El Rey de Los Ángeles 

por David Feddes

Los ángeles reciben más atención de lo habitual durante la temporada de Navidad. Algunos de los ángeles son solo fantasías. Los niños en juegos de Navidad se ponen sus alas, túnicas y halos para jugar el papel de ángeles. Los árboles de Navidad incluyen ángeles de juguete junto con luces y otros ornamentos. Pero las historias reales de Navidad también nos recuerdan que los ángeles reales están vivos y activos.

Es bueno pensar en los ángeles, darse cuenta de que hay más en la vida que las cosas que podemos ver, tocar y controlar, salir de la rutina de actuar como si las cosas materiales fueran la única realidad, darse cuenta de que los humanos no son la única forma de la vida inteligente. Es bueno pensar en los ángeles, pero a veces nos enfocamos en los ángeles como nos gustaría imaginarlos en lugar de como realmente son, como la Biblia revela que son.

Nuestros ángeles de Navidad pueden ser muy lindos y tiernos. Algunas personas asocian a los ángeles con Jesús casi de la misma manera que asocian a los elfos con Papá Noel. Ven a los ángeles solo como otra parte del elenco imaginario de personajes que hacen que la temporada de Navidad sea tan deliciosa. Representar a los ángeles como tiernos, pensando en ellos casi como elfos, los hace parecer tan irreales como un cuento de hadas, y ciertamente esto no hace justicia al esplendor e importancia de los ángeles. La Biblia muestra cómo son realmente los ángeles y dice muchas cosas que los ángeles han hecho. Cuando nos encontramos con ángeles reales en las Escrituras, descubrimos que a veces son reconfortantes, a veces aterradores, siempre fascinantes.

Los ángeles reales descritos en la Biblia tenían que decirles a casi todos los que los veían: "No tengas miedo". Pero las lindas criaturitas que colocamos como adornos navideños no asustarían a nadie. No cometamos el error de pensar que los ángeles son pequeñas lindas criaturas imaginarias en la misma categoría que los elfos.

Sin embargo, incluso si no cometemos ese error, incluso si pensamos en los ángeles como muy reales y muy fuertes, aún podemos cometer el error de pensar que su objetivo principal es hacer lo que sea que nosotros queramos que hagan. Algunos libros populares sobre los ángeles dicen cuán útil es tener tu propio ángel. Tu ángel puede rescatarte de accidentes automovilísticos, ayudarte a ganar partidos de béisbol, curarte de la enfermedad, y si estás buscando un nivel espiritual alto, tu ángel puede darte experiencias y sentimientos como nunca antes. Un libro dice que los ángeles "derraman sus bendiciones sobre nosotros abrumadoramente... siempre intentan darnos lo que queremos". En otras palabras, los ángeles piensan que el cliente siempre tiene la razón.

¿Quién no querría ángeles así? Estoy seguro de que no te molestaría tener un genio con poderes mágicos que haga lo que quieras. Si algunos de los libros populares sobre los ángeles son correctos, realmente puedes tener tu propio genio personal: un ángel que considera que tu deseo es su mandato. Pero si el libro de Dios, la Biblia, es correcto, los ángeles no están aquí para servir al cliente. Están aquí para servir a Dios. Hacen muchas cosas que ayudan a las personas, pero solo por orden de Dios, no por nuestra demanda.

Exploremos lo que la Biblia dice acerca de los ángeles y su Rey. Veamos primero cómo son los ángeles, a continuación, lo que hacen, y por último (y más importante) centrémonos en el gran Rey de los ángeles, Jesucristo.


¿Cómo Son los Ángeles?

Primero, ¿cómo son los ángeles? ¿Cuáles son algunas de sus características? Una cosa que sabemos es que los ángeles son criaturas: es decir, han sido creados por Dios. Los ángeles no han existido desde toda la eternidad. Dios los creó. No sabemos cómo ni cuándo, pero sabemos que los ángeles tuvieron un principio y, al igual que todas las demás criaturas, que le deben su existencia a Dios (Nehemías 9:6). Son criaturas de Dios, no sus iguales.

Otra cosa que sabemos sobre los ángeles es que son seres personales, no fuerzas impersonales. Cada uno tiene un nombre, como Miguel o Gabriel. No todos los ángeles son iguales. La Biblia usa varios títulos para describir seres angelicales: ángeles, arcángeles, querubines, serafines, tronos, dominios, gobernantes, autoridades y poderes. Algunos escritores de la Edad Media tomaron estos títulos y describieron nueve niveles angélicos diferentes. Esas fueron en su mayoría conjeturas; la Biblia no ofrece muchos detalles. Pero las Escrituras indican que hay diferentes tipos de ángeles con diferentes responsabilidades, diferentes niveles de autoridad, diferentes títulos oficiales y diferentes nombres personales.

Otra característica de los ángeles: son espíritus (Hebreos 1:14). Los ángeles pertenecen a un reino misterioso de seres que existen en una dimensión diferente a la nuestra. Son un tipo de criatura que es completamente diferente de cualquier forma de vida en la tierra. No puedes ver un ángel con un telescopio o analizar las partes de un ángel en un laboratorio. La mayoría de las veces su actividad es inaudible para los oídos humanos e invisible para los ojos humanos. La gente no puede verlos ni escucharlos a menos que los ángeles quieran que lo hagan. Eso es porque los ángeles existen en otra dimensión, el reino espiritual, y no están sujetos a nuestras leyes de la física.

Los científicos han tenido un proyecto llamado SETI, la búsqueda de inteligencia extraterrestre, en el que un receptor muy sensible busca continuamente emisiones de energía y ondas de radio del espacio exterior que podrían alertarnos sobre la existencia de otros seres inteligentes en algún lugar. Pero ya conocemos una forma de vida que ningún receptor de alta tecnología o sonda espacial puede descubrir. Los ángeles no pueden ser detectados por sonar, infrarrojo, ondas de radio o por cualquier otro dispositivo científico.

Pero aquello que la ciencia no puede decirnos, la Biblia sí lo dice: a nuestro alrededor, en otra dimensión de la existencia, hay innumerables seres personales de inteligencia fenomenal y de poder notable. Los ángeles son poderosos, y son magníficos. La Biblia a menudo los describe como tan resplandecientes, tan deslumbrantes que incluso cuando hacían visitas amistosas, aquellos que los veían se sentían abrumados con respeto, asombro y temor.


¿Qué Hacen los Ángeles?

Ahora que hemos tenido una idea de cómo son los ángeles, echemos un vistazo a lo que realmente hacen. ¿Según la Biblia, en qué actividades están involucrados?

Adoradores

La primera y más importante actividad de los ángeles es alabar y adorar a Dios y honrar a Jesucristo. El Antiguo Testamento registra visiones de ángeles que cubren sus rostros en presencia de Dios, y siguen repitiendo: "Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria" (Isaías 6:3).

Ahora, si los ángeles son tan fuertes y espléndidos, ¿cuán asombroso es el Dios que adoran? ¿Qué tan deslumbrante es Aquel que ni siquiera los ángeles pueden contemplar? Los ángeles son tan abrumadores que podrías sentirte tentado a adorar a uno si lo vieras. Pero los ángeles no quieren tu adoración; ellos quieren que adores a Dios. En el libro del Apocalipsis, el apóstol Juan cayó ante los pies de un ángel espléndido que le había mostrado visiones asombrosas. Pero el ángel le dijo: "No lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo... Adora a Dios" (22:9) Los ángeles saben que no importa cuán grandes sean, todavía son siervos de Alguien mucho más grande. Saben que toda su gloria proviene de Dios y que no es nada comparada con la gloria de Dios mismo.

La Biblia describe a los ángeles alabando constantemente al Señor del cielo, y cuando el Señor Jesús se convirtió en un bebé en la tierra, continuaron alabando a su Rey. La venida del Hijo de Dios a la tierra fue un momento que todo el universo había estado esperando, y así en la noche del nacimiento de Jesús, la alabanza de los ángeles alcanzó nuevas alturas. Hebreos 1:6 dice, "Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios." Cuando un ángel anunció el nacimiento de Jesús, "apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!"(Lucas 2:13-14).

La alabanza de los ángeles para el rey recién nacido, ese es uno de los grandes temas de la Navidad. De hecho, alabar al Señor es quizás la actividad principal de los ángeles. Es humillante pensar que incluso si ningún ser humano adorara a Dios o creyera en Jesús, el Señor todavía tendría millones y millones de criaturas absolutamente magníficas que nunca dejarían de alabarlo. Es humillante saber eso, pero también es emocionante pensar que por medio de la fe en Jesús, podemos unir nuestras voces con todos los ángeles de Dios en un gran coro de alabanza.

Mensajeros

Pero sigamos adelante. Además de alabar a Dios, ¿en qué otra cosa participan los ángeles? La Biblia nos dice que los ángeles sirven como mensajeros de Dios. Los ángeles hablaron con Abraham, tomaron parte al darle la ley de Dios a Moisés en el Monte Sinaí, se comunicaron con el profeta Daniel y anunciaron el nacimiento de grandes figuras bíblicas como Sansón y Juan el Bautista.

Por supuesto, el mayor anuncio de nacimiento que los ángeles hicieron alguna vez fue el nacimiento de Jesús. ¿Cómo supo la virgen María que daría a luz al Salvador? El ángel Gabriel le dijo. ¿Cómo descubrió José que el bebé que crecía dentro de María era realmente el Hijo de Dios? Un ángel le dijo. ¿Cómo se enteraron los pastores en esa primera Navidad del niño Jesús? Un ángel les dijo, respaldado por un coro completo de ángeles.

            Los ángeles trajeron mensajes en el momento del nacimiento de Jesús, y continuaron trayendo mensajes vitales sobre Jesús. Cuando Jesús resucitó de los muertos, los ángeles fueron los primeros en anunciarlo. Cuando Jesús ascendió al cielo, los ángeles aparecieron y les dijeron a sus seguidores que el Señor volvería otra vez. Cuando la iglesia primitiva enfrentó muchos desafíos, los ángeles siguieron trayendo mensajes de parte de Dios. Muchas de las visiones registradas en el libro de Apocalipsis fueron comunicadas a través de un ángel mensajero.

Los ángeles han comunicado o confirmado muchas cosas importantes, pero nunca han presentado ninguno de estos mensajes por su propia cuenta. Siempre han hablado el mensaje que Dios les ha dado. Los ángeles son embajadores. Ellos no dicen sus propias opiniones; solo dicen aquello que su Rey les dice que digan. Su mensaje es el evangelio eterno. Viene de Dios y está dirigido a todos en la tierra.

Todavía hoy los ángeles trabajan como mensajeros. Apocalipsis 14:6 representa "Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo". Mientras el pueblo de Dios en la tierra comparte el evangelio con otros, los ángeles sobre la tierra son sus socios en la proclamación del evangelio eterno.

Guerreros

Además de servir a Dios como adoradores y mensajeros, ¿qué más hacen los ángeles? Sirven como guerreros. Defienden y liberan al pueblo de Dios de los enemigos. La Biblia dice: "El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende" (Salmos 34:7). "Porque has puesto… al Altísimo por tu habitación... a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos" (Salmos 91:9-11).

La Biblia cuenta cómo el profeta Eliseo y su asistente fueron atrapados en una ciudad, rodeados por un ejército hostil. Cuando el asistente de Eliseo vio a todas esas tropas, comenzó a entrar en pánico. ¿Y qué hizo Eliseo?

El le dijo: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos.

Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo (2 Reyes 6:16-17).

Esos caballos y carros de fuego representaban a las tropas del cielo. La oración de Eliseo en busca de ayuda fue respondida cuando los soldados enemigos quedaron ciegos, quedaron indefensos y fueron enviados de regreso a la tierra de la que provenían. Ese es el poder protector de los ángeles. ¡Qué consuelo! Cuando el pueblo de Dios está rodeado de enemigos y de circunstancias atemorizantes, los ángeles están allí como guardianes.

Pero, ¿qué hay de todos esos momentos en que los problemas estallan y cuando la muerte golpea a la gente de Dios? ¿Dónde están los ángeles entonces? ¿Nos han abandonado o han fallado en hacer su trabajo? No, incluso entonces, los ángeles están ocupados. Jesús contó acerca de un hombre llamado Lázaro. Este hombre sufrió la mayor parte de su vida y luego murió. ¿Eso significaba que los ángeles no estaban con Lázaro? No, Jesús dice que cuando Lázaro murió, "fue llevado por los ángeles al seno de Abraham". Aunque los ángeles no protegieron a Lázaro de los problemas ni le impidieron morir, estuvieron allí todo el tiempo, y en el momento en que Lázaro murió, llevaron su alma al cielo. Cuando eres un hijo de Dios que enfrenta un daño, los ángeles del Señor te protegerán haciendo una de estas dos cosas: o te rescatarán y preservarán tu vida, o si es tu tiempo de morir, los ángeles protegerán tu alma y te llevarán seguro al cielo.

Los ángeles son guerreros que sirven como guardianes para aquellos que aman a Dios, pero hay otro lado del trabajo de los ángeles como guerreros. Mientras protegen a los amigos de Dios, también pelean contra sus enemigos. Hay muchas historias en la Biblia sobre cómo los ángeles de Dios destruyeron ejércitos enteros, devastaron grandes naciones y atacaron a las personas que dañaban al pueblo de Dios y que negaban la gloria de Dios.

¿Te gusta ver a un oficial de policía cerca? Todo depende. Si tienes problemas con el automóvil o un accidente y necesitas ayuda, estarás contento de ver que se estaciona un automóvil de la policía. Pero si conduces demasiado rápido o te pasas una luz roja, no estarás contento de ver a la policía detrás de ti. Si te roban y te golpean, te alegras muchísimo ver que viene un oficial. Pero si tú eres el ladrón, un oficial de policía es la última persona que querrás ver.

Los guerreros de los ángeles, al igual que la policía, son buenas noticias para algunos, pero malas para otros. Los ángeles son buenas noticias para los oprimidos, pero malas noticias para los opresores. Los ángeles son buenas noticias para aquellos que confían y que obedecen a Dios, pero malas noticias para quienes violan la ley de Dios.

Es reconfortante pensar que los ángeles te defienden cuando enfrentas problemas. Pero recuerda, los ángeles también defienden a los demás. Cuando conoces a alguien que parece débil, pequeño o sin importancia, no desprecies ni lastimes a esa persona. "Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños", dice Jesús. "porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos" (Mateo 18:10). Es un crimen terrible dañar a los débiles o hacer que los pequeños pequen. Sus agentes angelicales y su Rey encontrarán a los culpables y los castigarán.

Al final de los tiempos, Jesús volverá para juzgar a los vivos y a los muertos, y sus guerreros celestiales estarán con él. "Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles", dice Jesús, "y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes" (Mateo 13:41-42). Es un gran consuelo estar del lado de Jesús y de sus ángeles, pero si eliges otro camino, será horrible ser capturado por esos guerreros feroces y ser arrojado al infierno.

Vamos a resumir lo que hemos visto hasta ahora. Cuando se trata de la naturaleza de los ángeles, la Biblia dice que son criaturas hechas por Dios, son espíritus, son personales, y son poderosas y magníficas. Cuando se trata de las actividades y de los roles de los ángeles, la Biblia dice que son adoradores, mensajeros, guardianes y guerreros. Claramente, los ángeles son impresionantes, y su trabajo es importante.


El Rey de Los Ángeles

La razón por la cual la Biblia nos dice todo esto no es solo para que seamos conscientes y nos asombremos de los ángeles, sino para que admiremos a Jesús, el Rey de los ángeles. Si los ángeles son tan grandes que un hombre que ha visto uno sería tentado a adorar al ángel, solo imagina el esplendor y el poder de Aquel a quien adoran los mismos ángeles.

En un viejo episodio de la historieta Hagar el Terrible, el regordete Vikingo Hagar está buscando una pelea. Él golpea la puerta de un castillo y grita: "¿Está allí Og el Abominable? ¡Sal y enfréntame!" La puerta del castillo se abre y sale un gigante feroz, erizado de armas. Su cintura es más alta que la cabeza de Hagar. El pequeño Hagar se encoge de miedo y jadea. "¿ eres Og el Abominable? "No", responde el gigante, "solo soy su mayordomo".

Los ángeles son poderosos y abrumadores. Pero grandes como son, los querubines, los serafines, los ángeles y los arcángeles, siguen siendo solo mayordomos de Dios, sus siervos y servidores del trono. El Señor mismo es infinitamente más elevado, más grande y más glorioso que todos ellos combinados. No te equivoques: los ángeles son deslumbrantes, pero ese bebé pequeño acostado en el pesebre de Belén, a quien los ángeles anunciaron y elogiaron fue infinitamente más grande. Dentro de la forma de ese pequeño bebé se escondió todo el esplendor y la grandeza de Dios mismo. En Hebreos 1, la Biblia dice acerca de Jesús,

El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos.

Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, Yo te he engendrado hoy, y otra vez: Yo seré a él Padre, Y él me será a mí hijo? Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios.

Hemos visto cuán espléndidos son los ángeles. Pero espléndidos como son, los ángeles siguen siendo solo siervos de Dios. Jesús es el Hijo unigénito de Dios, igual en esplendor que Dios el Padre. Si incluso los ángeles más magníficos cubren sus rostros ante el Señor y se dedican a alabarlo y a servirlo, solo puedes imaginar cuán grande debe ser el Señor mismo.

Jesús es inconmensurablemente más grande que los ángeles, y lo que ha logrado es infinitamente más grande. La obra de los ángeles, por maravillosa que sea, sería completamente inútil sin la obra de Jesucristo para salvarnos de nuestros pecados.

No fue un ángel quien se convirtió en un bebé en Belén. Fue Jesús. Los ángeles lo anunciaron, sino que Jesús lo hizo. No fue un ángel, sino Jesús, quien vivió entre nosotros, quien se identificó con nosotros, quien tomó nuestra culpa sobre sí mismo, quien llevó el castigo por el pecado en nuestro lugar, quien sufrió y murió para que pudiéramos ser salvos. No fue un ángel el que entró en la tumba y luego resucitó de entre los muertos. Fue Jesús. Un ángel rodó la piedra y anunció la victoria, pero fue el mismo Jesús quien realmente destruyó el poder de la muerte y quien aplastó a Satanás para siempre.

Jesús hizo por nosotros lo que nunca podríamos hacer por nosotros mismos. Y lo hizo todo por amor. Nadie forzó al Hijo de Dios a convertirse en un bebé pequeño. El eligió convertirse en uno de nosotros porque nos amaba. Cuando Jesús fue arrestado y enfrentó la muerte, no tuvo que irse. Pudo haber llamado a un ejército de ángeles para rescatarlo, aniquilar a sus enemigos y destruir este mundo malvado (Lucas 26:53). Incluso un ángel es lo suficientemente poderoso como para aniquilar a todo un ejército. Y Jesús tenía todas las huestes celestiales listas para luchar por él. Esos poderosos guerreros estaban fila tras fila, listos para atacar. Pero la orden nunca llegó. Los ángeles retrocedieron ante las órdenes de su Rey, y el Rey de los ángeles les permitió a sus enemigos humanos capturarlo y crucificarlo. Él murió en nuestro lugar para que todos aquellos que creen en él no perezcan, sino que tengan vida eterna.

Jesús no hizo esto porque alguien lo forzaba, y no lo hizo porque nos necesitaba. Jesús es el Rey de los ángeles, después de todo. Incluso sin nosotros, todavía tiene incontables millones de espléndidos ángeles que lo aman, le sirven con perfecta obediencia y que nunca dejan de alabarlo. E incluso sin los ángeles, la unión de Jesús con Dios el Padre y con el Espíritu Santo es tan plena y maravillosa que la Santísima Trinidad no necesita a nadie más para ser feliz. Sin embargo, su amor es tan grande que, a pesar de que no tenía que hacerlo, aunque no nos necesitaba, se rebajó para convertirse en un bebé pequeño de todos modos y para soportar la muerte en una cruz, en lugar de abandonar a su pueblo al infierno. ¿Cómo podría un Señor tan grande hacerse tan pequeño en ese pesebre de Belén? ¿Cómo podría un Rey tan poderoso soportar semejante sufrimiento en esa cruz? No sé cómo lo hizo, pero sé que lo hizo por mí, y me maravilla el misterio de su amor.

Y como si eso no fuera suficiente, Dios ha elegido darnos bendiciones incluso mayores que las bendiciones que derrama sobre sus ángeles santos. Las personas que pertenecen a Jesús por fe tienen privilegios que ni siquiera un ángel puede disfrutar. El Hijo de Dios nunca se convirtió en un ángel, pero se hizo hombre. Hebreos 2:16 dice: "Ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham", aquellos que por fe pertenecen a la familia de Dios. El Señor nos adopta como sus hijos e hijas, un privilegio que no les ha dado a los ángeles. La Biblia dice que el evangelio de Jesús que nos ha sido dado es tan maravilloso que contiene "cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles" (1 Pedro 1:12). Cuando nacemos de nuevo por medio de la fe en Jesús, conocemos una dimensión de la grandeza y del amor de Dios que incluso los ángeles no pueden captar del todo.

Sin embargo, estos privilegios no pertenecen a todas las personas, sino solo a aquellos que confían en Jesús. La Biblia dice que "a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (Juan 1:12). Para ser parte de la familia de Dios, a fin de disfrutar de todos los beneficios del amor de Jesús y de la protección de sus ángeles, debes recibir a Jesús y creer en su nombre. Solo entonces eres un hijo de Dios. Así que humíllate ante él. Confiésale tu pecado y tu rebelión. Confía en el Salvador que se hizo bebé, que murió en la cruz y que resucitó para perdonar tus pecados y darte la vida eterna. Entonces únete a los ángeles del cielo y a todo el pueblo de Dios para adorar y servir a este gran y glorioso Señor, el Rey de los ángeles, el Rey de toda la creación y el Rey de mi corazón.

 

Last modified: Tuesday, March 6, 2018, 7:24 AM