Amigo de los Pobres por David Feddes

Dios es amigo de los pobres. Si eres pobre, no puedes encontrar un mejor amigo que Dios; pero si lastimas a la gente pobre o te niegas a ayudarlos, no podrás encontrar un enemigo más feroz que Dios.

En la Biblia, Dios se hizo amigo de los esclavos israelitas pobres y castigó a sus opresores egipcios ricos. Cuando "los israelitas gemían en su esclavitud, Dios oyó sus gemidos y se preocupó por ellos" (Éxodo 2:24-25). Él envió a sus opresores diez terribles plagas y ahogó al ejército de Egipto en el Mar Rojo. Rescató a los israelitas de la esclavitud y de la pobreza, suplió sus necesidades durante sus viajes y les dio una tierra propia. Ese gran rescate, el Éxodo, se convirtió en el evento definitorio para Israel.

Cuando los israelitas cantaron acerca de Dios en su adoración, cantaron de él como un amigo de los pobres. Una de esas canciones, el salmo 146, dice:

Que da pan a los hambrientos. Jehová liberta a los cautivos; Jehová abre los ojos a los ciegos; Jehová levanta a los caídos; Jehová ama a los justos. Jehová guarda a los extranjeros; Al huérfano y a la viuda sostiene, y el camino de los impíos trastorna (v. 7-9).

Cualquier israelita que conocía la historia de la nación sabía que Dios estaba comprometido a ser amigo de los pobres, ayudar a los refugiados, a los hambrientos, a los desamparados, a los encarcelados, a los acusados ​​sin defensores, a las mujeres sin marido, a los niños sin padres.

Tomándolo Personalmente

El Antiguo Testamento dice que el Señor no solo se preocupa por los pobres y los ayuda, sino que en realidad se identifica con ellos. Dios se toma personalmente cómo son tratados los pobres. "El que oprime al pobre afrenta a su Hacedor", dice la Biblia, "Mas el que tiene misericordia del pobre, lo honra". "A Jehová presta el que da al pobre, Y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar" (Proverbios 14:31, 19:17).

Dios ya dejó claro esto en los tiempos del Antiguo Testamento, y lo dejó aún más claro cuando vino a la tierra en la persona de Jesús. Jesús nació en una familia pobre. Su primera cuna fue un pesebre. Durante varios años, Jesús y sus padres estuvieron refugiados en una tierra extraña, huyendo de un político asesino llamado Herodes. Más tarde, se establecieron en Galilea, la zona menos rica de un país pobre ocupado por un ejército extranjero. Como adulto, Jesús no tuvo un domicilio fijo. Como él lo expresó, "el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza" (Lucas 9:58). Jesús vivió en la tierra como uno de los pobres, y hoy todavía se identifica con los pobres. Jesús dice que en el juicio final él les dirá a los amigos de los pobres,

"Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí... De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis" (Mateo 25:34-40).

            Así de cerca el Señor se identifica con los necesitados. Lo que hacemos por ellos, lo hacemos por él. Y si los descuidamos, lo descuidamos a él. Jesús desterrará al infierno a aquellos que ignoran a sus hermanos necesitados, diciendo: "En cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis." (Mateo 25:45).

Fe en Acción

Dios es amigo de los pobres, y cualquier amigo de Dios también será amigo de los pobres. Esto no significa que ser amable con los pobres es lo único que importa. Esto no quiere decir que mientras tratemos de ayudar a las personas necesitadas, no necesitamos el perdón o la fe. La Biblia nos recuerda constantemente que somos salvos por Jesús, no por nuestra bondad. Somos salvos por fe, no por obras. Pero la fe no es fe realmente si no produce buenas obras. La Biblia dice,

¿De qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma (Santiago 2:14-17).

Si tienes una fe viva, si sabes que Dios es amigo de los pobres y que se identifica con ellos, si sabes cuánto se sacrificó Jesús para suplir tus necesidades desesperadas, entonces no es posible que le des la espalda a los necesitados. La Biblia dice: "Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos" (2 Corintios 8:9). Debido a que Jesús hizo esto por nosotros, los Cristianos que tienen más que suficiente deben compartir con aquellos que no tienen suficiente (2 Cor. 8:13-14).

Dando Dinero

Juan Wesley, un líder Cristiano de una época anterior, tenía un enfoque simple de tres partes sobre el dinero. Primero, consigue todo lo que puedas. Segundo, ahorra todo lo que puedas. Tercero, regala todo lo que puedas. En otras palabras, gana honestamente todo el dinero que puedas. Entonces, en lugar de gastarlo en todo tipo de cosas, ahorra tanto como te sea posible. Y finalmente, una vez que haya satisfecho tus propias necesidades, regala el resto.

Wesley practicaba lo que predicaba. Cuando tenía un ingreso de 30 libras, se gastaba 28 en sí mismo y regalaba dos para misiones y ayuda a los pobres. Cuando su ingreso aumentó a 60 libras, ¿qué hizo? Se gastaba 28 en sí mismo y regalaba treinta y dos. Cuando su ingreso era de 120 libras, todavía vivía con 28 y regalaba noventa y dos. Obtén todo lo que puedas. Ahorra todo lo que puedas. Regala todo lo que puedas.

Tú y yo nunca seremos amigos de los pobres; nunca vamos a dar todo lo que podamos, hasta que nos digamos a nosotros mismos "¡Basta!" Eso no es fácil. Es más común suponer que si tus ingresos aumentan, también lo harán tus gastos y tu nivel de vida. Tan pronto como puedas pagar una casa más bonita que la que tienes, debes comprarla. Tan pronto como puedas pagar un automóvil más lujoso que el que tienes, debes obtenerlo. Tan pronto como puedas permitirte ropa más cara que la que llevas puesta, debes mejorar tu guardarropa. Pero, ¿cada aumento de ingresos exige una mejora en el estilo de vida? ¿Por qué no usar el dinero adicional para ayudar a alguien más? ¡Por eso Dios te dio ese dinero extra! Obtén todo lo que puedas. Ahorra todo lo que puedas. Regala todo lo que puedas.

Dándote a Ti Mismo

Si eres amigo de los pobres, una forma de ayudar es con dinero. Pero no solo des dinero. Date a ti mismo. Las personas a menudo necesitan un amigo incluso más de lo que necesitan efectivo. Las madres solteras a veces necesitan un adulto con quien hablar o unas pocas horas de alivio del cuidado infantil. Una persona sin empleo puede necesitar aliento o consejo. Las personas que luchan con las adicciones necesitan un amigo al que puedan llamar en cualquier momento, en cualquier lugar donde la tentación sea demasiado fuerte. Las personas en prisión necesitan amigos que las visiten o les escriban y las alienten a caminar con Dios. Ellos necesitan mentores piadosos que los ayuden a comenzar de nuevo cuando salgan de prisión.

Ser amigo de los pobres a veces implica dinero, pero también implica tiempo, esfuerzo y participación personal. Esta dimensión personal es tan preciosa y tan importante. En algunos casos, construirás amistades con hermanos y hermanas necesitados que ya son Cristianos. Tú aumentarás su gozo y ellos aumentarán tu gozo.

En otros casos, es posible que las personas necesitadas aún no conozcan a Jesús, y al ayudarlas, puedes mostrarles el amor de Jesús en acción. Puedes contarles sobre Cristo y sobre su salvación e invitarlos a tu iglesia. Cuando haces eso, estás compartiendo el mayor tesoro de todos. Nada es más valioso que ser un hijo de Dios, una parte de su familia y vivir para siempre en su gozo.

Compasión Basada en Fe

Cuando compartes tu fe y guías a las personas a la comunión con Jesús, les estás dando la oportunidad de compartir beneficios que duran para siempre, y también estás compartiendo una clave que abre nuevas posibilidades en este momento. En las áreas pobres de nuestras ciudades, el mejor pronosticador individual de si las familias se mantienen unidas y sobrepasan la línea de la pobreza es si el hombre de la casa va a la iglesia. Para los reclusos, la mejor forma de evitar el crimen y mantenerse fuera de prisión después de ser liberados es una fe viva en Jesús. Y para las personas con adicciones, una confraternidad espiritual es crucial para mantenerse sobrio. Para ayudar a las personas con problemas, no solo les des dinero o alimentos. Dales tiempo y amor. Sé su amigo y preséntales a Jesús y al compañerismo Cristiano.

Esto es crucial para ayudar a las personas que conoces, y también es un principio importante a tener en cuenta cuando apoyas a varias organizaciones. Hoy en día, hay muchas agencias que llegan a personas necesitadas en áreas a las que tú no puedes llegar personalmente, y al dar dinero a dichas agencias, puedes ayudar a personas que nunca has conocido. Estas organizaciones son mejores cuando están enraizadas en Cristo.

En manos de una misión patrocinada por la iglesia, tu ofrenda tiene una mayor probabilidad de ayudar realmente a las personas a las que se pretendes ayudar. Es un hecho triste que los esfuerzos del gobierno para el alivio de la pobreza y la ayuda extranjera a menudo enriquecen a los tramposos o a los burócratas. Además, algunas organizaciones benéficas seculares están encabezadas por ejecutivos generosamente pagados, y un gran porcentaje de las donaciones es destinado a gastos generales y a publicidad, en lugar ayudar a los necesitados. Las organizaciones Cristianas suelen ser más cuidadosas con el dinero, gracias a una mayor integridad espiritual y responsabilidad. Pero una razón aún más importante para apoyar a las organizaciones Cristianas es el hecho de que lo mejor que podemos compartir con los pobres es el evangelio de Jesucristo. Al tratar de abordar las necesidades físicas, no debemos descuidar las necesidades espirituales. La vida en Cristo es el regalo que dura para siempre.

Cómo Llegar a las Causas de Raíz

Además, a veces la única forma de enfrentar la pobreza material es atacar las raíces de la pobreza espiritual. La fe en Cristo les da esperanza a las personas. Sin esperanza, no hay incentivo o ambición, y sin incentivo o ambición, no hay escapatoria de la pobreza. Cuando una situación sombría tienta a la gente a darse por vencida, la fe en Cristo les da esperanza, y la esperanza tiene un enorme poder.

El evangelio ataca la pobreza física al ayudar a las personas a rechazar las creencias falsas que los mantienen en un bajo nivel. Por ejemplo, si las personas creen en el karma, en la reencarnación y en el sistema de castas, es posible que simplemente se resignen a la pobreza y a la opresión como castigo a causa de una vida anterior. El evangelio muestra la desigualdad y la injusticia como lo que es y abre nuevas posibilidades.

Dios ama la justicia, y el pueblo de Dios busca la justicia. Justicia significa tratar a las personas de manera justa, y significa tomar partido por aquellos que carecen de la influencia para ser escuchados. La Biblia dice: "Abre tu boca por el mudo En el juicio de todos los desvalidos. Abre tu boca, juzga con justicia, y defiende la causa del pobre y del menesteroso" (Proverbios 31:8-9). Siempre que sea posible, debemos usar nuestra influencia para cambiar estructuras injustas y políticas opresivas. En la búsqueda de justicia para los que no tienen poder, hacemos lo que podemos en nombre de los que no han nacido indefensos, los que no tienen seguro, los ancianos, los que tienen discapacidades. Trabajamos por calles más seguras, mejores escuelas, un sistema judicial más justo y más oportunidades laborales en comunidades empobrecidas. La justicia significa ayudar a los inmigrantes y a los refugiados en lugar de despreciarlos.

Otra forma en la que el evangelio ayuda a lidiar con la pobreza es que éste llama a las personas a responsabilizarse por sí mismas. Parte de la pobreza se debe a la injusticia o a la falta de oportunidades, pero otra parte se debe al pecado sexual y a las familias en decadencia, a la bebida y a las drogas, a la pereza en el trabajo y en la escuela, o a comprar caprichos en lugar de tener el autocontrol de ahorrar para necesidades futuras. La Biblia ayuda a las personas a enfrentar estos problemas y a superarlos. Estas son solo algunas de las razones por las que no podemos abordar la pobreza completamente sin decirle a las personas acerca de Jesús. La Palabra del Evangelio y las obras de amor van de la mano. Todo esto es parte de caminar con Jesús, el amigo de los pobres. La Biblia dice,

En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad (1 Juan 3:16-18).

 

Preparado originalmente por David Feddes para Ministerios de Regreso a Dios Internacional. Usado con permiso.

 


Modifié le: mercredi 3 janvier 2018, 18:03