó de entre los muertos el primer día de la semana. Antes de que Jesús ascendiera al cielo, se mostró a sus discípulos y los ayudó a comprender muchas cosas de una manera nueva a la luz de su resurrección. La iglesia llegó a ver que la resurrección era un evento mayor que incluso la creación original del mundo, y que ser rescatado del pecado y otorgado la vida eterna era una salvación mayor que cuando Israel fue rescatado de Egipto. La victoria de Jesús sobre la muerte convirtió el primer día de la semana en el último día de deleite. Esto fue confirmado por otro gran evento que también sucedió el primer día de la semana. Siete semanas después de la resurrección del domingo, el Cristo resucitado y reinante derramó su Espíritu Santo con tremendo poder en la iglesia. Ese día, Pentecostés, también era domingo.

El cambio de sábado a domingo es evidente en varios puntos de la parte del Nuevo Testamento de la Biblia. Según el apóstol Juan, los discípulos de Jesús se estaban reuniendo el primer día de la semana una semana después de la resurrección (Juan 20:19,26). Más tarde, cuando las personas de otras naciones aprendieron sobre Jesús, ellos también programaron sus reuniones de adoración para el domingo. Hechos 20:7 dice: "El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan". Ellos adoraron y celebraron la Cena del Señor ese domingo, y también escucharon juntos la Palabra de Dios. El domingo también fue el día en que el pueblo de Dios dio ofrendas. En 1 Corintios 16:2, la Biblia dice: "Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo". Incluso cuando las circunstancias o la persecución les impedían a los Cristianos adorar con los demás, todavía guardaban el domingo como el Día del Señor en adoración personal. Juan, el amigo de Jesús, se encontraba en el exilio en una isla carcelaria cuando escribió en Apocalipsis 1:10: "Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor".

El cambio al domingo como el día del Señor también es evidente en las declaraciones hechas por los líderes Cristianos en el siglo después de que se escribió el Nuevo Testamento. Por ejemplo, Ignacio, uno de los principales líderes Cristianos del siglo II, escribió: "Los Cristianos han llegado a la posesión de una nueva esperanza, ya no guardan el Sabbath, sino que viven en la celebración del día del Señor, en la cual también nuestra vida ha surgido nuevamente por Él y por su muerte." Justino Mártir, otro líder que vivió en el siglo II, describe la adoración de la iglesia "en el día llamado Domingo".

El Espíritu Santo guio a la iglesia para hacer del domingo su día de adoración. De esta manera, la iglesia honra al Cristo resucitado como la fuente de salvación y como el Señor de la nueva creación, y también distingue el nuevo y mejor pacto en Cristo del pacto anterior con Moisés. En lugar de llamarlo el Sabbath, el nuevo día de deleite de Dios se llama "el día del Señor", en honor al Señor Jesús.

Mantenlo Santo 

Los Cristianos ahora adoran en un nuevo día debido a Cristo, pero el patrón de uno en siete sigue incrustado en la forma en la que hemos sido creados, y permanece en los Diez Mandamientos. Dios apartó un día como santo, y nos ordena que lo mantengamos santo. Dios bendijo este día para bendecirnos. Cada uno de nosotros necesita un día reservado para descansar del ajetreo y del bullicio del resto de la semana, un día para regocijarse, refrescarse y renovarse. También necesitamos un día apartado para que el pueblo de Dios pueda reunirse en el mismo horario, adorarlo, escuchar su Palabra leer y predicar, orar y traer ofrendas, y compartir en la Cena del Señor.

Ahora volvámonos personales. ¿Cómo pasas tus domingos? ¿Tomas tiempo para descansar y disfrutar de la bondad de Dios? ¿O crees que todo se derrumbará si dejas de trabajar por un momento? ¿Eres el siervo de un Dios misericordioso o el esclavo de un horario exigente? ¿Haces espacio en tu vida para disfrutar del fruto de la creación y de la libertad de la salvación? ¿Celebras la bondad de Dios con otras personas en la iglesia cada semana, y extiendes esto en la oración diaria y personal y en la lectura de la Biblia? Reserva un día completo cada semana para enfocarte en Dios y descansar en Cristo, y los efectos se extenderán a todos los demás días y enriquecerás tu relación con el Señor.

Honrar el domingo es una marca de pertenencia a Dios. Descansar el domingo te ayuda a descansar en Dios todos los días. Dependes de tu Creador, no solo de tus propios esfuerzos, para suplir tus necesidades. Recibes la salvación a través de la fe en la obra perfecta de Cristo y no a través de tus propias obras. ¿Así pasa contigo? ¿Has encontrado en Jesús tu alegría y tu paz, tu deleite y tu seguridad? Él dice: "Ven a mí y te daré descanso". ¿Cómo estás respondiendo a esa invitación amorosa? Descansa en Cristo y deja que tu fe se renueve y se refresque de una manera especial cada domingo.

 

Para un estudio posterior:

J. Douma, Los Diez Mandamientos p. 109-160 (P&R Publishing, 1996).

"La Perpetuidad y el Cambio del Sabbath", en La Obra de Jonathan Edwards, Tomo 2, p. 93-103.

 

Preparado originalmente por David Feddes para Ministerios de Regreso a Dios Internacional. Usado con permiso.

 

Modifié le: jeudi 28 décembre 2017, 09:01