Los Dones Espirituales 

por David Feddes


 Un ministro anciano, un Niño Explorador y un profesor de ciencias eran los únicos pasajeros en un avión pequeño. Mientras volaban, el motor comenzó a hacer ruidos extraños. El piloto dejó los controles y les dijo a los pasajeros: "Este avión está descendiendo. Solo tenemos tres paracaídas, y somos cuatro. Yo debo tener un paracaídas, ya que tengo una esposa y niños pequeños que me necesitan. Cogió una mochila, se la ató a la espalda y saltó.

Eso dejó a tres personas con solo dos paracaídas. El profesor de ciencias se puso de pie de un salto y dijo: "Yo debo tener un paracaídas. Soy el hombre más inteligente del mundo. Mi trabajo beneficia a toda la raza humana. La humanidad me necesita". El científico agarró una mochila, se la ató a la espalda y saltó.

Eso dejó al anciano predicador y al Niño Explorador. El viejo pastor miró al niño y dijo: "No estoy ansioso por morir, pero he tenido una vida plena y estoy listo para encontrarme con Dios. Eres joven y quiero que sigas viviendo. Ten, toma el último paracaídas, y yo descenderé con el avión".

El niño respondió: "Relájate, reverendo. Todavía nos quedan dos paracaídas. El hombre más inteligente del mundo acaba de saltar del avión con mi mochila".

Nos gusta esa vieja broma porque no nos caen bien las personas que piensan demasiado bien de ellas mismas. No nos gusta que alguien presuma que es el más listo del mundo. Se ha dicho: "El orgullo es la única enfermedad conocida por el hombre que enferma a todos, excepto el que la padece". No podemos soportar a alguien que cree que su personalidad y talentos lo hacen superior a los demás. Cualquiera que piense que el mundo no puede seguir sin él, que es absolutamente indispensable, debería recordar el comentario de Charles De Gaulle: "Los cementerios están llenos de hombres indispensables".

Conócete a Ti Mismo

Algunos de nosotros pensamos demasiado bien de nosotros mismos, pero otros tienen el problema opuesto. Tenemos una opinión baja de nuestros talentos. No creemos que tengamos ningún don especial, ningún gran propósito. Intentamos contentarnos con un ingreso decente y con placeres simples. Tenemos poco sentido de dones o de llamados sobrenaturales. Tenemos poca visión para hacer una diferencia en las vidas de otras personas.

Esto no es lo que Dios quiere para nosotros. Dios no quiere que nos sintamos vacíos e inútiles. Dios quiere que experimentemos el poder de su Espíritu, que recibamos y reconozcamos sus dones especiales, que pongamos esos dones a trabajar para el beneficio de los demás, y que veamos los dones de los demás y nos beneficiemos de ellos.

Para que esto suceda, debemos conocernos a nosotros mismos. Dios no quiere que tengamos una opinión demasiado alta de nosotros mismos o un punto de vista demasiado bajo de nosotros mismos. Él quiere que tengamos un punto de vista preciso para vernos tal como somos. En Romanos 12:3, la Biblia dice: "no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno".

Si piensas demasiado de ti mismo, no verás tu necesidad del poder de Dios; estarás demasiado autosatisfecho como para apuntar más alto. No verás tu necesidad del talento de otras personas; serás demasiado autosuficiente como para admitir que los necesitas.

Por otro lado, si piensas muy poco de ti mismo, no verás el potencial que Dios te ha dado, y no verás cómo puedes bendecir a otros y ayudarlos a alcanzar un nivel más alto de alegría y de fortaleza. Para convertirte en lo que se supone que eres, aprovechar al máximo tu vida y marcar la diferencia en la vida de otras personas, debes conocerte a ti mismo como Dios te conoce.

Cuando Dios le dijo a Moisés que hablara con Faraón y que sacara a los israelitas de Egipto, Moisés dijo que no podía hacerlo. No creía que tuviera los dones necesarios para liderar o para hablar. El Señor respondió que él es quien le da a cada persona sus habilidades o discapacidades y que si él estaba enviando a Moisés, eso significaba que Moisés podría hacerlo. Incluso entonces, Moisés se negó. Dios se enojó francamente con Moisés por ser tan reacio y por tener tan poco concepto de sus habilidades. Finalmente, el Señor hizo que Moisés fuera con su hermano Aarón, y Moisés resultó ser un gran líder y comunicador.

Jeremías era un hombre joven con una opinión demasiado baja de sí mismo. Cuando Dios lo designó como un profeta para las naciones, Jeremías objetó, "¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande" (Jeremías 1:5-7). Jeremías se convirtió en un poderoso profeta para Dios.

No pienses menos de lo que Dios piensa de ti. Si Dios te ha dado dones, no digas que no tienes suficiente talento para cumplir el llamado de Dios.

Y si Dios te ha perdonado, te ha transformado y te ha llamado a trabajar para él, no digas que eres demasiado malo para llevar a cabo la obra de Dios. No te quedes atrapado en una autoimagen negativa basada en lo que solías ser. Aprende del apóstol Pablo. En un momento odiaba a Cristo y mataba a los cristianos. Pero Jesús lo cambió, lo llenó del Espíritu Santo y le dio dones y talentos para ser misionero y maestro. Pablo nunca negó su pasado malvado: se llamó a sí mismo el peor de los pecadores y dijo que no merecía ser apóstol. Pero, ¿permitió Pablo que su pasado pecaminoso lo detuviera? No, trabajó más por Jesús que nadie y dijo: "Por la gracia de Dios, soy lo que soy" (1 Corintios 15:10). No te quedes atascado en la culpa por tu pasado pecaminoso; vive en la gracia y en los dones de Dios para tu presente y para tu futuro.

Recibiendo el Espíritu Santo

El autoconocimiento comienza con una evaluación sana y espiritual. Es por eso que las Escrituras dicen: "Piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno". ¿Tienes alguna fe en absoluto? ¿Conoces a Jesucristo como tu Señor y Salvador, o Jesús es solo una palabra, pero no una realidad viva para ti? Jesús dice: "separados de mí nada podéis hacer" (Juan 15:5). Cristo es la única fuente de vida y de poder. ¿Tienes una fe viva y una relación sana con él? Se honesto. ¿Estás conectado con Cristo?

Si respondes que sí y dices que sí crees en Dios y que le pertenece a Jesús, otra pregunta es: "¿Recibiste el Espíritu Santo cuando creíste?" La Biblia habla de un grupo de personas que escucharon y aceptaron algunas verdades acerca de Dios, pero seguían fallando mucho. Cuando San Pablo se encontró con estas personas, la primera pregunta que él les hizo para comprender su condición fue: "¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo".

No era normal que los seguidores de Jesús no hubiesen recibido el Espíritu Santo y que ni siquiera supieran acerca de él, por lo que Pablo siguió investigando. Descubrió que estos eran discípulos precristianos que seguían las enseñanzas de Juan el Bautista pero que no conocían el evangelio completo. Nunca habían recibido el bautismo cristiano. Cuando Pablo escuchó esto, explicó:

"[Juan el Bautista] bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo".

Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban. (Hechos 19:1-6).

Por fin estaban experimentando un cristianismo normal y saludable: el poder del Espíritu Santo era evidente en ellos, y estaban haciendo uso de los dones espirituales que el Espíritu Santo les estaba dando.

No todos los que tienen el poder del Espíritu Santo hablarán en lenguas o profetizarán, pero cada persona llena del Espíritu experimentará un empoderamiento definitivo y recibirá dones espirituales (talentos y habilidades) para servir a Dios y para edificar a los demás. El Espíritu Santo no es solo una doctrina que informa sino una persona que empodera y equipa. La Biblia dice: "El reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder" (1 Corintios 4:20). El Espíritu Santo está vivo y activo. Su poder entra en tu experiencia. Sus dones brillan en tu vida.

Así como Pablo les preguntó a esas personas hace mucho tiempo, déjame preguntarte: ¿has recibido el Espíritu Santo? Si no estás seguro de cómo responder a eso o si dices: "ni siquiera he oído si hay Espíritu Santo", volvamos a preguntas aún más básicas: ¿Crees en Jesús como la revelación completa y definitiva de Dios, como aquel que quita los pecados del mundo? ¿Te has arrepentido de tus pecados? ¿Has sido bautizado en su nombre y en su iglesia? Si no, hazlo. La Biblia dice: "Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo" (Hechos 2:38).

Si pasas de la incredulidad a la creencia, si pasas de ignorar a Dios a querer conocerlo mejor, significa que el Espíritu Santo ya está viviendo en ti, guiando tu mente y redirigiendo tus deseos. Tu habilidad para creer en Jesús y buscar el rostro de Dios es un maravilloso regalo de Dios, pero hay más, mucho más. El Espíritu Santo también te hace parte del cuerpo de Cristo y de su misión en el mundo. El Espíritu Santo te fortalece con el poder de Jesús y te capacita con las habilidades de Jesús.

Algunas personas sienten esto casi desde el primer momento en que llegan a la fe en Cristo; otros lo descubren en una experiencia que viene después. No importa si el empoderamiento llega a ti de una sola vez o como una experiencia posterior o como una serie de experiencias. Lo que importa es que te conviertas en una persona llena del Espíritu, fuerte en su energía, dotada de sus habilidades. ¿Has experimentado el poder definitivo del Espíritu Santo? ¿Percibes una presencia y poder obrando en ti? ¿Has recibido habilidades del Espíritu? ¿Estás poniendo a trabajar esos dones?

Utilizando Tus Dones

A medida que obtienes una verdadera medida de ti mismo en función del nivel de tu fe, también necesitas ver cómo tu personalidad y tus dones encajan en el panorama general. Si eres cristiano, no estás solo. Eres parte de un cuerpo más grande. Romanos 12 dice,

Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría. (Romanos 12:4-8)

En resumen, ¡cualquier don que tengas, úsalo! Cuando te vueles cristiano, necesitas los dones de otros cristianos en la iglesia, y ellos necesitan tus dones.

Podrías pensar que las cosas en las que eres bueno no son tan importantes para la iglesia como las cosas en las que otras personas son buenas. Puedes admirar a personas con un don para el liderazgo y pensar que la iglesia necesita su visión y guía mucho más de lo que necesita de ti. Puedes tener la habilidad de darte cuenta cuando las personas se sienten mal, de darles un brazo y decirles algunas palabras para levantarles el ánimo, pero quizás pienses: "¿A qué equivale eso?" ¡Esto equivale a mucho! Tienes el don del aliento. Si la iglesia fuera todo acerca de líderes y visionarios sin ningún aliento sensible, las personas pronto se consumirían.

Puedes pensar que las profecías, milagros o hablar en lenguas son mucho más sobrenaturales y espirituales que ayudar a alguien a cuidar a un niño discapacitado o limpiar una casa para una madre con exceso de trabajo con niños pequeños o hacer tareas para personas mayores que no son lo suficientemente fuertes como para mantener su casa. Pero si tienes dones de ayuda y de misericordia, usa esos dones y serás una bendición más grande de lo que las palabras pueden describir.

Si eres bueno en los negocios, inviertes y ganas dinero, puedes disfrutar de lo que haces, pero aun así desearías ser tan "espiritual" como un predicador o maestro cuyo trabajo a tiempo completo es estudiar y compartir la verdad bíblica. Pero no pases por alto tu propio don espiritual. Si tienes la capacidad de producir riqueza y un corazón para compartirla, tienes el don espiritual de contribuir, y puedes ayudar a los necesitados y financiar la obra de los misioneros y maestros. Ya cuando Jesús y los apóstoles predicaban y hacían milagros, no lo estaban haciendo solos. Tenían partidarios generosos que pagaban sus cuentas y ayudantes humildes que se ocupaban de las necesidades diarias.

Esos son sólo algunos ejemplos. Cualesquiera que sean tus dones, haz aquello en lo que eres bueno. Usa los talentos que tienes.

No desprecies los dones espirituales que Dios te ha dado. La Biblia dice: "El cuerpo no es un solo miembro, sino muchos. Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo?" (1 Corintios 12:14-15). Imagina un pie dando vueltas y no haciendo nada porque está deprimido porque no es una mano y no puede hacer lo que hace la mano. El pie no pone comida en la boca; la mano lo hace. El pie no agarra y levanta cosas; la mano lo hace. El pie no escribe ni dibuja; la mano lo hace. El pie triste se siente inútil y gime: "No puedo hacer lo que hace la mano". Soy solo un pie pobre y bueno para nada. Bien podría ser cortado; el cuerpo no me necesita de todos modos, y realmente no soy parte de eso". ¿No sería tonto? Claro, un pie no puede hacer lo que hace una mano, pero ¿quiénes querríamos caminar o correr en lugares sobre nuestras manos? Los pies son cosas poderosas con las cuales contar.

Ahora, si es ridículo que un pie se sienta inútil porque no es una mano, ¿no es tan ridículo que un miembro del cuerpo de Cristo se sienta inútil porque no es como un miembro diferente? Si eres cristiano pero crees que la iglesia puede estar bien sin ti, piénsalo dos veces. Cada parte es importante. Cada parte del cuerpo de Cristo está allí para un propósito. "Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso. Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo" (1 Corintios 12:18-20).

Valorando los Dones de Otros

El cuerpo de la iglesia te necesita y tú necesitas a la iglesia. Tus dones bendicen a los demás, y sus dones te bendicen. Es incorrecto pensar que tus dones son tan poco importantes que nadie más te necesita, pero también es incorrecto pensar que tus dones son tan fabulosos que no necesitas a nadie más. Como dice la Biblia, "Ni el ojo puede decir a la mano: no te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: no tengo necesidad de vosotros" (1 Corintios 12:21)

Sería una locura que una parte del cuerpo intentara vivir sin todas las demás; es igual de loco que afirmes pertenecer a Jesús sin ser parte de una iglesia. Tal vez eres una de esas personas que dicen: "Puedo tener una relación con Dios sin ir a la iglesia". Bueno, eso no es lo que Dios dice. Dios dice en las Escrituras que si eres cristiano, eres parte del cuerpo de Cristo y no puedes decir que estás solo por tu cuenta sin estar conectado con el resto del cuerpo.

¿Conoces alguna parte del cuerpo que pueda seguir viviendo sin estar conectado a las otras partes del cuerpo? ¿Qué pasaría si un ojo decidiera independizarse, cortarse de la cara e intentar prosperar por sí mismo? Ese ojo perdería instantáneamente su capacidad de ver, y pronto estaría sin vida y descompuesto. ¿Qué pasaría si una cabeza dijera: "Tengo que pensar y organizar todo por aquí, y estaría mejor sin todas esas otras partes del cuerpo retrasándolo todo. Esos pies y todas esas otras partes son solo peso muerto"? Si la cabeza de alguna manera encontrara una manera de separarse del cuerpo, sería una cabeza muerta. Cuando cualquier parte del cuerpo es cortada del cuerpo, esa parte no puede sobrevivir. Muere y se descompone.

Esto es tan cierto para cada parte en el cuerpo de la iglesia. Si le dices al resto del cuerpo de Cristo: "No te necesito; puedo hacerlo bien por mi cuenta", tu alma morirá y decaerá. Para vivir y prosperar, necesitas estar conectado con el cuerpo y necesitas lo que cada parte del cuerpo tiene para ofrecer.

Para conocer a Cristo y recibir su salvación, necesitas a alguien con el don de la evangelización. Para tener una idea general del funcionamiento de Dios en el mundo, necesitas a alguien con el don de la enseñanza. Para resolver la verdad atemporal de las tendencias de mala calidad, necesitas a alguien con el don del discernimiento. Para que un mensaje de Dios se aplique a tu situación y a tu futuro, necesitas a alguien con el don de la profecía. Para seguir adelante cuando te sientes agotado, necesitas a alguien con el don del aliento. Para superar tiempos difíciles, necesitas a alguien con el don de la misericordia. Para alabar a Dios en el canto, necesitas a alguien con dones de música. Para trabajar junto con otros, necesitas a alguien con dones de liderazgo y de administración. Para que se realicen las reparaciones de la iglesia y se cubran los diversas puntos y cabos, se necesita a alguien con dones de ayuda y de servicio. El Espíritu Santo le proporciona a la iglesia estos dones y muchos más, y aunque tú no puedes tener todos los dones, puedes tener acceso a todos ellos al ser parte de un cuerpo de iglesia lleno del Espíritu.

El valor de un don espiritual no depende de cuánto se note. No todos los miembros de la iglesia están al frente durante la adoración del domingo. No todos son líderes en la sala del consejo. Pero todos están dotados por el Espíritu Santo de Dios, incluidos aquellos del fondo. Gran parte de la fortaleza de la iglesia se encuentra en personas tranquilas, constantes y fieles que siguen al Señor que y usan sus habilidades para beneficiar a los demás sin mucha fanfarria.

En un cuerpo, algunas de las partes más importantes son las que nunca ves. ¿Alguna vez has visto tu corazón o tu cerebro, tus huesos o tu hígado? Estas partes están ocultas a la vista del público, pero ¿dónde estarías sin ellas? Tu cabello es algo que miras y retocas todos los días; nunca miras tu páncreas. ¿Eso hace que tu cabello sea más importante que tu páncreas? No, si tu cabello está desordenado, no es gran cosa, pero si tu páncreas falla, mueres. Así también, los miembros de la iglesia que no son glamorosos pueden ser vitales para la vida del cuerpo y merecen un honor especial. "Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba" (1 Corintios 12:24).

Trabajando Juntos

El Espíritu Santo les da diferentes dones y personalidades a diferentes personas, pero él los conecta y los coordina en el poder del amor. Cada vez que el Nuevo Testamento habla de dones espirituales, el amor siempre es enfatizado. Inmediatamente después de que Romanos 12 habla sobre los dones, dice: "El amor sea sin fingimiento... Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros" (v. 9-10).

Justo después de que 1 Corintios 12 habla acerca de los dones espirituales llega el capítulo más grande sobre el amor jamás escrito, 1 Corintios 13, que dice que si tengo dones espirituales increíbles pero no amor, "nada soy... el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece" (v. 1-4). Cuando realmente amamos, no envidiaremos los regalos de los demás y nos avergonzaremos de los nuestros, ni nos jactaremos de nuestros dones y despreciaremos a los demás. En cambio, el amor nos mueve a usar nuestros dones para ayudar a los demás y para disfrutar la manera en la que aquellos a quienes amamos nos bendicen con dones que no tenemos personalmente.

La presencia del Espíritu Santo y el poder del amor unen a personas que de lo contrario caerían en disputas y divisiones. Se cuenta una historia acerca de algunas herramientas en una tienda de carpintería que estaban teniendo una reunión. El Sr. Martillo presidía, pero algunos querían que se fuera porque era demasiado ruidoso. El Sr. Martillo respondió: "Si tengo que irme de esta tienda, el señor Tornillo también tiene que irse. Tienes que darle la vuelta una y otra vez para que logre algo".

El Sr. Tornillo dice, "Me iré si quieres, pero el Sr. Cepillo debe irse también. Él solo trabaja en la superficie; no tiene profundidad".

El Sr. Cepillo habla: "Entonces la Sra. Regla tiene que irse también. Siempre mide a la gente como si solo ella tuviera razón".

La Sra. Regla se queja, "La Sra. Lija no puede permanecer. Ella es muy ruda. Ella siempre está frotando a las personas de la manera incorrecta".

En el medio de esta discusión camina el Carpintero de Nazaret. Él quiere hacer un púlpito desde el cual proclamar su evangelio. Utiliza a Martillo, a Tornillo, a Cepillo, a Regla, a Lija y otras herramientas. Al final del día, él ha hecho un espléndido púlpito. Entonces la Sra. Sierra dice: "Hoy vi que todos somos trabajadores junto con el Señor".

Somos herramientas diferentes en la mano del mismo Señor. Somos diferentes partes del mismo cuerpo. Efesios 4:16 dice: "De [Cristo] todo el cuerpo ... según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor". Así que trabajemos juntos en amor, usando nuestros propios dones y deleitándonos en los dones de cada uno.

Tan importante es el amor en el uso de los dones espirituales que Dios lo repite una y otra vez. Entonces, concluyamos con otro pasaje bíblico donde el amor y los dones espirituales van de la mano. En 1 Pedro 4:8-11, la Palabra de Dios dice,

Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados. Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones. Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén".

 

Preparado originalmente por David Feddes para Ministerios de Regreso a Dios Internacional. Usado con permiso.

 

Last modified: Thursday, August 23, 2018, 7:07 AM