El Canon de las Escrituras (Wayne Grudem)

Artículo Académico por Wayne Grudem (no puede modificarse)

Capítulo 3 a partir de la Teología Sistemática. Una Introducción a la Doctrina Bíblica (Zondervan, 1994)
"El Canon de las Escrituras. ¿Qué corresponde a la Biblia y qué no?".
Usado con permiso. Derechos de Autor 1994 Wayne Grudem. Todos los Derechos Reservados.

¿Qué corresponde a la Biblia y qué no?

EXPLICACIÓN Y BASE BÍBLICA

El capítulo anterior concluyó en que son especialmente las palabras escritas de Dios en la Biblia a aquellas que debemos prestarles nuestra atención. Sin embargo, antes de poder hacer esto, debemos saber cuáles escritos pertenecen a la Biblia y cuáles no. Esta es la pregunta del canon de las Escrituras, que se puede definir de la siguiente manera: El canon de las Escrituras es la lista de todos los libros que pertenecen a la Biblia.

No debemos subestimar la importancia de esta pregunta. Las palabras de las Escrituras son las palabras con las cuales nutrimos nuestras vidas espirituales. Por lo tanto, podemos reafirmar el comentario de Moisés al pueblo de Israel en referencia a las palabras de la ley de Dios: "Porque no os es cosa vana; es vuestra vida, y por medio de esta ley haréis prolongar vuestros días sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para tomar posesión de ella" (Deut. 32:47).

Sumar o restar a las palabras de Dios sería evitar que el pueblo de Dios lo obedezca por completo, ya que los mandamientos que fueran restados no serían conocidos por las personas, y las palabras que se agregaran podrían requerir cosas adicionales de las personas que Dios no había ordenado. De esta manera Moisés le advirtió al pueblo de Israel, "No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios" (Deut. 4:2).

La determinación precisa del alcance del canon de las Escrituras es, por lo tanto, de suma importancia. Si debemos confiar y obedecer a Dios absolutamente, debemos tener una colección de palabras que estamos seguros son las propias palabras de Dios para nosotros. Si hay secciones de las Escrituras sobre las cuales tenemos dudas de si son o no las palabras de Dios, no consideraremos que tengan una autoridad divina absoluta y no confiaremos en ellas tanto como confiaríamos en Dios mismo.

A. El Canon del Antiguo Testamento

¿Dónde comenzó la idea de un canon: la idea de que el pueblo de Israel debería preservar una colección de palabras escritas de parte de Dios? Las Escrituras mismas son testigos del desarrollo histórico del canon. La primera colección de palabras escritas de Dios fueron los Diez Mandamientos. Los Diez Mandamientos forman así el comienzo del canon bíblico. Dios mismo escribió en dos tablas de piedra las palabras que le ordenó a su pueblo: "Y dio a Moisés, cuando acabó de hablar con él en el monte de Sinaí, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios" (Ex. 31.18). Nuevamente leemos, "Y las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios grabada sobre las tablas" (Ex. 32.16; cf. Deut. 4.1310.4). Las tablas fueron depositadas en el arca del pacto (Deut. 10.5) y constituyeron los términos del pacto entre Dios y su pueblo.3:1

Esta colección de palabras absolutamente autorizadas de parte de Dios creció en tamaño a lo largo del tiempo de la historia de Israel. El mismo Moisés escribió palabras adicionales para ser depositadas junto al arca del pacto (Deut. 31.24-26). La referencia inmediata es aparentemente al libro de Deuteronomio, pero otras referencias a las escrituras de Moisés indican que los primeros cuatro libros del Antiguo Testamento también fueron escritos por él (ver Ex. 17.1424.434.27Num. 33.2Deut. 31.22). Después de la muerte de Moisés, Josué también agregó a la colección de palabras escritas de Dios: "Y escribió Josué estas palabras en el libro de la ley de Dios" (Jos. 24.26). Esto es especialmente sorprendente a la luz del mandamiento de no añadir ni quitar a las palabras que Dios le dio al pueblo a través de Moisés: "No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella..." (Deut. 4.2; cf. 12:32). Para desobedecer un mandato tan específico, Josué debió haber estado convencido de que no se estaba tomando la molestia de agregar a las palabras escritas de Dios, sino que Dios mismo había autorizado tales escrituras adicionales.

Más tarde, otros en Israel, generalmente aquellos que cumplían el oficio de profeta, escribieron palabras adicionales de parte de Dios:

Samuel recitó luego al pueblo las leyes del reino, y las escribió en un libro, el cual guardó delante de Jehová. (1 Sam. 10:25)

Y los hechos del rey David, primeros y postreros, están escritos en el libro de las crónicas de Samuel vidente, en las crónicas del profeta Natán, y en las crónicas de Gad vidente. (1 Cron. 29:29)

Los demás hechos de Josafat, primeros y postreros, he aquí están escritos en las palabras de Jehú hijo de Hanani, del cual se hace mención en el libro de los reyes de Israel. (2 Cron. 20.34; Cf. 1 Reyes 16:7 donde Jehú hijo de Hananí es llamado profeta)

Los demás hechos de Uzías, primeros y postreros, fueron escritos por el profeta Isaías, hijo de Amoz. (2 Cron. 26:22)

Los demás hechos de Ezequías y sus obras buenas, he aquí, están escritos en la visión del profeta Isaías, hijo de Amoz, en el libro de los reyes de Judá e Israel. (2 Cron. 32:32)

Así habló Jehová Dios de Israel, diciendo: Escríbete en un libro todas las palabras que te he hablado. 3:2 (Jer. 30:2).

 

El contenido del canon del Antiguo Testamento continuó creciendo hasta el tiempo de la finalización del proceso de escritura. Si fechamos a Hageo hacia el año 520 a.c., a Zacarías hacia el año 520-518 a.c. (con quizás más material agregado después del año 480 a.c.), y a Malaquías hacia alrededor del año 435 a.c., tenemos una idea de las fechas aproximadas de los últimos profetas del Antiguo Testamento. Aproximadamente coincidiendo con este período están los últimos libros de la historia del Antiguo Testamento: Esdras, Nehemías y Ester. Esdras entró a Jerusalén en el año 458 a.c., y Nehemías estaba en Jerusalén desde el año 445-433 a.c. 3:3. Esther fue escrito en algún momento después de la muerte de Jerjes I (= Asuero) en el año 465 a.c., y una fecha durante el reinado de Artajerjes I (464-423 a.c.) es probable. Por lo tanto, después de aproximadamente el año 435 a.c. no hubo más adiciones al canon del Antiguo Testamento. La historia posterior del pueblo judío se registró en otros escritos, como en los libros de los Macabeos, pero estos escritos no se consideraron dignos de ser incluidos con las colecciones de las palabras de Dios de años anteriores.

Cuando nos dirigimos hacia la literatura judía fuera del Antiguo Testamento, vemos que la creencia de que las palabras divinamente autorizadas de Dios habían cesado está claramente testificada en varias líneas diferentes de la literatura judía extra bíblica. En 1 Macabeos (alrededor del año 100 a.c.) el autor escribe acerca del altar profanado, "Así pues, demolieron el altar y colocaron las piedras en la colina del templo, en lugar apropiado, hasta que viniera un profeta que les indicara lo que debían hacer con ellas" (1 Mac. 4.45-46). Al parecer, no conocían a nadie que pudiera hablar con la autoridad de Dios como lo habían hecho los profetas del Antiguo Testamento. La memoria de un profeta con autoridad entre las personas pertenecía al pasado remoto, ya que el autor podía hablar de una gran angustia "como no se había visto desde que desaparecieron los profetas" (1 Mac. 9.27; cf. 14:41).

Josefo (nacido en el año 37/38 d.c.) explicó: "Desde Artajerjes hasta nuestros días se ha escrito una historia completa, pero no se ha considerado digna de igual crédito que los registros anteriores, debido al fracaso de la sucesión exacta de los profetas" (Contra Apion1. 41). Esta declaración del mayor historiador judío del primer siglo muestra que él conocía los escritos que ahora son considerados parte de los "Apócrifos", pero que él (y muchos de sus contemporáneos) consideraban que estos otros escritos "no ... merecían igual crédito" con respecto a lo que ahora conocemos como las Escrituras del Antiguo Testamento. En el punto de vista de Josefo, no se habían agregado más "palabras de Dios" a la Escritura después de aproximadamente el año 435 a.c.

La literatura rabínica refleja una convicción similar en su repetida declaración de que el Espíritu Santo (en la función del Espíritu de inspirar la profecía) se marchó de Israel. "Después de que los últimos profetas Hageo, Zacarías y Malaquías habían muerto, el Espíritu Santo se marchó de Israel, pero todavía se servían de la BAT QOWL (H1426 + H7754, Talmud babilónico Yomah 9b, repetido en Sota 48b, Sanedrín 11a, y Midrash Rabbah en Cantar de Cantares, 8.9.3) 3:4

La comunidad de Qumran (la secta judía que dejó olvidados los Rollos del Mar Muerto) también aguardaba a un profeta cuyas palabras tuvieran autoridad para reemplazar cualquier regulación existente (ver 1 QS 9.11), y otras declaraciones similares se encuentran en otras partes de la literatura judía antigua (ver 2 Baruc 85.3 y Oración 15). Por lo tanto, las escrituras subsecuentes hacia aproximadamente el año 435 a.c. no fueron aceptadas por el pueblo Judío en general como teniendo la misma autoridad que el resto de las Escrituras.

En el Nuevo Testamento, no contamos con ningún registro de alguna disputa entre Jesús y los Judíos sobre el alcance del canon. Aparentemente había un total acuerdo entre Jesús y sus discípulos, por un lado, y los líderes Judíos o el pueblo Judío, por otro lado, acerca de que las adiciones al canon del Antiguo Testamento habían cesado después del tiempo de Esdras, Nehemías, Ester, Hageo, Zacarías y Malaquías. Este hecho es confirmado por las citas de Jesús y de los autores del Nuevo Testamento acerca del Antiguo Testamento. Según un recuento, Jesús y los autores del Nuevo Testamento citan varias partes de las Escrituras del Antiguo Testamento como divinamente autorizadas en 295 ocasiones, 3:5 pero ni una vez citan alguna declaración de los libros apócrifos o de cualquier otra escritura que tenga autoridad divina. 3:6 La ausencia de tal referencia a otra literatura como divinamente autorizada, y la referencia extremadamente frecuente a cientos de lugares en el Antiguo Testamento como divinamente autorizados, confirma fuertemente el hecho de que los autores del Nuevo Testamento estuvieron de acuerdo en que el canon establecido del Antiguo Testamento, no más y nada menos, debía tomarse como las mismas palabras de Dios.

¿Qué se dirá entonces de los Apócrifos, la colección de libros incluidos en el canon por la Iglesia Católica Romana pero excluidos del canon por el Protestantismo? 3:7

La palabra griega libros apócrifos significa "cosas que están ocultas", pero Metzger señala (p. ix) que los estudiosos no están seguros de por qué esta palabra llegó a aplicarse a estas escrituras.

Estos libros nunca fueron aceptados por los Judíos como Escrituras, pero a lo largo de la historia primitiva de la iglesia hubo una opinión dividida sobre si debían ser parte de la Escritura o no. De hecho, las primeras evidencias Cristianas están decididamente en contra de considerar los apócrifos como Escrituras, pero el uso de los apócrifos aumentó gradualmente en algunas partes de la iglesia hasta la época de la Reforma. 3:8 El hecho de que estos libros fueran incluidos por Jerónimo en su traducción de la Biblia en Vulgata Latina (completada en el año 404 d.c.) apoyaba su inclusión, aunque el propio Jerome dijo que no eran "libros del canon" sino simplemente "libros de la iglesia" que eran útiles y provechosos para los creyentes. El amplio uso de la Vulgata Latina en siglos posteriores garantizó su continua accesibilidad, pero el hecho de que no tuvieran un original hebreo detrás de ellos, y su exclusión del canon judío, así como la falta de su cita en el Nuevo Testamento, llevó a muchos a verlos con sospecha o a rechazar su autoridad. Por ejemplo, la lista Cristiana más antigua de libros del Antiguo Testamento que existe hoy es de Melitón, obispo de Sardis, escribiendo alrededor del año 170 d.c.:3:9

Cuando llegué al oriente y alcancé el lugar donde estas cosas fueron predicadas y hechas, y aprendí con precisión los libros del Antiguo Testamento, establecí los hechos y los envié a ustedes. Estos son sus nombres: cinco libros de Moisés, Génesis, Éxodo, Números, Levítico, Deuteronomio, Josué, hijo de Nun, Jueces, Rut, cuatro libros de Reinos, 3:10 dos libros de Crónicas, los Salmos de David, los Proverbios de Salomón y su Sabiduría, 3:11 Eclesiastés, el Cantar de los Cantares, Job, los profetas Isaías, Jeremías, los Doce en un solo libro, Daniel, Ezequiel, Esdras. 3:12

Es digno de mención que Melitón no menciona ninguno de los libros de los Apócrifos, pero incluye todos nuestros libros del Antiguo Testamento, excepto Ester. 3:13 Eusebio también cita a Orígenes afirmando la mayoría de los libros de nuestro actual canon del Antiguo Testamento (incluyendo a Ester), pero ningún libro de los Apócrifos es afirmado como canónico, y se dice explícitamente que los libros de los Macabeos están "fuera de estos [libros canónicos]." 3:14 El propio Eusebio en otro lugar repite la declaración del historiador judío Josefo acerca de que las Escrituras contienen veintidós libros, pero nada desde la época de Artajerjes (3.10.1-5), y esto excluiría todos los libros apócrifos.

Del mismo modo, en el año 367 d.c, cuando el gran líder de la iglesia Atanasio, obispo de Alejandría, escribió su Carta Pascual, enumeró todos los libros de nuestro actual canon del Nuevo Testamento y todos los libros de nuestro actual canon del Antiguo Testamento excepto Ester. También mencionó algunos libros de los Apócrifos tales como la Sabiduría de Salomón, la Sabiduría del Eclesiástico, Judit y Tobías, y dijo que estos "no están incluidos en el Canon, sino que fueron nombrados por los Padres para ser leídos por aquellos que se unieron recientemente a nosotros, y que desean instrucción en la palabra de piedad" 3:15 Sin embargo, otros líderes de la iglesia primitiva citaron varios de estos libros como Escrituras. 3:16 Hay inconsistencias doctrinales e históricas con varios de estos libros. Notas de E.J. Young:

No hay marcas en estos libros que atestigüen un origen divino ... tanto Judit como Tobías contienen errores históricos, cronológicos y geográficos. Los libros justifican la falsedad y el engaño y hacen que la salvación dependa de obras de mérito.... Eclesiástico y la Sabiduría de Salomón inculcan una moral basada en la conveniencia. Sabiduría enseña la creación del mundo a partir de la materia preexistente (Sab. 11.17). Eclesiástico enseña que dar limosnas hace expiación por el pecado (Ecc. 3.30). En Baruc se dice que Dios escucha las oraciones de los muertos (Bar. 3.4) y en 1 Macabeos hay errores históricos y geográficos. 3:17

No fue sino hasta 1546, en el Concilio de Trento, que la Iglesia Católica Romana declaró oficialmente que los Apócrifos eran parte del canon (con la excepción de 1 y 2 Esdras y la Oración de Manasés). Es significativo que el Concilio de Trento fue la respuesta de la Iglesia Católica Romana a las enseñanzas de Martín Lutero y a la Reforma Protestante que se extendió rápidamente, y los libros de los Apócrifos contienen apoyo para la enseñanza Católica de oraciones por los muertos y justificación por fe más obras, no solo por fe. Al afirmar a los Apócrifos como libros dentro del canon, los Católicos Romanos sostienen que la iglesia tiene la autoridad para constituir una obra literaria como "Escritura", mientras que los protestantes han sostenido que la iglesia no puede hacer que algo sea Escritura, sino que solo pueden reconocer lo que Dios ya ha causado que fuera escrito como sus propias palabras 3:18 (Una analogía aquí sería decir que un investigador de la policía puede reconocer el dinero falso como falso y puede reconocer el dinero genuino como genuino, pero no puede hacer que el dinero falso sea ​​genuino, ni ninguna declaración de cualquier número de policías puede falsificar dinero para ser algo que no es. Solo el tesoro oficial de una nación puede obtener dinero que sea dinero real, de manera similar, solo Dios puede hacer que las palabras sean sus propias palabras y que sean dignas de ser incluidas en las Escrituras).

Por lo tanto, los escritos de los libros apócrifos no deben ser considerados parte de las Escrituras: (1) no reclaman para sí mismos el mismo tipo de autoridad que los escritos del Antiguo Testamento; (2) no eran considerados como las palabras de Dios por el pueblo Judío de quien se originaron; (3) no eran considerados como Escrituras por Jesús o por los autores del Nuevo Testamento; y (4) contienen enseñanzas inconsistentes con el resto de la Biblia. Debemos concluir que no son más que palabras humanas, no palabras inspiradas por Dios como las palabras de las Escrituras. Tienen valor para la investigación histórica y lingüística, y contienen una serie de historias útiles sobre la valentía y la fe de muchos judíos durante el período posterior al final del Antiguo Testamento, pero nunca han sido parte del canon del Antiguo Testamento, y deberían no estar pensados como parte de la Biblia. Por lo tanto, no tienen autoridad vinculante para el pensamiento o para la vida de los Cristianos de hoy.

En conclusión, con respecto al canon del Antiguo Testamento, los Cristianos de hoy no deberían preocuparse de que se haya omitido algo necesario o de que se haya incluido algo que no sea las palabras de Dios.

B. El Canon del Nuevo Testamento

El desarrollo del canon del Nuevo Testamento comienza con las escrituras de los apóstoles. Debe recordarse que la redacción de las Escrituras ocurre principalmente en conexión con los grandes actos de Dios en la historia de la redención. El Antiguo Testamento registra e interpreta para nosotros el llamado de Abraham y las vidas de sus descendientes, el éxodo de Egipto y las peregrinaciones al desierto, el establecimiento del pueblo de Dios en la tierra de Canaán, el establecimiento de la monarquía, el exilio y el regreso del cautiverio. Cada uno de estos grandes actos de Dios en la historia es interpretado para nosotros en las propias palabras de Dios en las Escrituras. El Antiguo Testamento cierra con la expectativa de que vendrá el Mesías (Mal. 3.1-44:1-6). La siguiente etapa en la historia de la redención es la venida del Mesías, y no es sorprendente que no se redacte ninguna otra Escritura hasta que se produzca el siguiente y mayor evento en la historia de la redención.

Esta es la razón por la cual el Nuevo Testamento consiste en las escrituras de los apóstoles. 3:19 Es principalmente a los apóstoles a quienes se les da la habilidad del Espíritu Santo para recordar con precisión las palabras y las obras de Jesús y para interpretarlas correctamente para las siguientes generaciones.

Jesús les prometió este empoderamiento a sus discípulos (quienes fueron llamados apóstoles después de la resurrección) en Juan 14.26. "Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho". Del mismo modo, Jesús prometió una mayor revelación de la verdad del Santo Espíritu cuando les dijo a sus discípulos: "Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir" (Juan 16:13-14). En estos versículos, a los discípulos se les prometen dones increíbles que les permitirán redactar las Escrituras: el Espíritu Santo les enseñaría "todas las cosas", les haría recordar "todo" lo que Jesús había dicho, y los guiaría a "toda verdad".

Además, se considera que aquellos que tienen el oficio de apóstol en la iglesia primitiva reclaman una autoridad igual a la de los profetas del Antiguo Testamento, una autoridad para hablar y escribir palabras que son las mismas palabras de Dios. Pedro alienta a sus lectores a recordar el "mandamiento del Señor y Salvador dado por vuestros apóstoles" (2 Pedro 3.2). Mentir a los apóstoles (Hechos 5.2) equivale a mentirle al Espíritu Santo (Hechos 5.3) y a mentirle a Dios (Hechos 5:4).

Esta afirmación de poder hablar palabras que fueron las palabras de Dios mismo es especialmente frecuente en los escritos del apóstol Pablo. Él afirma no solo que el Espíritu Santo le ha revelado "cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre" (1 Cor. 2.9), sino también que cuando él declara esta revelación, lo dice "no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual" (1 Cor. 2.13, Traducción del autor). 3:20

De manera similar, Pablo les dice a los Corintios: "Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor" (1 Cor. 14.37). La palabra traducida "qué" en este versículo es un pronombre relativo plural en griego (a(/) y más literalmente podría traducirse como "las cosas" que te estoy escribiendo." Por lo tanto, Pablo afirma que sus instrucciones a la iglesia de Corinto no son meramente suyas, sino un mandamiento del Señor. Más tarde, al defender su oficio apostólico, Pablo dice que les dará a los Corintios "una prueba de que habla Cristo en mí" (2 Cor. 13.3). Se pueden mencionar otros versículos similares (por ejemplo, Rom. 2.16Gal. 1.8-91 Tes. 2.134.8 155.27; , 2 Tes. 3.614).

Los apóstoles, entonces, tienen autoridad para escribir palabras que son las propias palabras de Dios, iguales en estado de verdad y de autoridad a las palabras de las Escrituras del Antiguo Testamento. Hacen esto para registrar, interpretar y aplicar a las vidas de los creyentes las grandes verdades acerca de la vida, de la muerte y de la resurrección de Cristo.

Por lo tanto, no sería sorprendente encontrar algunos de los escritos del Nuevo Testamento colocados con las Escrituras del Antiguo Testamento como parte del canon de las Escrituras. De hecho, esto es lo que encontramos en al menos dos instancias. En 2 Pedro 3.16, Pedro muestra no solo una conciencia acerca de la existencia de epístolas escritas por Pablo, sino también una clara voluntad de clasificar "todas sus epístolas [de Pablo]" con "las otras escrituras". Pedro dice: "como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras" (2 Pedro 3:15-16). La palabra traducida como "Escrituras" aquí es grafh/ (G1210) una palabra que aparece cincuenta y un veces en el Nuevo Testamento y que se refiere a las Escrituras del Antiguo Testamento en cada una de esas ocurrencias. Por lo tanto, la palabra Escrituras era un término técnico para los autores del Nuevo Testamento, y se usaba solo para aquellos escritos que eran considerados como las palabras de Dios y, por lo tanto, parte del canon de las Escrituras. Pero en este versículo, Pedro clasifica los escritos de Pablo con las "otras Escrituras" (es decir, las Escrituras del Antiguo Testamento). Por lo tanto, Pedro considera que los escritos de Pablo son dignos del título "Escrituras" y, por lo tanto, dignos de ser incluidos en el canon.

Una segunda instancia se encuentra en 1 Timoteo 5.17-18. Pablo dice: "Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar. Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su salario". La primera cita de "Escrituras" se encuentra en Deuteronomio 25.4, pero la segunda cita, "Digno es el obrero de su salario", no se encuentra en ninguna parte del Antiguo Testamento. Ocurre, sin embargo, en Lucas 10.7 (con exactamente las mismas palabras en el texto Griego).Entonces aquí tenemos a Pablo aparentemente citando una porción del evangelio de Lucas, 3:21 y llamándolo "Escrituras", es decir, algo que debe ser considerado parte del canon. 3:22 En ambos pasajes (2 Pedro 3.161 Tim. 5:17-18) vemos evidencia de que muy temprano en la historia de la iglesia, las escrituras del Nuevo Testamento comenzaron a ser aceptadas como parte del canon.

Debido a que los apóstoles, en virtud de su oficio apostólico, tenían autoridad para escribir palabras de las Escrituras, las enseñanzas escritas auténticas de los apóstoles fueron aceptadas por la iglesia primitiva como parte del canon de las Escrituras. Si aceptamos los argumentos para los puntos de vista tradicionales sobre la autoría de los escritos del Nuevo Testamento, 3:23 entonces tenemos la mayor parte del Nuevo Testamento en el canon debido a la autoría directa de los apóstoles. Esto incluiría a Mateo; Juan; de Romanos a Filemón (todas las epístolas paulinas); Santiago; 3:24 1 y 2 Pedro; 1, 2 y 3 de Juan; y Apocalipsis.

Esto deja cinco libros, Marcos, Lucas, Hechos, Hebreos y Judas, que no fueron escritos por apóstoles. Los detalles del proceso histórico por el cual estos libros llegaron a ser contados como parte de las Escrituras por la iglesia primitiva son escasos, pero Marcos, Lucas y Hechos eran comúnmente reconocidos muy temprano, probablemente debido a la estrecha asociación de Marcos con el apóstol Pedro y de Lucas (el autor de Lucas-Hechos) con el apóstol Pablo. Del mismo modo, Judas aparentemente fue aceptado en virtud de la conexión del autor con Santiago (ver Judas 1) y el hecho de que él era el hermano de Jesús. La aceptación de Judas en el canon fue lenta, principalmente debido a las dudas con respecto a su cita del libro no canónico de 1 Enoc.

La aceptación de Hebreos como canónico fue impulsada por muchos en la iglesia sobre la base de una supuesta autoría Paulina. Pero desde los primeros tiempos hubo otros que rechazaron la autoría Paulina a favor de una u otra de varias sugerencias diferentes. Orígenes, quien murió alrededor del año 254 d.c., menciona varias teorías sobre la autoría y concluye: "Pero, quién escribió realmente la epístola, solo Dios lo sabe" 3:26 Por lo tanto, la aceptación de Hebreos como canónico no se debió enteramente a una creencia en la autoría Paulina. Más bien, las cualidades intrínsecas del libro en sí deben haber convencido finalmente a los primeros lectores, mientras continúan convenciendo a los creyentes de hoy, de que quienquiera que haya sido su autor humano, su autor último, solo pudo haber sido Dios mismo. La majestuosa gloria de Cristo brilla de las páginas de la epístola a los Hebreos tan brillantemente que ningún creyente que la lea en serio querrá cuestionar su lugar en el canon.

Esto nos lleva al corazón de la cuestión de la canonicidad. Para que un libro pertenezca al canon, es absolutamente necesario que el libro tenga autoría divina. Si las palabras del libro son las palabras de Dios (a través de autores humanos), y si la iglesia primitiva, bajo la dirección de los apóstoles, conservó el libro como parte de las Escrituras, entonces el libro pertenece al canon. Pero si las palabras del libro no son palabras de Dios, no pertenecen al canon. La cuestión de la autoría por un apóstol es importante porque fueron principalmente los apóstoles a quienes Cristo les dio la capacidad de escribir palabras con absoluta autoridad divina. Si un apóstol puede demostrar que un escrito está escrito, entonces su autoridad divina absoluta es establecida automáticamente. 3:27

También es muy probable que los mismos apóstoles vivientes dieran alguna orientación a las iglesias acerca de qué obras tenían la intención de preservar y de usar como Escrituras en las iglesias (ver Col. 4.162 Tes. 3.142 Pedro 3.16). Aparentemente, había algunos escritos que tenían autoridad divina absoluta pero que los apóstoles no decidieron preservar como "Escrituras" para las iglesias (como la "carta previa" de Pablo a los Corintios: ver 1 Cor. 5.9). Además, los apóstoles hicieron muchas más enseñanzas orales, que tenían autoridad divina (ver 2 Tes. 2:15) pero no fueron escritas y preservadas como Escrituras. Por lo tanto, además de la autoría apostólica, la preservación de la iglesia bajo la dirección de los apóstoles era necesaria para que una obra fuera incluida en el canon.

Por lo tanto, la iglesia primitiva automáticamente aceptaba como parte del canon aquellas enseñanzas escritas de los apóstoles que los apóstoles querían preservar como Escrituras.

Pero la existencia de algunos escritos del Nuevo Testamento que no fueron escritos directamente por apóstoles muestra que había otros en la iglesia primitiva a quienes Cristo también les dio la capacidad, a través de la obra del Espíritu Santo, de escribir palabras que eran las propias palabras de Dios y también, por lo tanto, con la intención de ser parte del canon. En estos casos, la iglesia primitiva tuvo la tarea de reconocer qué escritos tenían la característica de ser las propias palabras de Dios (a través de autores humanos).

Para algunos libros (al menos Marcos, Lucas y Hechos, y tal vez Hebreos y Judas también), la iglesia tenía, al menos en algunas áreas, el testimonio personal de algunos apóstoles vivientes para afirmar la absoluta autoridad divina de estos libros. Por ejemplo, Pablo habría afirmado la autenticidad de Lucas y Hechos, y Pedro habría afirmado la autenticidad de Marcos como un libro que contenía el evangelio que él mismo predicó. En otros casos, y en algunas áreas geográficas, la iglesia simplemente tenía que decidir si escuchaba la voz de Dios mismo hablando en las palabras de estos escritos. En estos casos, las palabras de estos libros habrían sido auto afirmadas; es decir, las palabras habrían sido testigos de su propia autoría divina a medida que los Cristianos las leían. Este parece haber sido el caso con Hebreos.

No debería sorprendernos que la iglesia primitiva debería haber sido capaz de reconocer a Hebreos y a otras escrituras, no escritas por apóstoles, como las mismas palabras de Dios. ¿No había dicho Jesús "mis ovejas oyen mi voz" (Juan 10.27)? No debe pensarse que es imposible o improbable, por lo tanto, que la iglesia primitiva pueda usar una combinación de factores, incluido el respaldo apostólico, la coherencia con el resto de las Escrituras y la percepción de una escritura como "inspirada por Dios" en la parte de una abrumadora mayoría de creyentes, para decidir que escritura era en realidad las palabras de Dios (a través de un autor humano) y, por lo tanto, digna de ser incluida en el canon. Tampoco debería pensarse que es improbable que la iglesia pueda usar este proceso durante un período de tiempo – a medida que las escrituras circulaban en varias partes de la iglesia primitiva – y finalmente llegar a una decisión completamente correcta, sin excluir ningún escrito que fuera de hecho "inspirado por Dios" y sin incluir ninguno que no lo fuera. 3:28

En el año 367 d.c., la trigésimo novena carta pascual de Atanasio contenía una lista exacta de los veintisiete libros del Nuevo Testamento que tenemos hoy. Esta fue la lista de los libros aceptados por las iglesias en la parte oriental del mundo mediterráneo. Treinta años después, en el año 397 d.c., el Concilio de Cartago, representando a las iglesias de la parte occidental del mundo mediterráneo, estuvo de acuerdo con las iglesias orientales en la misma lista. Estas son las primeras listas finales de nuestro canon actual.

¿Deberíamos esperar que se agreguen más escrituras al canon? La oración de apertura en Hebreos coloca esta pregunta en la perspectiva histórica apropiada, la perspectiva de la historia de la redención: "Dios ha hablado por su Hijo Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo" (Heb. 1:1-2).

El contraste entre el primer discurso "en otro tiempo" por los profetas y el reciente discurso "en estos postreros días" sugiere que el discurso de Dios hacia nosotros a través de su Hijo es la culminación de su discurso hacia la humanidad y es su mayor y última revelación para la humanidad en este período de la historia redentora. La excepcional grandeza de la revelación que viene a través del Hijo, que excede por mucho cualquier revelación en el antiguo pacto, se enfatiza una y otra vez a lo largo de los capítulos 1 y 2 de Hebreos. Todos estos hechos indican que hay una finalidad para la revelación de Dios en Cristo y que una vez que esta revelación ha sido completada, ya no se puede esperar más.

Pero, ¿dónde aprendemos acerca de esta revelación a través de Cristo? Los escritos del Nuevo Testamento contienen la interpretación final, autorizada y suficiente de la obra de redención de Cristo. Los apóstoles y sus compañeros íntimos informan las palabras y obras de Cristo las interpretan con absoluta autoridad divina. Cuando hayan terminado de escribir, no hay más que agregar con la misma autoridad divina absoluta. Por lo tanto, una vez que se hayan completado los escritos de los apóstoles del Nuevo Testamento y de sus acompañantes autorizados, tenemos en forma escrita el registro final de todo lo que Dios quiere que sepamos acerca de la vida, la muerte y la resurrección de Cristo, y su significado para la vida de los creyentes de todos los tiempos. Dado que esta es la más grande revelación de Dios para la humanidad, no se espera más una vez que ésta está completa. De esta manera, a continuación, Hebreos 1:1-2 nos muestra por qué no hay más escritos que puedan ser añadidos a la Biblia después de la época del Nuevo Testamento. El canon ahora está cerrado.

Un tipo similar de consideración puede ser extraído de Apocalipsis 22:18-19:

Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.

La referencia principal de estos versículos es claramente hacia el libro del Apocalipsis, debido a que Juan se refiere a sus escrituras como “las palabras de la profecía de este libro” en los versos 7 y 10 de este capítulo (y todo el libro es llamado una profecía en Ap. 1:3). Por otra parte, la referencia a “el árbol de la vida y... la ciudad santa, que se describen en este libro” indica que el libro del Apocalipsis en sí mismo tiene una intención.

Sin embargo, no es casual que esta declaración se produzca al final del último capítulo del Apocalipsis, y que el Apocalipsis sea el último libro del Nuevo Testamento. De hecho, el Apocalipsis tiene que ser colocado último en el canon. Para muchos libros, su colocación en la agrupación del canon es de poca consecuencia. Pero al igual que Génesis debe ser colocado en primer lugar (ya que nos habla de la creación), así el Apocalipsis debe ser colocado al último (porque su enfoque es decirnos sobre el futuro y sobre la nueva creación de Dios). Los eventos descritos en Apocalipsis son históricamente posteriores a los acontecimientos descritos en el resto del Nuevo Testamento y requieren que el Apocalipsis sea colocado donde está. Por lo tanto, no es apropiado que nosotros comprendamos esta advertencia excepcionalmente fuerte al final del Apocalipsis como la aplicación de una forma secundaria a toda la Escritura. Colocada aquí, donde debe ser colocada, la advertencia forma una conclusión apropiada a todo el canon de las Escrituras. Junto con Hebreos 1.1-2 y la perspectiva de la historia de la redención implícita en esos versos, esta aplicación más amplia de Apocalipsis 22:18-19 también nos sugiere que no deberíamos esperar que se añada más Escritura de la que ya tenemos.

¿Cómo podemos saber, entonces, que tenemos los libros correctos en el canon de las Escrituras que ahora poseemos? La pregunta se puede responder de dos maneras diferentes. En primer lugar, si nos preguntamos sobre aquello en lo que debemos basar nuestra confianza, la respuesta debe ser en última instancia, que nuestra confianza se basa en la fidelidad de Dios. Sabemos que Dios ama a su pueblo, y es sumamente importante que el pueblo de Dios tenga sus propias palabras, porque ellas son nuestra vida (Deut. 32.47Mat. 4:4). Ellas son más preciosas y más importantes para nosotros que cualquier otra cosa en este mundo. También sabemos que Dios nuestro Padre está en control de toda la historia, y que él no es el tipo de padre que nos engañará, que dejará de ser fiel a nosotros o que alejará de nosotros algo que es absolutamente necesario.

La severidad de los castigos en Apocalipsis 22.18-19 que vienen a quienes añaden o quitan a las palabras de Dios también confirma la importancia de que el pueblo de Dios cuente con un canon correcto. No puede haber mayores castigos que estos, porque éstos son los castigos del juicio eterno. Esto demuestra que Dios mismo le da un valor supremo a que tengamos una colección correcta de escritos inspirados por Dios, ni más ni menos. A la luz de este hecho, ¿Podría ser correcto que creamos que Dios nuestro Padre, quien controla toda la historia, permitiría que todos los de su iglesia durante casi dos mil años fueran privados de algo que él mismo valora tan altamente y que es tan necesario para nuestra vida espiritual? 3:29

La preservación y la agrupación correcta del canon de las Escrituras en última instancia, deben ser vistas por los creyentes, entonces, no como parte de la historia de la iglesia posterior hacia los grandes actos centrales de la redención de Dios por su pueblo, sino como una parte integral de la historia de la redención misma. Del mismo modo en el que Dios estaba trabajando en la creación, en el llamado de su pueblo Israel, en la vida, muerte y resurrección de Cristo, y en las primeras obras y escritos de los apóstoles, también Dios estaba trabajando en la preservación y en la agrupación de los libros de las Escrituras para el beneficio de su pueblo de toda la era de la iglesia. En última instancia, entonces, basamos nuestra confianza sobre la exactitud de nuestro canon actual en la fidelidad de Dios.

La cuestión de cómo sabemos que contamos con los libros adecuados, por otro lado, se puede responder de una manera un tanto diferente. Puede ser que deseemos centrarnos en el proceso por el cual somos persuadidos de que los libros que tenemos ahora en el canon son los correctos. En este proceso, hay dos factores obrando: la actividad del Espíritu Santo que nos convence a medida que leemos las Escrituras y los datos históricos que tenemos disponibles para nuestra consideración.

A medida que leemos las Escrituras, el Espíritu Santo obra para convencernos de que los libros que tenemos en las Escrituras son todos de Dios y son sus palabras para nosotros. Ha sido el testimonio de los Cristianos a través de los siglos que a medida que leen los libros de la Biblia, las palabras de las Escrituras hablan a su corazón como ningún otro libro lo hace. Día tras día, año tras año, los Cristianos encuentran que las palabras de la Biblia son de hecho las palabras de Dios hablando hacia ellos con una autoridad, un poder y una capacidad de persuasión que no poseen otros escritos. En verdad la Palabra de Dios es "viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón" (Heb. 4:12).

Sin embargo, el proceso por el cual nos convencemos de que el canon actual es correcto es ayudado también por los datos históricos. Por supuesto, si la agrupación del canon era una parte de los actos centrales de Dios en la historia de la redención (como se dijo más arriba), entonces los Cristianos de hoy no deberían decidir por su propia cuenta si intentar añadir o restar a los libros de el canon: el proceso se completó hace mucho tiempo. Sin embargo, una investigación exhaustiva de las circunstancias históricas que rodearon el agrupamiento del canon es útil para confirmar nuestra convicción de que las decisiones tomadas por la iglesia primitiva fueron decisiones correctas. Algunos de estos datos históricos han sido mencionados en las páginas precedentes. Otros, los datos más detallados está disponibles para aquellos que desean seguir investigaciones más especializadas.3:30

Sin embargo, debe ser mencionado un hecho histórico más. Hoy en día no existen candidatos fuertes para adición al canon y no hay objeciones fuertes hacia cualquier libro actualmente en el canon. De esos escritos que algunos en la iglesia primitiva quería incluir en el canon, es seguro decir que no hay ninguno que los evangélicos de la actualidad deseen incluir. Algunos de los primeros escritores se distinguieron claramente de los apóstoles y sus escritos a los escritos de los apóstoles. Ignacio, por ejemplo, alrededor del año 110 d.c., dijo: “No te ordeno al igual que Pedro y Pablo; ellos eran apóstoles, yo soy un convicto; ellos eran libres, yo hasta ahora soy un esclavo” (Ignacio, a los Romanos 4.3; comparar la actitud hacia los apóstoles en 1 Clemente 42:1, 2; 44:1-2 [95 d.c.]; Ignacio, a los Magnesios 7:1; 13:1-2; et al.).

Incluso aquellos escritos que por un tiempo fueron considerados por algunos como dignos de ser incluidos en el canon contienen una enseñanza doctrinal que es contradictoria con el resto de las Escrituras. “El Pastor” de Hermas, por ejemplo, enseña “la necesidad de la penitencia” y “la posibilidad del perdón de los pecados al menos una vez después del bautismo.... El autor parece identificar el Espíritu Santo con el Hijo de Dios antes de la Encarnación, y sostener que la Trinidad llegó a existir sólo después de que la humanidad de Cristo había sido llevada al cielo" (diccionario de Oxford de la Iglesia Cristiana, pág. 641).

El Evangelio de Tomás, que durante un tiempo fue considerado pertenecer al canon por algunos, termina con la siguiente afirmación absurda (párr. 114):

Simón Pedro les dijo: “Que María se aleje de nosotros, porque las mujeres no son dignas de la vida.” Jesús dijo: “He aquí, voy a llevarla, para que pueda hacerla varón, de manera que ella también puede llegar a ser un espíritu viviente, asemejándose a vosotros varones. Porque cada mujer que se haga varón entrará en el reino de los cielos".3:31

En cuanto  todos los demás documentos existentes que tenían en la iglesia primitiva, cualquier posibilidad de su inclusión en el canon son similares a estos en que, o bien contienen renuncias explícitas del estado canónico o incluyen algunas aberraciones doctrinales que claramente no las hacen dignas de figurar en la Biblia.3:32

Por otro lado, no hay objeciones fuertes hacia cualquier libro actualmente en el canon. En el caso de varios libros del Nuevo Testamento que fueron lentos para ganar la aprobación de toda la iglesia (libros tales como 2 Pedro o 2 y 3 Juan), muchos de las primeras dudas sobre su inclusión pueden ser atribuidas al hecho de que inicialmente no estaban circulando ampliamente, y de que el pleno conocimiento de los contenidos de todos los escritos del Nuevo Testamento se extiende a través de la iglesia con bastante lentitud. (Las dudas de Martin Lutero relativas a Santiago son bastante comprensibles en vista de la controversia doctrinal en la que él estaba comprometido, pero tal duda ciertamente no era necesaria. El conflicto doctrinal aparente con la enseñanza de Pablo es resuelta fácilmente una vez que se reconoce que Santiago está utilizando tres términos clave, justificación, fe y obras en sentidos diferentes de aquellos utilizados por Pablo).3:33

Por tanto, existe la confirmación histórica para la corrección del canon actual. Sin embargo, debe ser recordado en relación con cualquier investigación histórica que la obra de la iglesia primitiva no era para otorgar autoridad divina o incluso autoridad eclesiástica sobre algunos escritos meramente humanos, sino más bien para reconocer la característica de divina autoría de escritos que ya tenía tal calidad. Esto se debe a que el criterio último de la canonicidad es la autoría divina, no la aprobación humana o eclesiástica.

En este punto alguien puede hacer una pregunta hipotética sobre lo que debemos hacer si otra de las epístolas de Pablo fuera descubierta, por ejemplo. ¿La añadiríamos a las Escrituras? Esta es una pregunta difícil, porque están involucradas dos consideraciones conflictivas. Por un lado, si una gran mayoría de creyentes estuvieran convencidos de que ésta era de hecho una epístola paulina auténtica, escrita en el transcurso del cumplimiento del ministerio apostólico de Pablo, entonces la naturaleza de la autoridad apostólica de Pablo garantizaría que la escritura sería de parte de las mismas palabras de Dios (así como las de Pablo), y que sus enseñanzas serían compatibles con el resto de las Escrituras. Pero el hecho de que no se ha conservado como parte del canon indicaría que no se encontraba entre los escritos que los apóstoles querían que la iglesia preservara como parte de las Escrituras. Por otra parte, inmediatamente hay que decir que tal pregunta hipotética es sólo eso: hipotética. Es excepcionalmente difícil imaginar qué tipo de datos históricos podrían ser descubiertos que pudieran demostrarle convincentemente a la iglesia como un todo que una carta perdida por más de 1,900 años fue realmente escrita por Pablo, y es aún más difícil de entender cómo nuestro Dios soberano podría haber cuidado fielmente a su pueblo por más de 1,900 años y todavía permitirles ser privados continuamente de algo que él pretende que ellos tuvieran como parte de su revelación última acerca de sí mismo en Jesucristo. Estas consideraciones hacen que sea tan altamente improbable que cualquier manuscrito pudiera ser descubierto en algún momento en el futuro, que tal pregunta hipotética realmente no merece una consideración adicional seria.

En conclusión, ¿hay libros en nuestro canon actual que no deberían estar ahí? No. Podemos basar nuestra confianza sobre este hecho en la fidelidad de Dios nuestro Padre, quien no conduciría a todo su pueblo durante casi dos mil años para confiar algo que no es en su palabra. Y encontramos nuestra confianza confirmada en varias ocasiones, tanto por la investigación histórica como por la obra del Espíritu Santo al permitirnos escuchar la voz de Dios de una forma única como se lee en cada uno de los sesenta y seis libros de nuestro canon actual de las Escrituras.

Pero ¿hay libros que faltan, libros que debieron haber sido incluidos en las Escrituras que no lo fueron? La respuesta debe ser no. En toda la literatura conocida no hay candidatos que incluso se acerquen a las Escrituras, cuando se tienen en cuenta tanto su consistencia doctrinal con el resto de las Escrituras como el tipo de autoridad que reclaman para sí mismas (así como la manera en que esas afirmaciones de autoridad han sido recibidas por otros creyentes). Una vez más, la fidelidad de Dios hacia su pueblo nos convence de que no falta nada en las Escrituras que Dios piense que necesitemos saber para obedecerle y confiar en él plenamente. El canon actual de las Escrituras es exactamente lo que Dios quería que fuera, y permanecerá así hasta que Cristo regrese.

PREGUNTAS PARA APLICACIÓN PERSONAL

1. ¿Por qué es importante para tu vida Cristiana saber cuáles escritos son palabras de Dios y cuáles no? ¿Qué tan diferente sería tu relación con Dios si tuvieras que buscar las palabras que estaban dispersas entre todos los escritos de los Cristianos a lo largo de la historia de la iglesia? ¿Qué tan diferente sería tu vida Cristiana si las palabras de Dios no sólo estuvieran contenidas en la Biblia, sino también en las declaraciones oficiales de la iglesia a lo largo de la historia?

2. ¿Has tenido dudas o preguntas acerca de la canonicidad de cualquiera de los libros de la Biblia? ¿Qué originó esas preguntas? ¿Qué debemos hacer para resolverlas?

3. Mormones, Testigos de Jehová, y miembros de otras sectas han afirmado revelaciones actuales de parte de Dios que para ellos cuentan lo mismo en autoridad que la Biblia. ¿Qué razones les puedes dar para indicar la falsedad de estas afirmaciones? En la práctica, ¿estas personas no tratan a la Biblia como una autoridad igual a estas otras “revelaciones”?

4. Si nunca has leído ninguna parte del Antiguo Testamento Apócrifo, tal vez podrías querer leer algunas secciones.3:34 ¿Sientes que puedes confiar en estos escritos de la misma manera en que confías en las Escrituras? Compara el efecto que estos escritos tienen sobre ti con el efecto que las Escrituras tiene sobre ti. Es posible que desees hacer una comparación similar con algunos escritos de una colección de libros llamados apócrifos del Nuevo Testamento,3:35 o tal vez con el Libro del Mormón o el Corán. ¿El efecto espiritual de estos escritos en tu vida es positivo o negativo? ¿Cómo se compara con el efecto espiritual que la Biblia tiene en tu vida?

TÉRMINOS ESPECIALES

Apócrifo

Apóstol

Canon

Canónico

Pacto

Inspirado por DIOS

historia de la redención

auto testimonio

BIBLIOGRAFÍA

(Para una explicación de esta bibliografía ve la nota de la bibliografía al capítulo 1, p. 38. Los datos bibliográficos completos se pueden encontrar en las pp. 1223-1229.)

En la sección “Obras” de este capítulo de bibliografía he incluido algunas obras escritas desde una perspectiva no evangélica debido a su importancia para la investigación de los datos históricos pertinentes a la cuestión del canon.

Secciones en Teologías Sistemáticas Evangélicas

1. Anglicana (Episcopal)

1882-92 Litton, 10-18

1930 Thomas, 101-15

2. Arminiana (Wesleyana o Metodista)

1875-76 Papa, 1:193-230

1940 Wiley, 1:185-214

1983 Carter, 1:291-94

3. Bautista

1907 Strong, 145-72; 236-40

1976-83 Henry, 2:69-76; 4:405-75

1987-94 Lewis/Demarest, 1:147-48

4. Dispensacional

1947 Chafer, 1:95-102, 124-28

1949 Thiessen, 50-61

1986 Ryrie, 105-9

5. Luterana

1917-24 Pieper, 1:330-48

6. (Reformada o Presbiteriana)

1861 Heppe, 12-21, 28-31

1871-73 Hodge, 1:152-53

1887-1921 Warfield, IAB 411-18

1889 Shedd, 1:134-47

1938 Berkhof, Intro. 116-43

1962 Buswell, 1:193-98

Secciones en Teologías Sistemáticas Católicas Romanas Representativas

1. Católica Romana: Tradicional

1955 Ott (ningún tratamiento explícito)

2. Católica Romana: Post Vaticano II

1980 McBrien, 1:50-62; 2:201-43, 817-42

Otras Obras

Beckwith, R.T. "Canon del Antiguo Testamento." En IBD 1:235-38.

Beckwith, Roger. El Canon del Antiguo Testamento sobre la Iglesia del Nuevo Testamento y sus Antecedentes a Principios del Judaísmo. Grand Rapids: Eerdmans, 1985.

Birdsall, J.N. "Apócrifo". En IBD 1:75-77.

_______. "El Canon del Nuevo Testamento." En IBD 1:240-45.

Bruce, F.F. El Canon de las Escrituras. Downers Grove, III: InterVarsity Press, 1988.

Carson, D.A., y John D. Woodbridge, eds. Hermenéutica, Autoridad, y Canon. Grand Rapids: Zondervan, 1986.

Dunbar, David G. "El Canon Bíblico". En Hermenéutica, Autoridad, y Canon. Ed. por D.A. Carson y John Woodbridge. Grand Rapids: Zondervan, 1986.

Green, William Henry. Introducción General al Antiguo Testamento: El Canon. Nueva York: Scribners, 1898.

Harris, R. Laird. "Las Crónicas y el Canon del Nuevo Testamento." JETS. Vol 33, no. 1 (Marzo de 1990): 75-84.

_______. Inspiración y Canonicidad de la Biblia: Un Estudio Exegético e Histórico. Grand Rapids: Zondervan, 1989.

Kline, Meredith G. La Estructura de Autoridad Bíblica. Grand Rapids: Eerdmans, 1972.

Leiman, S.Z. La Canonización de las Escrituras Hebreas: Evidencias del Talmud y del Midrash. Hamden, Connecticut: Archon, 1976.

McRay, J.R. "El Canon de la Biblia de" en IBD pp. 140-41.

Bruce M. Metzger, El Canon del Nuevo Testamento: su Origen, Desarrollo y Significado. Oxford: Clarendon; y Nueva York: Oxford University Press, 1987.

Packer, J.I. "Las Escrituras." NDT 627-31.

Herman Ridderbos N. La Historia Redentora y la Escrituras del Nuevo Testamento. Anteriormente, la Autoridad de las Escrituras del Nuevo Testamento. 2d rev. ed. Trans. Por H.D. Jongste. Rev. Por Richard B. Gaffin, Jr. Phillipsburg, N.J.: Presbiteriana y Reformada en 1988.

Westcott, Brooke Foss. La Biblia en la Iglesia: Un Relato Popular de la Colección y de la Recepción de las Sagradas Escrituras en las Iglesias Cristianas. Primera ed. con alteraciones. Londres: Macmillan, 1901.

Zahn, Theodor. Geschichte des Neutestamentlichen Kanons. 2 vols. Erlangen: Deichert, 1888-90. Ed. Reimprimida, Hildesheim y Nueva York: Olms, 1975.

PASAJES DE LAS ESCRITURAS DE MEMORIA

Hebreos 1:1-2: Dios ha hablado por su Hijo Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.

HIMNO

"Oh VERBO ENCARNADO"

Oh, Verbo encarnado, oh, celestial Verdad, Sabiduría eterna, luz en la oscuridad, Te loamos por tu Libro que luz eterna da; Cual lámpara divina su luz siempre dará.

Oh Cristo, a tu Iglesia legaste este don, Que cual brillante faro provee dirección. Es tu Palabra caja de joyas sin igual; Pintura que retrata tu imagen celestial.

Delante de tu pueblo cual estandarte va; Al mundo envuelto en nieblas sus rayos puros da; Es brújula, y carta que en tormentosa mar, Por todos los peligros a Cristo saben guiar.

Haz que tu Iglesia sea lumbrera, oh Señor, Que brilla en las naciones con santo resplandor; Enseña al peregrino a guiarse por tu luz, Seguro, hasta verte en gloria, oh Jesús.

Autor: William Walsham How, 1867

3:1 Ver Meredith Kline, La Estructura de la Autoridad Bíblica (Grand Rapids: Eerdmans, 1972), esp. pp. 48-53 y 113-30.

3:2 Para otros pasajes que ilustran el crecimiento de la colección de la palabra escrita de Dios ver 2 Cron. 9.2912.1513.22Isa. 30.8Jer. 29.136.1-3245.151.60Ezeq. 43.11Dan. 7.1Hab. 2:2. Las adiciones fueron generalmente a través de la agencia de un profeta.

3:3 Ver "Cronología del Antiguo Testamento", en IBD 1:277.

3:4, Que “el Espíritu Santo” sea principalmente una referencia a la profecía de autoridad divina se desprende tanto del hecho de que el BAT QOWL (H1426 + H7754, una voz del cielo) es visto como un sustituto de ella, y a partir del uso frecuente de “el Espíritu Santo” para referirse a la profecía en otros lugares de la literatura rabínica.

3:5 Ver Roger Nicole, "El Uso Nuevo Testamento acerca del Antiguo Testamento", en el Apocalipsis y la Biblia, ed. Carl F.H. Henry (Londres: Tyndale Press, 1959), pp. 137-41.

3:6 Judas 14-15 cita a 1 Enoc 60.8 y 1.9, a Pablo, y al menos dos veces cita a autores griegos paganos (ver Hechos 17.28Tito 1.12), pero estas citas son más para fines de ilustración que para evidencia. Las obras nunca son introducidas con una frase como "Dios dice" o "dice la Escritura", o "Escrito está", frases que implican la atribución de autoridad divina a las palabras citadas. (Cabe señalar que ni 1 Enoc ni los autores citados por Pablo son parte de los Libros Apócrifos.) Tampoco Ninguno de los Libros Apócrifos es mencionado en el Nuevo Testamento.

3:7 los Libros Apócrifos incluyen los siguientes escritos: 1 y 2 Esdras, Tobías, Judith, el resto de Esther, la sabiduría de Salomón, Eclesiástico, Baruc (incluyendo la Epístola de Jeremías), el Canto de los Tres Hijos Santos, Susana, Bel y el Dragón, la Oración de Manasés, y 1 y 2 Macabeos. Estos escritos no se encuentran en la Biblia Hebrea, sino que fueron incluidos con la Septuaginta (la traducción del Antiguo Testamento al Griego, que fue utilizada por muchos Judios de habla Griega en la época de Cristo). Una buena traducción moderna es Los Apócrifos Anotados de Oxford (RSV) ed. Bruce M. Metzger (Nueva York: Oxford University Press, 1965). Metzger incluye introducciones breves y anotaciones útiles a los libros.

3:8 Un estudio histórico detallado de los diferentes puntos de vista de los Cristianos en relación con la Apócrifos se encuentra en F.F. Bruce, El Canon de las Escrituras (Downers Grove, Ill.: InterVarsity Press, 1988), pp 68-97. Un estudio incluso más detallado se encuentra en Roger Beckwith, El Canon del Antiguo Testamento de la Iglesia del Nuevo Testamento y sus Antecedentes a Principios del Judaísmo (Londres: SPCK de 1985, y Grand Rapids: Eerdmans, 1986), esp. pp. 338-433. El libro de Beckwith ahora se ha establecido como la obra definitiva sobre el canon del AT. En la conclusión de su estudio Beckwith dice, “la inclusión de varios Apócrifos y del Pseudoepígrafo en el canon de los primeros Cristianos no se llevó a cabo de cualquier manera acordada, o al primer período, sino que se produjo en el Cristianismo gentil, después de la ruptura de la iglesia con la sinagoga, entre aquellos cuyo conocimiento del canon Cristiano primitivo se está volviendo borroso.” Concluye “Sobre la cuestión de la canonicidad de los libros Apócrifos y del Pseudoepígrafo, la verdadera evidencia Cristiana primitiva es negativa" (págs. 436-37).

3:9 De Eusebio, Historia Eclesiástica 4.26.14. Eusebio, escribiendo en el año 325 d.c., fue el primer gran historiador de la iglesia. Esta cita es de la traducción por Kirsopp Lake, Eusebio: La Historia Eclesiástica dos vols. (Londres: Heinemann; y Cambridge, Mass.: Harvard, 1975), 1:393.

3:10 Eso es, 1 Samuel, 2 Samuel, 1 Reyes y 2 Reyes.

3:11 Esto no se refiere al libro Apócrifo llamado Sabiduría de Salomón, sino que es simplemente una descripción más completa de los Proverbios. Eusebio señala en 4.22.9 que los proverbios son llamados comúnmente Sabiduría por los escritores antiguos.

3:12 Esdras incluiría tanto a Esdras como a Nehemías, de acuerdo con una forma hebrea común de referirse a los libros combinados.

3:13 Por alguna razón, había dudas acerca de la canonicidad de Esther en algunas partes de la iglesia primitiva (en el Este, pero no en el Oeste), pero las dudas fueron finalmente resueltas, y el uso Cristiano finalmente se hizo uniforme con el punto de vista Judío, el cual siempre había contado a Ester como parte del canon, aunque había existido oposición de ciertos rabinos por sus propias razones. (Ver la discusión del punto de vista Judío en Beckwith, Canon, pp. 288-97).

3:14 Eusebio, Historia Eclesiástica 6.15.2. Orígenes murió alrededor del año 254 d.c. Orígenes nombra todos los libros del presente canon del Antiguo Testamento, excepto los doce profetas menores (que serían contados como un solo libro), pero esto deja su lista de “veintidós libros” incompleta a veintiuno, por lo tanto, al parecer la cita de Eusebio está incompleta, por lo menos en la forma en que la tenemos hoy en día. <\p>

3:15 Atanasio, Carta 39 de Nicea y Padres Posteriores a Nicea 2da ser., ed. Philip Schaff y Henry Wace (Grand Rapids: Eerdmans, 1978), vol. 4: Atanasio pp. 551-52.

3:16 Ver Metzger, Apócrifos pp. xii – xiii. Metzger observa que ninguno de los primeros padres de la iglesia Latinos y Griegos que citaron a los Apócrifos como Escrituras conocían a ningún Hebreo. Beckwith, Canonpp. 386- 89, argumentan que los testimonios de los escritores Cristianos que citan a los Apócrifos como Escrituras son mucho menos extensos y menos significativos de lo que los estudiosos afirman con frecuencia que sean.

3:17 E.J. Young, "El Canon del Antiguo Testamento", en el Apocalipsis y en la Biblia, pp. 167-68.

3:18, Se debe señalar que los Católicos usan el término deuterocanónico en lugar de apócrifo para referirse a estos libros. Ellos entienden que esto significa “más adelante añadido al canon" (el prefijo deutero - significa "segundo").

3:19 algunos libros del Nuevo Testamento (Marcos, Lucas, Hechos, Hebreos, y Judas) no fueron escritos por los apóstoles sino por otros estrechamente relacionados con ellos y aparentemente autorizados por estos últimos: véase la discusión más adelante, pp. 62-63.

3:20 Esta es mi propia traducción de la última frase de 1 Cor. 2:13: ver Wayne Grudem, "Escrituras de Auto testimonio", en las Escrituras y la Verdad ed. D.A. Carson y John Woodbridge (Grand Rapids: Zondervan, 1983), p. 365, n. 61. Sin embargo, esta traducción no es crucial para el punto principal: a saber, que Pablo habla palabras enseñadas por el Espíritu Santo, un punto que se afirma en la primera parte del verso, sin importar cómo se traduzca la segunda mitad.

3:21 Alguien podría objetar que Pablo podría estar citando una tradición oral de las palabras de Jesús, más que el Evangelio de Lucas, pero es dudoso que Pablo pudiera llamar a cualquier tradición oral ‘Escritura’, ya que la palabra (Gr. grafh /, G1210, “escribir”) siempre está en uso en el Nuevo Testamento aplicada a los textos escritos, y debido a la estrecha relación de Pablo con Lucas es muy posible que él citara el evangelio escrito de Lucas.

3:22 El mismo Lucas no era un apóstol, pero a su Evangelio aquí se le concede una autoridad igual a la de los escritos apostólicos. Al parecer, esto era debido a su estrecha asociación con los apóstoles, especialmente con Pablo, y el respaldo de su evangelio por un apóstol.

3:23 Para una defensa de la visión tradicional de la autoría de los escritos del Nuevo Testamento, véase Donald Guthrie, Introducción al Nuevo Testamento (Downers Grove, Illinois: InterVarsity Press, 1970).

3:24 Jacobo parece ser considerado apóstol en 1 Cor. 15.7 y Gal. 1.19. Él también cumple funciones apropiadas de un apóstol en Hechos 12.1715.1321.18Gal. 2.912: véase la pág. 908 a continuación.

3:26 La declaración de Orígenes es citada en la Historia Eclesiástica de Eusebio, 6.25.14.

3:27 Por supuesto, esto no quiere decir que todo lo que un apóstol escribía, incluyendo incluso las listas de compras y los recibos de transacciones comerciales, serían consideradas Escrituras. Estamos hablando aquí de escritos realizados cuando actuaban bajo el papel de un apóstol y les daban instrucciones a las iglesias apostólicas y para los Cristianos (tales como Timoteo o Filemón). <\p>

3:28 No discuto en este punto la cuestión de las variantes textuales (es decir, las diferencias en las palabras individuales y en las frases que deben encontrarse entre las muchas copias antiguas de las Escrituras que aún existen). Esta cuestión se trata en el capítulo 5, pp. 96-97.

3:29 Esto es, por supuesto, no para afirmar la noción imposible que Dios preserva providencialmente cada palabra en cada copia de cada texto, sin importar lo descuidado del copista, o que él debe proporcionarle milagrosamente a cada creyente una Biblia al instante. Sin embargo, esta consideración del cuidado fiel de Dios por sus hijos sin duda nos debe hacer estar agradecidos de que en la providencia de Dios no hay significativamente una variante textual atestiguada que pudiera cambiar cualquier punto de la doctrina o de la ética Cristiana, por lo que el texto ha sido transmitido y conservado fielmente. Sin embargo, hay que decir claramente que hay una serie de palabras que difieren en los diferentes manuscritos antiguos de la Biblia que se conservan en la actualidad. Estas se denominan “variantes textuales.” La cuestión de las variantes textuales dentro de los manuscritos sobrevivientes de los libros que pertenecen al canon se discute en el capítulo 5, pp. 96-97.

3:30 Una encuesta reciente muy útil de este campo es David Dunbar, “El canon Bíblico,” en Hermenéutica, Autoridad, y Canon ed. DA Carson y John Woodbridge (Grand Rapids: Zondervan, 1986), pp 295-360. Además, tres libros recientes son de tan excelente calidad que definirán el debate sobre el canon por muchos años venideros: Roger Beckwith, El Canon de la Iglesia del Antiguo Testamento del Nuevo Testamento y sus Antecedentes a Principios del Judaísmo (Londres: SPCK, 1985 y Grand Rapids: Eerdmans, 1986); Bruce Metzger, el Canon del Nuevo Testamento: su Origen, Desarrollo y Significado (Oxford: Clarendon; Nueva York: Oxford University Press, 1987); y F.F. Bruce, El Canon de las Escrituras (Downers Grove, Illinois: InterVarsity Press, 1988).

3:31 Este documento no fue escrito por el apóstol Tomás. Opiniones actuales de los expertos lo atribuyen a un autor desconocido del siglo II d.c. quien utilizó el nombre de Tomás.

3:32 Es apropiado aquí decir una palabra sobre la escritura llamada Didaché. Aunque este documento no se consideró para su inclusión en el canon durante la historia temprana de la iglesia, muchos estudiosos han pensado que es un documento muy antiguo y algunos hoy lo citan como si se tratara de una autoridad en la enseñanza de la iglesia primitiva al mismo nivel que los escritos del Nuevo Testamento. Fue descubierto por primera vez en 1875, en una biblioteca de Constantinopla, pero probablemente data del siglo I o II d.c. Sin embargo, contradice o les añade a los mandamientos del Nuevo Testamento en muchos puntos. Por ejemplo, se les dice a los Cristianos que dejen que las limosnas suden en sus manos hasta que sepan a quién se las están dando (1.6); la comida ofrecida a los ídolos está prohibida (6.3); las personas están obligadas a ayunar antes del bautismo, y el bautismo debe hacerse en agua que fluye (7.1-4); se requiere ayuno los miércoles y los viernes, pero se prohíbe los lunes y jueves (8.1); Los Cristianos están obligados a practicar la oración del Señor tres veces al día (8,3); las personas no bautizadas son excluidas de la Cena del Señor, y las oraciones desconocidas del Nuevo Testamento son dadas como un patrón para la celebración de la Cena del Señor (9,1-5); a los apóstoles se les prohíbe estar en una ciudad más de dos días (11,5; ¡pero ten en cuenta que Pablo se quedó un año y medio en Corinto y tres años en Éfeso!); los profetas que hablan en el Espíritu no pueden ser probados o examinados (11,7, en contradicción con 1 Cor. 14.29 y 1 Tes. 5:20-21); por último, la salvación requiere perfección (16.2). Ese documento, de autor desconocido, no es una guía fiable para las enseñanzas y las prácticas de la iglesia primitiva.

3:33 Ver R.V.G. Tasker, la Epístola General de Santiago TNTC (Londres: Tyndale Press, 1956), pp. 67-71. Aunque Lutero coloca a Santiago cerca del final de su traducción alemana del Nuevo Testamento, no se excluye del canon, y citó más de la mitad de los versos de Santiago como autoridad en varias partes de sus escritos (ver Douglas Moo, la Carta de Santiago (TNTC Leicester y Downers Grove, Illinois: InterVarsity Press, 1985), p. 18; véase también pp. 100-117 sobre la fe y las obras en Santiago.

3:34 Una buena traducción reciente es Los Apócrifos Anotados de Oxford (RSV), ed. Bruce M. Metzger (Nueva York: Oxford University Press, 1965). También hay una colección de escritos no bíblicos de la época del Nuevo Testamento llamado “Apócrifos del Nuevo Testamento” (ver nota siguiente), pero estos comúnmente son mucho menos leídos. Cuando la gente habla de “los Apócrifos” sin más especificaciones, se refieren sólo a la Apócrifos del Antiguo Testamento.

3:35 E. Hennecke, Apócrifos del Nuevo Testamento ed. W. Schneemelcher; trad. en Inglés. ed. R. McL. Wilson (2 vols.: SCM Press, 1965). También hay que señalar que alguna otra literatura, más ortodoxa de la iglesia primitiva puede encontrarse convenientemente en una colección de escritos que es referida como los “Padres Apostólicos”. Una buena traducción se encuentra en Kirsopp Lago, trad., Los Padres Apostólicos, Biblioteca Clásica Loeb (2 vols.: Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1912, 1913), pero también otras traducciones útiles están disponibles.

 


Last modified: Tuesday, February 13, 2018, 8:52 AM