El Bautismo y la Vida Nueva por David Feddes

Cada año, millones de personas en todo el mundo son bautizadas como señal de una nueva vida en Jesucristo. ¿Has sido bautizado? Si es así, ¿Tu bautismo significa algo para ti? ¿Hay algo espiritualmente fresco y vivo acerca de ti? ¿O piensas que tu bautismo es solo un ritual sin ningún impacto real? Si has sido bautizado, debes comprender la importancia de ello.

Si no has sido bautizado, tal vez el tema del bautismo no te interese en absoluto. ¿Pero deberías ignorarlo como una ceremonia que no es para ti? Sería mucho más prudente descubrir más sobre el bautismo y sobre la nueva vida que esto significa.

Un Criminal en un Ataúd

Comencemos con una historia real, la historia de un criminal bautizado en un ataúd. Esto es lo que sucedió según un testigo que visitaba la prisión y vio el bautismo de este preso en particular.

El hombre fue encarcelado no por robar autos o por vender droga, sino por el crimen que nuestra sociedad quizás esté menos preparada para perdonar. Bajo estado de ebriedad, este hombre había abusado sexualmente de su hija de diez años".

Fue un crimen horrible, pero ahora el recluso quería ser bautizado. ¿Por qué? ¿Se trataba solo de una conveniente conversión en la cárcel con la esperanza de obtener más pronto la libertad condicional? ¿Tal vez el preso temía que nadie lo volvería a amar ni tener nada que ver con él?

No, este criminal no convirtió su profesión de fe en abyecto pánico. Su conversión no fue provocada por el temor de que, a menos que él reformara su vida, nadie, y menos aún su familia, lo aceptaría nunca más. El verdadero cambio había ocurrido varios días antes, cuando la esposa y la hija del hombre habían visitado la prisión para perdonarlo. Fue solo entonces... que el agresor se arrodilló y suplicó por la misericordia de Dios y por su familia.

El hombre no se arrepintió para ganar el perdón. Solo se arrepintió cuando se dio cuenta de que el perdón ya estaba ahí para ser recibido. Su pasado ya no estaba en su contra. Él podría tener una nueva vida. Una vez que supo esto, supo que tenía que sepultar su antigua vida y comenzar de nuevo con Dios y con su familia.

Un guardia escoltó al prisionero desde detrás de una valla que estaba cubierta con alambre de púas...  Después de una oración pastoral, el prisionero descalzo entró en una caja de madera que había sido forrada con una sábana de plástico y llenada de agua. Parecía un gran ataúd, y con razón...

Pronunciando la fórmula trinitaria ("Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo") el pastor bajó al nuevo cristiano a la tumba líquida para ser sepultado con Cristo y luego lo resucitó a la vida eterna. Aunque el agua estaba fría, el hombre no estaba ansioso por salir. En cambio, se quedó allí llorando de alegría. "Quiero usar esta ropa tanto como pueda", dijo. De hecho, desearía nunca tener que tomar una ducha otra vez". Su sepultura bautismal era demasiado buena para secarse. "Ahora soy un hombre libre", declaró. "No estoy impaciente por abandonar la prisión porque este alambrado no puede encadenar mi alma. Sé que merecía venir aquí para pagar por lo que hice. Pero también aprendí aquí que Alguien más ha pagado por todos mis crímenes.

"Cuando salga de este lugar", agregó, "quiero hacer dos cosas... Quiero encontrar una iglesia donde pueda ponerme de rodillas y agradecer a Dios, y quiero llegar a casa con mi familia".

Esa es la historia del criminal bautizado en un ataúd.

Ahora, la mayoría de las personas que se bautizan no son criminales en prisión, y la mayoría de los bautismos no ocurren en una caja similar a un ataúd. Pero en cierto sentido, cada bautismo involucra a un criminal en un ataúd. Cada uno de nosotros nace siendo criminal en relación con la ley de Dios. Venimos a un mundo pecaminoso como seres pecaminosos. Y el bautismo nos coloca en un ataúd. El ser pecaminoso y el mundo pecaminoso son sepultados y abandonados. La persona bautizada emerge de una tumba acuosa a una nueva vida y a un mundo diferente. Como dice la Biblia, "Todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte. Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva" (Romanos 6:3-4).

El bautismo te marca como miembro de la comunidad de fe, como parte del cuerpo de Cristo, la iglesia. Mueres a tu antigua identidad como pecador sin Dios y te levantas a una nueva identidad como hijo de Dios. Mueres a tu antigua comunidad en la raza humana caída y te levantas a una nueva comunidad, a la familia de Dios, a la iglesia. El bautismo es un sello de unión con Cristo, una señal de que lo que le sucedió a Jesús también te sucede a ti en algún sentido misterioso. El bautismo es una señal, sello y celebración de que tu ser pecaminoso ha sido clavado en la cruz y sepultado con Jesús, y de que a través de su resurrección has vuelto a la vida a una nueva realidad. El bautismo es también un desafío a seguir pensando de esa manera y seguir viviendo así. Las Escrituras dicen: "Consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús" (Romanos 6:11).

Contando con Cristo

El bautismo es un sello de solidaridad con Jesucristo, que implica estar unido a él de tal manera que su realidad se convierta en nuestra realidad. El bautismo es también una señal de la separación de cualquier otra religión alejada del evangelio de Cristo y de la separación de cualquier otro supuesto salvador distinto a Jesús. Debes contar con que Jesús lavará tus pecados con su sangre, y que serás considerado muerto para el pecado y vivo para Dios en Cristo Jesús. De lo contrario, estás condenado. Tus pecados no pueden ser perdonados a menos que sean crucificados y sepultados con Cristo. No puedes vivir una nueva vida, vencer la muerte o evitar el infierno a menos que estés unido a Cristo en su resurrección. Solo Cristo puede llevarnos más allá de la sepultura y hacia la gloria.  

La verdadera historia del bautismo de un criminal en un ataúd muestra que incluso los peores de nosotros podemos obtener el perdón y la vida nueva a través de Jesús. El otro lado es que sin Jesús, no hay perdón ni vida eterna. Para aclarar el punto, aquí hay otra historia sobre un criminal en un ataúd. Esta no es una historia real--es de un viejo programa de televisión--pero aclara el punto.

Una mujer malvada asesinó a alguien y fue sentenciada a cadena perpetua. Estaba ansiosa por escapar, y se le ocurrió un plan. Conocía a otro recluso, un anciano, que tenía la tarea de enterrar a los prisioneros que morían. Cada vez que había una muerte, construía un ataúd, colocaba el cuerpo en él, lo llevaba a un cementerio fuera del muro de la prisión, lo bajaba a un agujero y lo cubría con tierra. Este anciano se estaba quedando ciego y necesitaba una cirugía de cataratas, pero no tenía el dinero para pagarla. La mujer, viéndolo como una oportunidad para escapar, prometió darle al anciano mucho dinero si la ayudaba. Él aceptó a regañadientes.

Su plan era este. La próxima vez que oyera el timbre que señalaba la muerte de un recluso, esperaría hasta la noche y luego se escabulliría a la habitación donde trabajaba el anciano. Ella buscaría el ataúd, gatearía, se acostaría con el cadáver y cerraría la tapa. A la mañana siguiente, el anciano arrojaría el ataúd al cementerio fuera de los muros, con la mujer inteligente y el cadáver dentro del ataúd. Entonces, cuando nadie mirara, él lo abriría, y la mujer podía escapar.

Finalmente, llegó la noche de la oportunidad. La campana sonó. La mujer se deslizó en la oscuridad y encontró el ataúd. Levantó la tapa, se deslizó en la caja y cerró la cubierta. Unas horas más tarde sintió que el ataúd se movía. Pronto estaría fuera de los muros de la prisión. Ella sería libre. Ella sonrió. Su plan estaba funcionando perfectamente.

Sin embargo, después de un tiempo, su sonrisa comenzó a desvanecerse. Ella esperó... y esperó... y esperó... pero no pasó nada. ¿Que anda mal? ¿Por qué el viejo no abrió la cubierta? Ella intentó abrirla, pero no pudo. La cubierta estaba clavada con fuerza, enterrada profundamente en la tierra. Finalmente, en la oscuridad del ataúd, la mujer encendió un cerillo y miró horrorizada la cara del cadáver que tenía al lado. Era el anciano mismo quien había muerto.

Eso es lo que sucede cuando cuentas con la persona equivocada para que te salve. No puedes contar con una persona muerta para que te salve de la muerte. Solo Jesús tiene el poder de salvarte. Ha habido varias figuras religiosas a lo largo de la historia que afirmaron ofrecer el camino para ser salvos, pero estos fundadores de otras religiones están muertos. No querrás quedarte atrapado en el mismo ataúd en el que ellos se encuentran. Ellos no pueden salvarte, y las religiones que comenzaron no te pueden salvar. El único que puede salvarte del pecado y de la muerte es Jesús. Él es el único que resucitó de entre los muertos, por lo que es el único que puede resucitarte de entre los muertos. Sin él estás condenado. Con él, vivirás para siempre. El bautismo apunta hacia Jesús. El bautismo sella el hecho de que Cristo, y solo Cristo, trae la salvación. Por fe debes contar con él.

Qué Significa el Agua

¿Por qué es tan importante el bautismo? Se hablan unas pocas palabras y una persona es remojada. ¿Qué tiene de especial eso? ¿El agua del bautismo tiene poder mágico o sobrenatural? No, el agua es agua. No lava el pecado ni da vida eterna. El agua puede lavar la suciedad de tu cuerpo; no puede lavar el pecado de tu ser interior. Pero el agua del bautismo representa la sangre de Cristo, derramada cuando fue clavado en una cruz, y la sangre de Jesús lava el pecado y compra la vida eterna.

Si nunca has visto un bautismo, puedes preguntarte qué sucede en realidad. No todos los bautismos se parecen. Uno puede tener lugar en un patio de la prisión, otro en un río, otro en un magnífico edificio de la iglesia. Pero cualesquiera que sean las diferencias, cada bautismo válido tiene ciertas cosas en común. Cada bautismo involucra palabras y agua.

¿Cuáles son las palabras del bautismo? El líder cristiano que bautiza a alguien declara: "Yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo". ¿Por qué usar estas palabras en particular? Porque Jesús lo dice en la Biblia. Jesús dice en Mateo 28:19, "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo". Cada bautismo válido marca a una persona con el nombre santo de la bendita Trinidad. El hecho de ser bautizado y de llevar el nombre de Dios el Padre, de Jesucristo el Hijo y del Espíritu Santo, es un privilegio maravilloso y una gran responsabilidad.

El bautismo involucra no solo palabras sino agua. El agua es aplicada de diferentes maneras, dependiendo de la práctica de cada pastor o iglesia. La persona puede ser completamente sumergida en agua o rociada con agua. De cualquier manera, rociar o sumergir, encaja con la Biblia y resalta una hermosa realidad.

Algunas iglesias y pastores bautizan por inmersión completa, y esa es definitivamente una buena forma de hacerlo. Cuando alguien se sumerge completamente bajo el agua y luego vuelve a salir, esto es una vívida imagen de sumergirse en la muerte con Cristo y resucitar a una nueva vida. En palabras de Romanos 6:4: "Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva". Ese es un significado precioso del bautismo.

Sin embargo, ese no es el único significado y la inmersión completa no es el único modo válido. Otro modo de bautismo practicado por muchas iglesias y pastores es rociar. Algunas promesas maravillosas en la Biblia están relacionadas con el rociamiento. Isaías 52:15 habla de Cristo y dice que "asombrará él a muchas naciones". En Ezequiel 36:25-26, Dios promete: "Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados... Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros". En 1 Pedro 1:2, el apóstol Pedro habla de "obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo". Hebreos 10:22 dice: "Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura". Una y otra vez en la Biblia, ser rociado es una imagen de haber sido borrado de la culpa y haber sido apartado del mundo como pueblo santo de Dios.

¿Es más válido el rociamiento o la inmersión? Hacer esa pregunta es como preguntar si es más válido un baño o una ducha. El punto principal del baño y de la ducha es el mismo: ser limpiado y refrescado. Así también, el punto principal del bautismo, ya sea por inmersión o por rociamiento, es ser limpiado a través de la sangre de Jesús y recibir una nueva vida por medio de su Espíritu Santo. El rociamiento resalta ciertos aspectos de la enseñanza bíblica, la inmersión resalta otros aspectos, pero tanto el rociamiento como la inmersión son bautismos válidos. Ambos incluyen todos los beneficios de Cristo que el bautismo implica y sella. Todas las promesas bíblicas sobre el rociamiento se aplican no solo a los bautizados por rociamiento sino también a los bautizados por inmersión. De la misma manera, todas las verdades bíblicas acerca de ser sepultados y resucitados con Cristo se aplican no solo a aquellos bautizados por inmersión sino también a aquellos bautizados por rociamiento. No te obsesiones con el modo del bautismo; en cambio, aférrate al significado del bautismo.

¿Qué Estás Esperando?

El apóstol Pablo, una de las figuras clave de la Biblia, conocía por su propia experiencia el asombroso significado del bautismo. En un momento se hizo llamar Saulo y fue un cruel asesino de cristianos. Luego tuvo un encuentro con el Señor Jesús vivo y descubrió lo equivocado que era luchar contra Cristo. En ese momento, un cristiano llamado Ananías ayudó a Saulo a dar los primeros pasos para comenzar de nuevo. A pesar de que Saulo había sido un enemigo horrible de los cristianos, Ananías lo saludó como "Hermano Saulo" y lo trató como un miembro de la familia de Dios. Después de decirle a Saulo que se convertiría en un gran testigo para el Señor Jesús, Ananías dijo: "Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre" (Hechos 22:16). Así como así, el pecador asesino Saulo fue bautizado. Sus pecados fueron borrados, y terminó convirtiéndose en el poderoso misionero Pablo.

El agua del bautismo no es lo que realmente lava los pecados, por supuesto. "La sangre de Jesucristo", dice la Escritura, "nos limpia de todo pecado" (1 Juan 1:7), y esa promesa de lavarse en la sangre de Jesús se muestra y se confirma en el lavado bautismal.

Los terribles pecados de Pablo fueron lavados, y tus pecados también pueden ser lavados. No tienes que esperar a ser bautizado hasta que estés lo suficientemente limpio como para ser aceptable ante Dios. Si ese fuera el caso, ninguno de nosotros podría ser bautizado. El bautismo nos recuerda que, aunque estamos sucios, Dios nos hace limpios. Aunque estamos muertos en el pecado, Dios nos hace vivir en Cristo Jesús. Aunque estamos secos y vacíos, él nos llena con el agua viva de su Espíritu Santo. Ser bautizado no es una declaración de tus propias calificaciones. Es una admisión de tu necesidad y una aceptación de la provisión de Cristo.

Puedes pensar que eres tan malo que posiblemente no puedas ser perdonado y transformado, pero ¿eres peor que Pablo? ¿Eres peor que millones de otros pecadores que han recibido el bautismo y una vida nueva? Si Dios me aceptó a mí, seguramente puede aceptarte a ti también. Pablo habla por todos los cristianos cuando dice:

Nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna (Tito 3:3-7).

El bautismo es una representación visual de esas palabras. ¡Qué asombrosa imagen del antes y el después del poder transformador del amor de Dios en Jesucristo! Antes, hay necedad, esclavitud, odio. Después, renacemos como hijos de Dios que heredan todo lo que es de Dios, incluyendo la vida eterna. Pablo nunca se cansaba de hablarles a otras personas sobre el amor de Cristo y sobre el sorprendente cambio que se produce cuando estamos conectados con Cristo. Pablo dijo: "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas". (2 Corintios 5:17)

Si nunca has sido bautizado, pero conoces tu pecaminosidad y crees en la sangre de Jesús, en su resurrección y en su Espíritu vivificante, entonces, citando al amigo de Pablo, Ananías, "¿por qué te detienes?" Sé bautizado y lava tus pecados al invocar el nombre de Jesús con fe.

Si has sido bautizado en agua en algún momento del pasado pero nunca has entrado en la realidad del renacimiento, del arrepentimiento y de la fe, ahora es el momento de aceptar lo que implica tu bautismo.

"Arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio" (Hechos 3:19). No desprecies el bautismo. Sé lavado en la sangre de Jesús, y lleno de su Espíritu.

Privilegio y Responsabilidad

El bautismo es la forma en la que Dios te marca como parte de su iglesia y como miembro de su pacto. Eso implica un gran privilegio. Y con un gran privilegio, viene una gran responsabilidad. Como dijo Jesús: "a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará" (Lucas 12:48). El bautismo no se trata solo de lo que puedes obtener de Dios. También se trata del reclamo de Dios sobre ti.

Es un privilegio ser bautizado en el nombre del Padre, ser parte de la familia de Dios, ser amado y protegido por él. Pero con el privilegio viene la responsabilidad. Si eres bautizado en el nombre del Padre, debes obedecer como su hijo y tratar al resto de la familia como a hermanos y hermanas amados.

Es un privilegio ser bautizado en el nombre del Hijo, Jesucristo, para ser lavado por su sangre y compartir los beneficios de su muerte y de su resurrección. Pero con el privilegio viene la responsabilidad. Si eres bautizado en el nombre del Hijo, debes honrar a tu Salvador y seguir a Jesús a donde sea que él te dirija.

Es un privilegio ser bautizado en el nombre del Espíritu Santo, tener al Dios vivo en tu hogar dándote un renacimiento y una renovación, uniéndote a Cristo, haciéndote más y más como él, y llenándote de vida fresca y de poder. Pero con el privilegio viene la responsabilidad. Si eres bautizado en el nombre del Espíritu Santo, debes mantener el paso con el Espíritu y no afligirte.

Entonces, ¿qué hay de ello? ¿Has sido bautizado con agua? ¿Has nacido de nuevo por el Espíritu de Dios? Jesús dice que "el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios" (Juan 3:3). Ser "nacido de nuevo" puede ser una experiencia repentina y dramática, pero no tiene que ser así. El Espíritu de Dios no está obligado a una sola forma de obrar. Cuando una persona viene a Cristo, puede ser repentina o gradual, dramática o discreta. Puede ser en respuesta a un mensaje del evangelio o a largos años de vivir en una familia piadosa. Puede ser una combinación de muchas cosas. Pero sea cual sea el proceso, este debe ser el resultado: confiar en Dios como tu Padre, creer que tus pecados son perdonados por medio de Jesús, experimentar que su Espíritu vive y obra en tu vida, y aceptar el bautismo como el sello de la promesa de Dios: "Y me seréis por pueblo, y yo seré vuestro Dios".

Last modified: Wednesday, September 12, 2018, 11:31 AM