Creyendo Como Demonios 

por David Feddes

Puedes creer muchas verdades acerca de Dios e irte al infierno. Puedes creer que hay un Dios e irte al infierno. Puedes creer que la Biblia es la Palabra de Dios e irte al infierno. Puedes creer que Jesús es el Hijo de Dios e irte al infierno. Puedes creer que Jesús hizo milagros e irte al infierno. Puedes creer que Jesús murió en la cruz por los pecadores e irte al infierno. Puedes creer que Jesús resucitó de entre los muertos e irte al infierno. Puedes creer que Jesús vendrá nuevamente e irte al infierno. Puedes creer que el cielo es real e irte al infierno. Puedes creer el infierno es real--y terminar yéndote allí.

¿Cómo sabemos que alguien puede creer todas estas cosas e irse al infierno? Porque Satanás y sus demonios creen, y pertenecen al infierno. En Santiago 2:19, la Biblia dice: "Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan" Si creer ciertos hechos acerca de Dios no salva a los demonios, esto no te salvará a ti tampoco.

En el momento en que Santiago escribió esas palabras, había muchas creencias religiosas diferentes flotando, algunas de ellas bastante salvajes. Mucha gente común creía en todo tipo de dioses y de diosas extraños, mientras que algunos intelectuales no creían en Dios. Entonces, las personas que creían en el único y verdadero Dios vieron un gran contraste entre su propia creencia y las creencias de aquellos a su alrededor. Ellos sabían que tenían razón acerca de Dios, y algunos de ellos comenzaron a pensar que estar en lo correcto acerca de Dios los hacía estar bien con Dios. Pensaban que el cielo estaba garantizado para cualquiera que tuviera algunas ideas correctas acerca de Dios. Todavía hoy algunas personas piensan de esta manera.

Dios usa a Santiago para hacer explotar esa burbuja. Tus creencias pueden ser más precisas que lo que algunos de tus vecinos creen, pero si tu fe no tiene nada más que la fe de los demonios, no es una fe viva y salvadora.

¿Esto significa que no es importante tener creencias precisas? No, es muy importante. Si no crees en el único Dios verdadero, si crees en muchos dioses o en ningún Dios en absoluto, estarás perdido. El rechazar la creencia en el Dios verdadero--especialmente si has tenido la oportunidad de escuchar el mensaje de la Biblia--es un error terrible que da lugar a la condenación. Pero aunque es necesario creer en Dios, no es suficiente. Tiene que haber algo más.

Piensa en creencias precisas como los huesos de un esqueleto. Si decimos que algo no está necesariamente vivo y saludable solo porque hay un esqueleto allí, no estamos diciendo en absoluto que los huesos y la estructura esquelética sean malos. Es bueno tener un esqueleto—pero no es lo suficientemente bueno. Cada ser humano tiene un esqueleto, pero no todos los esqueletos son humanos. Así también, todos los que tienen fe salvadora tienen algunas creencias precisas acerca de Dios, pero no todas las personas con algunas creencias precisas sobre Dios tienen una fe salvadora.

Los demonios tienen muchas creencias precisas. Ellos están bien informados. Cuando Jesús comenzó su ministerio, los demonios sabían que él era el Hijo de Dios antes de que la mayoría de la gente lo supiera. Una vez, cuando Jesús estaba enseñando, un hombre poseído por un demonio gritó, “Déjanos; ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Yo te conozco quién eres, el Santo de Dios” (Lucas 4:34). En otra ocasión, Jesús estaba cerca de un cementerio cuando un hombre poseído por muchos demonios se le acercó gritando a pleno pulmón: "¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes" (Lucas 8:28) Jesús expulsó a los demonios y rescató a sus víctimas. Esos eventos muestran el poder de Jesús para vencer a los demonios, pero el punto a tener en cuenta para nuestra discusión actual es que los demonios creen en la deidad y en la autoridad de Jesús. También creen que Jesús tiene poder para enviarlos al infierno, y ellos no quieren ir allí.

Entonces, incluso si crees que Dios es real, incluso si crees algunos hechos básicos acerca de Jesús, incluso si no quieres ir al infierno, no hay nada en tu fe que la distinga de la fe de los demonios. Si ese es el alcance de tu creencia, no tienes una razón válida para pensar que no terminarás en el "fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles" (Mateo 25:41).

Cualquier creencia o sentimiento que tengas que los demonios también tengan no puede tomarse como una señal segura de la gracia de Dios en tu vida. De hecho, hay una percepción en la que es peor tener creencias precisas sin realmente confiar en Dios y amarlo que conocer muy poco o nada de la verdad. Cuantos más datos conozcas de Dios sin amarlo, más serás como los demonios. No estás más seguro de la salvación de lo que ellos lo están.

Satanás el Erudito

Los demonios conocen más hechos acerca de Dios que cualquiera de nosotros, y el demonio más entendido de todos es el mismo Satanás. Satanás es un excelente erudito. Él tiene un intelecto brillante y la mejor formación posible.

Antes de que se revelara contra Dios, Satanás era un espléndido arcángel con poderes asombrosos, incluida una mente poderosa. Cuando Satanás se rebeló, se volvió malvado, pero todavía tiene muchos de sus poderes. No se ha vuelto mentalmente lento u olvidadizo. Él no podría idear tantos esquemas inteligentes si no fuera inteligente. Satanás es más inteligente que cualquier genio humano.

También ha tenido una mejor formación en teología que cualquier ser humano sobre la faz de la tierra. En palabras de Jonathan Edwards, Satanás fue "educado en la mejor escuela de divinidad del universo, el cielo de los cielos". ¿Qué seminario o universidad podría proporcionar una formación más completa en las cosas de Dios que la que Satanás ha tenido? Como arcángel, Satanás pasó siglos en la presencia de Dios, por lo que conoce el poder de Dios, su sabiduría, su justicia, su majestad en formas que nosotros no conocemos. Él sabe que Dios es la Trinidad, una unión eterna de Padre, Hijo y Espíritu Santo. Satanás tiene un conocimiento más detallado y preciso acerca de las características de Dios que cualquiera de nosotros.

Él también tiene un conocimiento excelente de muchas de las acciones de Dios. Junto con los otros ángeles, Satanás estuvo presente cuando Dios creó el mundo y las estrellas, por lo que sabe exactamente cuándo y cómo el Señor creó la tierra y el cielo, las plantas, los animales y a las personas. Satanás sabe mucho acerca de las acciones de Dios en la vida y obra de Jesucristo. Él vio a Jesús nacer, lo vio crecer, y mantuvo un registro de cada movimiento de Jesús en cada momento que Cristo vivió en la tierra. Vio a Jesús morir y fue testigo de su resurrección. Satanás también conoce el contenido de la Biblia. Cuando tentó a Jesús, Satanás citó las Escrituras. Él probablemente conoce todos los versículos de la Biblia.

Satanás el erudito conoce más hechos acerca de Dios, más acerca de la creación, más acerca de la salvación, más acerca de Jesús, más acerca de la Biblia, más sobre el cielo y—para su desaliento—más acerca del infierno de lo que cualquiera de nosotros aquí en la tierra pudiera conocer. Satanás y sus demonios pueden difundir mentiras negando la existencia de Dios, negando la actividad del Creador, negando que la Biblia es la Palabra de Dios, negando que Jesús es Dios, negando la Trinidad, negando que la sangre de Jesús es la base de la salvación, negando que el cielo y el infierno es real. Pero aunque los demonios tratan de engañar a las personas sobre todos estos asuntos, ellos mismos no creen estas mentiras por un momento. Conocen muy bien los fundamentos de una buena enseñanza cristiana, y creen en estos hechos básicos sin ninguna duda. De hecho, la creencia de los demonios es tan precisa, fuerte y viva que los hace temblar—¡y hace falta mucho para hacer temblar a los demonios!

Si la fe salvadora fuera simplemente una cuestión de contar con una mente llena de hechos, entonces Satanás y sus demonios se salvarían. De hecho, la fe de los demonios sería considerada mayor que la fe de cualquier ser humano, ya que los demonios saben mucho. Pero en realidad los demonios no se salvan en absoluto. Son los peores enemigos de Dios, condenados a los peores castigos del infierno, prueba de que la creencia correcta no es suficiente para salvar a nadie.


Ponte a Prueba

Muchas personas preferirían no escuchar tales cosas, y muchos predicadores preferirían no decir tales cosas. Muchos son demasiado racionalistas como para pensar en demonios, demasiado autosuficientes como para preocuparse por el infierno, demasiado sentimentales como para temer que Dios los castigue y demasiado descuidados como para probar sus corazones con cuidado. Es más fácil suponer que todos nos dirigimos al cielo, independientemente de cómo somos. Pero eso no es verdad. Muchos se dirigen al infierno.

No podemos simplemente asumir que estamos bien con Dios. Debemos ponernos a prueba. La Biblia insta, "Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?" (2 Corintios 13:5).

La verdadera religión no es solo cuestión de tener opiniones correctas. Ser un cristiano genuino es tener la vida de Dios dentro de ti. Es poder decir con sinceridad: "Cristo vive en mí" (Gálatas 2:20).

¿Pero cómo puedes saber si Jesucristo está en ti? No puedes basar tu seguridad solo en creencias correctas. Puedes creer todo tipo de cosas verdaderas sobre Jesús y, sin embargo, no tener más vida de Cristo en ti que un demonio.

Para tener fe salvadora--una fe que te conecte con Cristo y que te asegure la vida eterna--tu fe debe ser diferente de la fe de los demonios.   Pero, ¿cómo debe ser diferente?   ¿Qué hay acerca de esa fe salvadora que te distingue de la fe de aquellos que tienen toda clase de creencias precisas acerca de Dios, pero que se dirigen al infierno?

¿Cuáles son las señales seguras de la gracia de Dios y de la obra salvadora de su Espíritu en tu vida? Una actitud piadosa y acciones piadosas. La verdadera fe se basa en una actitud hacia Dios que es diferente de la actitud de los demonios, y esta actitud se muestra en acciones que son diferentes de las acciones de los demonios.


Actitud Piadosa

La actitud de la fe salvadora es deleitarse en Dios, regocijarse en que Dios es quien es, ver belleza en la santidad y en la pureza de Dios, gloriarse en las cosas maravillosas que él ha hecho en Jesús, deleitarse en la dulzura de las verdades reveladas en la Biblia, y sobre todo tener una satisfacción suprema en todo lo que Dios es para ti en Jesucristo.

Esto no es solo una cuestión de sentirse feliz porque piensas que has sido salvado del infierno. Es una cuestión de encontrar al Señor abrumadoramente atractivo, de desear estar con él y disfrutar de él para siempre, de valorarlo y atesorarlo mucho más que a cualquier persona o cosa en tu vida--incluyéndote a ti mismo. La fe salvadora tiene un sentido de la belleza de Dios, un gusto espiritual por la bondad de Dios.

Si tienes este tipo de apetito por las cosas de Dios y el disfrute de la bondad de Dios en Cristo, entonces tu fe es una fe salvadora que realmente difiere de la fe de los demonios. Los demonios saben mucho acerca de Dios, pero no ven nada bello, adorable o deseable en lo que saben. Encuentran a Dios repulsivo y aterrador. ¿Por qué? Porque prefieren su propio camino a los caminos de Dios, y saben que Dios insiste en sus caminos.

¿Cómo es posible saber tanto acerca de Dios y de sus caminos y, sin embargo, ser sus enemigos? Bueno, piensa en espías de una agencia de inteligencia enemiga. Estos agentes saben mucho sobre el idioma, la cultura y las costumbres de la nación a la que se oponen, pero todo su conocimiento no cambia por un momento el hecho de que son enemigos. Pueden saber más acerca de la nación que muchos de sus propios ciudadanos leales, pero aunque su cabeza está llena de conocimiento, su corazón es duro y frío hacia su enemigo. Pueden temer un día en el que su bando sea aniquilado y salga a la luz una lista de agentes secretos; pueden temblar ante la idea de ser expuestos y castigados; pero siguen siendo agentes enemigos que sirven a otro poder.

Satanás y sus demonios son una agencia de inteligencia enemiga que quiere socavar el gobierno de Dios. En el fondo, ellos saben que Dios triunfará y que ellos serán aplastados, pero permanecen en oposición a Dios. Por lo tanto, también, las personas que han aprendido mucho en sus cabezas pero que aún se rebelan en sus corazones son parte de la inteligencia del enemigo. Ellos saben mucho, pero en sus corazones no sienten amor por el reino del que tanto saben y permanecen en el lado equivocado.

¿Pero la historia tiene que terminar allí? Supongamos que algunas personas comienzan como agentes enemigos, pero de alguna manera comienzan a cambiar, no solo al aprender más hechos sino al experimentar una nueva actitud. Comienzan a ver y a sentir las cosas de una manera en la que nunca antes lo hicieron. Comienzan a ver la cultura de su enemigo como excelente, noble y satisfactoria, y la suya propia como vacía y podrida. Llegan a admirar al gobernante enemigo y concluyen que sus caminos son los mejores. A medida que obtienen una percepción de su excelencia, también perciben su propio mal. Están desconsolados de poder oponerse a un gobernante tan digno, y lamentan el daño que les han causado a otros en su reino. Deciden confesar sus crímenes y arrojarse a la misericordia del gobernante.

Ahora, incluso si confesaran, aún no tendrían derecho a ser perdonados, pero su actitud sería la opuesta a la de un agente que sigue viviendo como un enemigo, quien tiembla ante la idea de ser atrapado y espera evitar el castigo, pero que no tiene ningún aprecio por el gobernante legítimo y ningún deseo de vivir bajo sus leyes. Si resulta que el gobernante es misericordioso y proporciona una manera de perdonar a los agentes enemigos que cambiaran de opinión, los antiguos enemigos podían confesarse y convertirse en ciudadanos leales y alegres, mientras que los que permanecieran en rebelión aún serían condenados.

Según la Biblia, Satanás y sus demonios están tan endurecidos que están más allá de la posibilidad de tal cambio. Las personas que mueren sin una fe viva también se endurecen más allá del cambio. Pero para las personas que todavía están en la tierra, Dios continúa mostrando su gloria y misericordia en Cristo, y muchos de sus enemigos terminan convirtiéndose en ciudadanos leales a través de una fe viva. Si esto sucede en ti, se trata nada menos que de un renacimiento en tu alma.

En la maravilla del renacimiento, en tu alma surge un nuevo significado de la belleza y de la dignidad de Dios, acompañado de un profundo pesar por oponerse a él y herir a los demás. Sabes que Dios estaría perfectamente bien al castigarte como enemigo, y sin embargo te arrojas sobre su misericordia, pidiéndole que cubra tu maldad con la sangre de Jesús y que no seas contado como su enemigo sino como un ciudadano de su reino e incluso como un miembro de su familia. Tienes un deseo ardiente de conocer mejor a Jesús, de disfrutar su cercanía y de ser más como él. Y debido a que disfrutas tanto de su santidad, odias tu propio pecado y quieres liberarte de él. No solo quieres escapar del castigo por el pecado; quieres escapar del pecado mismo. No solo quieres el perdón de Jesús; quieres a Jesús. Sabes que si tienes todo menos a Jesús, no tienes nada, y que si no tienes nada más que a Jesús, tienes todo. Esta es la actitud de la fe viva, una actitud totalmente diferente a la fe de los demonios. Y la maravilla de todo esto es que Dios realmente perdona, adopta y se entrega a aquellos que acuden a él con este tipo de actitud.

Sin esta actitud de premiar la gloria de Dios y mirar a Jesús como tu Salvador que todo lo satisface, ninguna cantidad de creencias correctas puede salvarte. Para repetir lo que dije antes, las creencias correctas son buenas y necesarias para una fe viva, ya que los huesos de un esqueleto son buenos y necesarios para un cuerpo vivo. Pero las creencias sin una actitud que aprecie a Dios son como huesos sin carne ni vida.


Acciones Piadosas

La fe salvadora difiere de la creencia de los demonios en actitud y también en acción. Una prueba de si un cuerpo está vivo es si hace algo. Si permanece quieto sin movimiento, respiración o pulso detectables, está en estado de coma en el mejor de los casos y probablemente esté muerto. De manera similar, una prueba importante de si tu fe es viva o muerta es si haces algo.

Tus acciones no te hacen estar vivo, pero te hacen mostrar si estás vivo. La Biblia dice que somos salvos por medio de Jesús, no por medio de nuestras propias acciones. El derecho a ser hijo de Dios es un regalo pagado por Cristo; no es algo que ganes. La vida de Dios llega a tu alma a través del Espíritu Santo, no a través de algo que hagas. Pero el hecho de que todo lo que tenemos proviene de Jesús y de su Espíritu no significa que la fe yace como un cadáver, sin hacer nada. Una vez que Jesús te hace vivir por fe, la vida dada por Dios aparece en la forma en que amas a Dios, en la forma en que conduces tu vida personal y en la forma en que te comportas con otras personas. La Biblia dice: "La fe sin obras es muerta" (Santiago 2:26).

Tal vez te has cruzado con la idea de que puedes aceptar a Jesús como Salvador sin honrarlo como Señor. Desde este punto de vista, puedes obtener el perdón y la vida eterna simplemente convenciéndote de que Jesús murió para salvarte, sin someterte a Jesús como tu Señor. Eso es una tontería.

Si no tienes a Jesús como Señor, no lo tienes para nada. No puedes cortar a Jesús en pedazos y tomar una parte etiquetada como "Salvador" y rechazar una parte etiquetada como Señor. La fe verdadera recibe al Cristo completo y cede el yo completo. Jesús no solo pagó el precio por tus pecados. Él pagó el precio por ti. Si él te salva, él es tu dueño. El evangelio no se trata solo de hechos en los cuales creer o de perdón que debe ser recibido. El evangelio es también una belleza digna de ser disfrutada, una majestad para ser adorada y una autoridad para ser obedecida.

Si realmente amas a Dios, te encanta escuchar a Dios hablar en la Biblia. Te encanta hablar con él en oración. Amas adorarlo con otros creyentes. Obedeces los mandamientos de Dios y buscas complacerlo. Amas a otras personas por medio del amor de Cristo, los tratas justamente, ayudas a los necesitados, los perdonas como tú has sido perdonado, y haces a los demás lo que quisieras que ellos te hicieran. Si tienes una fe viva, odias el pecado, luchas contra ello y buscas ser santo en todo lo que haces. Estas acciones de fe viva son totalmente diferentes a las acciones de los demonios.

Creciendo en Gracia

¿Esto significa que tus actitudes y acciones serán perfectas si tienes la vida de Dios en ti? No—si has nacido de Dios, conoces tu pecaminosidad. Pero sigues creciendo en gracia y en tu habilidad para vencer el pecado. Un niño puede estar vivo sin haber crecido por completo. Puedes ser un hijo vivo de Dios y, sin embargo, no ser completamente maduro y sin pecado. Incluso si Cristo vive en ti, tienes una naturaleza pecaminosa que debe seguir marchitándose y una naturaleza espiritual que debe seguir creciendo.

Una pegatina para el parachoques dice: "Los cristianos no son perfectos, solo son perdonados". Hay un elemento de verdad en eso, pero puede ser engañoso. Los cristianos no somos perfectos, ya que estamos creciendo y cambiando. No estamos simplemente atrapados en la misma vieja rutina pecaminosa. No solo somos perdonados, sino que también estamos siendo transformados en nuestras actitudes y acciones. Si no hay crecimiento y transformación, no tenemos ninguna razón para pensar que pertenecemos a Cristo en absoluto. La gracia de perdón de Dios siempre está acompañada por la gracia transformadora de Dios. Cada persona salva está creciendo en gracia.

¿Tienes una fe viva? ¿Ves evidencia de que Cristo está en ti y creces en la gracia? Pon a prueba tu actitud y tus acciones.

¿Tu actitud está viva con un gusto por la excelencia de Dios? ¿Atesoras todo lo que Dios es para ti en Cristo Jesús? ¿Disfrutas del Señor y depositas tu confianza en él?

¿Y qué hay de tus acciones? No te concentres solo en una experiencia pasada sino en la conducta presente. ¿Tu patrón actual de comportamiento muestra que estás vivo en Cristo? Todavía no eres perfecto, por supuesto, pero ¿tus acciones demuestran que estás creciendo en amor y en santidad?

Revisa tus signos vitales. Verifica tu actitud y tus acciones. ¿Tu fe es realmente viva, o simplemente crees en la forma en que los demonios creen?

Si no tienes la vida de Dios dentro de ti, necesitas saber eso—cuanto antes, mejor. La falsa confianza es fatal. Si no puedes detectar evidencia clara de la vida de Dios en ti, no asumas que de todos modos llegarás al cielo. No te engañes a ti mismo. En cambio, reconoce tu situación y defiende la misericordia de Dios y una nueva vida en Cristo.

Si encuentras evidencia sólida de que Cristo vive en ti, entonces alégrate y asegúrate de que Dios es tu Padre. Un cristiano de antaño dijo que preferiría ver las verdaderas marcas de una naturaleza divina en su alma que tener una visión del cielo o que un ángel le dijera que su nombre está escrito en el libro de la vida. No necesitas una experiencia deslumbrante para estar seguro de la salvación. Puedes estar seguro de tu fe por tus frutos.

 

Last modified: Monday, October 8, 2018, 11:12 AM